En total llegó a efectuar más de 300 llamadas y mensajes en un solo día, desde un número oculto y con una voz distorsionada que la profería insultos. Los hechos ocurrieron en octubre, cuando la denunciante presentó una denuncia.

También recibía mensajes publicitarios de empresas que ofrecían seguros, clínicas de belleza, tratamientos oftalmológicos o capilares.

Según la denuncia, el constante acoso la produjo ansiedad y temor a que alguien quisiera hacerle daño a ella o su familia.

La investigación de la Guardia Civil coordinó los equipos de Investigación Tecnológica (Edite) y de Asesoramiento, Prevención y Respuesta en Materia de Ciberdelincuencia (Arroba), que se dedicaron a la “huella digital” que dejan este tipo de hechos. Así conocieron que una persona anónima había cumplimentado formularios ofertados en páginas comerciales, donde introducía el número telefónico de la víctima, como método de contacto para recibir publicidad o información. Todo ello sin la autorización de la perjudicada, desconocedora de la situación.

Tras descartar ocasionales sosopechosos, llegaron a la identificación del número de teléfono desde el que procedían todas las comunicaciones, que pertenecía a una mujer de la provincia de Ávila.

Stalking
Este tipo de delito se denomina ‘stalking’, modalidad delictiva consistente en acosar obsesivamente a una persona mediante llamadas o mensajes, de tal modo que le produzca una alteración grave en su vida cotidiana, obligándola a cambiar sus costumbres como única vía de escape.

El Código Penal establece penas de hasta dos años de cárcel.