En la segunda sesión Del ciclo de conferencias ‘Locos años 20. Diálogos en tiempos singulares’, organizado por la Fundación Jesús Pereda de CCOO Castilla y León, se han debatido sobre las distintas formas de polarización que existen. Para ello, Cabezas ha expuesto las diferencias entre la polarización afectiva, social e ideológica, que son “conceptos diferentes que aluden distintas formas de relacionar el público, la audiencia y los partidos”.

“La polarización ideológica tiene que ver con la manera en la que los partidos van creando esta idea de grupos cerrados, donde el otro puede llegar a tener una dimensión de enemigo propio de los populismos de derechas y de izquierdas, mientras que la polarización afectiva son los votantes adscritos a un partido y el cómo perciben esa adhesión y sus líderes y cómo ven a los contrarios”, apunta.

Mientras que la polarización social adquiere una dimensión mayor. Y puede llegar a que una sociedad “esté impedida de adquirir consensos y tener una serie de valores comunes”. Cabezas ponía el ejemplo de la polarización territorial que existe en España con País Vasco y en los últimos años con Cataluña.  

A pesar de lo sucedido en Brasil o el asalto al capitolio en EEUU, Cabezas apunta a que en España no es posible una situación similar, ya que “los últimos estudios de polarización aseguran que existe muy poca polarización afectiva, es decir, hay más desafección política que polarización”. “Había más polarización afectiva en el periodo del Gobierno de Zapatero y nadie pensaba en la quiebra democrática”, dice la profesora de Ciencias Políticas.

Medios de comunicación

El papel de los medios de comunicación para la polarización “es fundamental” para Patricia Simón, quien considera que en ocasiones el defensor del pueblo debería actuar para “restablecer el valor de la información desde el punto de vista legal”.

“Los medios y los periodistas tenemos un mandato constitucional. Es decir, la defensa de los derechos fundamentales no es una palabra baladí, sino que está recogida en la constitución y, por lo tanto, es nuestro papel de servicio público y desde las instituciones tienen que velar por esa responsabilidad”, explica.

También en los medios privados que cuentan “con un uso de una concesión pública en su canal”. Los medios de comunicación “juegan un papel fundamental a la hora de legitimar y dar veracidad a discursos que no tienen ningún sustento”, según Simón, que ponía de ejemplo como la ultraderecha había conseguido responsabilizar de la precariedad y la inseguridad a los adolescentes que emigran solos buscando una nueva oportunidad: “cuando se produce la desinformación, hay personas que terminan creyéndoselo”.

Para Simón, la polarización sí es una realidad, ya que en la actualidad “poder debatir con las personas que piensan diferente es muy complicado porque no hay un espacio compartido de ideas”. Sin embargo, la reportera se muestra esperanzada, porque “nunca antes había tantas personas con educación superior y gente involucrada en los derechos humanos, activistas y voluntarios”.

Tampoco tiene miedo al auge de la extrema derecha porque “detrás hay mucho miedo, manipulación e incertidumbre” y llegará el momento “cuando la población sufra las políticas que defienden” de otro ciclo donde “se defenderá de nuevo el estado de bienestar que ha sido la idea más revolucionaria que nos hemos dado la civilización contemporánea”.