Desde primera hora de la mañana, cuando la dulzaina y los cohetes han anunciado a primera hora que era el día principal de la fiesta del populoso barrio, hasta la noche, se ha celebrado la festividad.

La comitiva ha dirigido sus pasos por buena parte de la ciudad, haciendo altos en numerosos templos. Ante el convento de la Encarnación también han parado, para visitar a las monjas carmelitas de clausura y para almorzar. 

Y después, tras pasar por las iglesias de San Martín y Santa María de la Cabeza, al alcanzar el cruce, ha comenzado a sonar el pasodoble de ‘El gato montés’, y los mozos de la Cofradía de Las Vacas han comenzado el frenético baile.

Cuatro mozos han tenido la oportunidad de ser quienes hayan llevado a la virgen, rodeados de otros tantos, en corro, hasta el puente sobre el río Adaja. Eso sí, coreados por decenas de mujeres, que ha encabezado la comitiva, caminando marchas atrás y mirando a la virgen. Y todos tarareando el pasodoble: “lo lo lo lo lo lo lo lo lo” ante la mirada de decenas de personas que han presenciado el espectáculo.

De los cuatro mozos, dos eran casaderos, Óscar Mendoza soportando el banzo delantero derecho y Ángel Mangas el trasero izquierdo, mientras que los otros abandonan la condición de mozos: en el banzo delantero de la izquierda Miguel Mendoza, y Borja Blanco en el trasero de la derecha.

Al llegar al puente todo han sido felicitaciones y abrazos. Desde allí la procesión siguió hasta la iglesia de San Juan, para, por la tarde, culminar el recorrido hasta la ermita de Las Vacas, en una plaza engalanada para la ocasión y con afluencia de devotos.