Con unos 6º de temperatura, las hogueras alimentadas por piornos y ramos han puesto el color para que caballos y jinetes pasasen por ellas, en una jornada donde el viento ha provocado una propagación del humo tal que por momentos se impedía la visibilidad.

Y aunque no se viesen los corceles por el humo, su llegaba se reconocía por el sonido de los cascos en las adoquinadas y empinadas calles de San Bartolomé de Pinares, y por las siluetas de los jinetes a lomos de los caballos.

A pesar de caer la festividad en lunes, la presencia de jinetes ha sido importante, así como del público, que tras el ritual de los caballos aprovecha los rescoldos para asar productos cárnicos con los que retomar fuerzas, para una noche que recuerda a cuando hace siglos los animales pasaban sobre el fuego para purificarse con el fin de evitar los malos espíritus y las enfermedades.

Tras la bendición de los animales por parte del párroco, los animales han desfilado por las calles de la localidad precedidos por música de dulzaina y tamboril. Después han comenzado los saltos sobre las hogueras al dar vueltas sobre el pueblo, en un espectáculo que se repite cada año, pero que atrae a gente y fotógrafos de numerosos lugares.

Hasta unas veinte hogueras, algunas solo como barbacoa, han lucido como luminarias en la noche de San Bartolomé de Pinares.