Del Sábado, 13 de Septiembre de 2025 al Domingo, 21 de Septiembre de 2025
El 12 de octubre se cumplieron 110 años del nacimiento de Luisa María Narváez (1912-1983), la V Duquesa de Valencia, la noble aristócrata que vivió y murió en el conocido palacio abulense de los Águila, dejando a la ciudad el imponente legado de este patrimonio monumental para que fuera destinado a museo.
Solo por eso, su figura bien merece el reconocimiento que ahora le brindamos en estas fechas, aparte de su trayectoria vital que parece extraída de una película.
Coincidiendo entonces con esta efeméride, se ha programado una conferencia y coloquio con el título “La Duquesa de Valencia, una mujer de película en Ávila”, que impartirá quien suscribe el próximo martes 25 (20 horas) con acceso libre en el auditorio Palacio de Los Serrano de la Fundación Ávila.
El evento se enmarca dentro de las XIX Jornadas de Formación e Información Ciudadana que organiza la Asociación de Vecinos Puerta del Alcázar, la zona centro de Ávila.
El acto coincide con la clausura de dichas jornadas, la cual irá precedida el día anterior de la conferencia impartida el arqueólogo Jorge Díaz de la Torre titulada ‘Grandes y pequeños descubrimientos arqueológicos en la ciudad de Ávila: medio siglo de sorpresas’.
El acercamiento a la figura de la duquesa Luisa Narváez nos permite redescubrir la arquitectural palaciega del renacimiento y la herencia nobiliaria del esplendor abulense del siglo XVI, así como la riqueza de las colecciones de artes decorativas, pintura, cerámica, carruajes y otras piezas que se atesoraban entre sus paredes.
Y a ello se une el protagonismo alcanzado por la duquesa en las postrimerías de la guerra civil, y sus éxitos en la cría caballar y las competiciones hípicas, además su relevancia social en la capital abulense y el atractivo que su agitada biografía, siempre ligada a Ávila, despertó en medios de comunicación más allá del localismo provinciano.
Personalidad
Todo ya es parte de nuestra historia, por lo que este acercamiento no trata más que hacer pedagogía del personaje y dar a conocer la personalidad de la ilustre convecina, una mujer independiente que a su manera ejerció de “anti-sistema” y particular “feminista” marcada por una ideología llena de aristas, siempre a contracorriente, por la que sufrió persecución y que hoy día tampoco resistiría, probablemente, un consenso de aprobación.
En cuanto al legado a la ciudad de la duquesa de Valencia, comprobamos que Ávila lleva más de tres décadas esperando ofrecer y hacer partícipe al gran público de la herencia cultural que Luisa María Narváez Macías donó en testamento otorgado en Ávila el 27 de diciembre de 1978, siendo ministro de Educación y Ciencia Íñigo Cavero, hijo de quien fuera su marido Antonio Cavero Goicoerrotea. Según su última voluntad, esta mujer monárquica pertinaz partidaria de don Juan de Borbón sucesor de Alfonso XIII, cedía al Estado el palacio llamado de Los Águila, situado en la calle Lope Núñez, en Ávila, frente a la calle del Lomo, con todos los muebles, ropas y enseres que había en ella y que suman más de dos mil piezas, con destino a la instalación de un museo.
Después del fallecimiento de la duquesa en 1983, el Estado dio cumplimiento a su deseo testamentario y aceptó la cesión del patrimonio cultural palaciego comprometiéndose a destinarlo a museo (BOE 12/04/1985), y años después, en 1988, tomó posesión del mismo en un acto solemne con presencia de autoridades y descubrimiento de una placa de agradecimiento colocada en el zaguán.
Numerosas promesas
A partir de estas fechas, se han realizado numerosas promesas y actuaciones para ejecutar el legado museístico de la duquesa de las que se quieren vislumbrar su fin, ahora que las obras de rehabilitación están en marcha siguiendo el curso de su lento devenir, y sobre cuyo periplo no entramos en estos momentos por ser de todos conocido.
Efectivamente, ha sido todo un rosario de intervenciones que con mayor o menor fortuna todavía no han conseguido plasmar la encomienda de la duquesa de Valencia, mientras que su memoria sigue siendo una referencia constante en este largo proceso en el que se han generado más de un centenar de reseñas periodísticas.
A este peregrinaje se unen numerosos libros relativos al periodo histórico de los años cuarenta y la publicación de los boletines de las actividades monárquicas que elaboraron los espías falangistas de Franco en 1948, los cuales ya pueden consultarse en el Centro de la Memoria Histórica de Salamanca, en los que la duquesa de Valencia aparece como una subversiva y activa militante partidaria de don Juan de Borbón. Además, en los últimos años nos acordamos de ella en las rutas culturales por el cementerio de Ávila donde reposan sus restos.
Ahora, todos estos avatares nos permiten acercarnos a la figura “feliniana” de Luisa Valencia, que así se hacía llamar, y a ella va dedicado la conferencia programada, igual que ya hicimos en otra ocasión.
Ciertamente, la duquesa de Valencia fue todo un personaje, un verso suelto de la nobleza y aristocracia española. Era descendiente del linaje abulense de Los Águila y Torres Arias, así como del General Ramón María Narváez (1799-1868), I Duque de Valencia.
Fue una gran amazona, disciplinada en este deporte desde niña: “un día mi padre me tuvo todo el tiempo montando a caballo para que se me endureciera el ánimo”. Destacó como criadora de caballos de carreras premiados repetidas veces en los hipódromos de Madrid y San Sebastián, y también de perros de raza que lucía en exposiciones caninas siguiendo la tradición familiar.
Avanzadilla monárquica
Escribió la biografía del nazi belga Léon Degrelle, quien había sido acogido en el palacio abulense en 1939 y luego en 1945. Fundó la ‘Avanzadilla monárquica’ en 1944 reivindicando el reino de Juan III ejerciendo de antifranquista contumaz, un activismo que le costó la cárcel y cuantiosas multas, al tiempo que se creó una aureola romántica sobre su personaje “revolucionario” criticado y cuestionado tanto por el franquismo como por la diáspora del exilio.
En esta etapa de beligerancia política llenaba Madrid de “papelones” y octavillas clandestinas que firmaba, encabezaba periódicas manifestaciones contra el régimen y enfrentamientos con los falangistas, y se propuso editar un libro “antifranquista” en México para evitar la censura.
Junto a sus padres y desde su niñez, formó parte de la colonia veraniega de Ávila, ciudad en la que se asentó de manera permanente a partir de los años cincuenta.
Siguió la costumbre reformadora de la construcción palaciega acometiendo diversas obras en la misma. Y aquí, durante veinte años, convivió con el conde de Toptani, de cuya corte exiliada de Albania fue su anfitriona.
En Ávila fue “misionera cristianizadora” de nobles europeos sin reino, practicó la beneficencia y la caridad, y fue devota cofrade. Contaba con los músicos de rondalla para amenizar las celebraciones festivas y recepciones palatinas. Llamaba la atención por el atuendo masculino de sus trajes de chaqueta de estilo inglés que vestía y las botas que calzaba.
Presencia en Ávila
Le gustaba fumar y tomar el aperitivo en el café Pepillo del Mercado Grande. Su presencia se hacía notar en los paseos por la ciudad, en los concursos hípicos de saltos, en los partidos de futbol del campo de San Antonio, en las corridas de toros, en los oficios religiosos de las parroquias de San Juan y de San Vicente, en las fiestas del Resucitado, y en el lienzo norte de la muralla donde charlaba con los tratantes de ganado.
Los jardines de palacio ofrecían panorámicas vistas a los escolares del Colegio de San Juan de la Cruz situado enfrente, el cual había sido fundado en 1928 por su padre. Heredó una rica colección de obras de arte atesorada por varias generaciones, encontrándose algunas de sus piezas más valiosas en museos y anticuarios.
Mantuvo el atractivo histórico y cultural del palacio como conjunto museístico y promovió su declaración como monumento nacional en 1969. La casa palacio era un hervidero con el personal de servicio y sus variopintos invitados. Abrió las puertas de su residencia a los combativos monárquicos, así como a pobres y ricos de la sociedad abulense, también a intelectuales, artistas y estudiantes de los cursos de historia del arte de la UNED,
Finalmente, su azarosa vida fue noticia frecuente en la prensa nacional y extranjera, de izquierdas y de derechas, tanto en páginas políticas como en las sensacionalistas y en los ecos de sociedad, izando siempre la bandera de la monarquía y acaparando titulares con los siguientes apelativos: revolucionaria, blanca, roja, aguerrida, furiosa activista, entusiasta, volcánica, extravagante aristócrata, exótica, temeraria, bellísima, intrépida, fuera de serie, monárquica hasta la médula, exquisita, inteligente, relámpago de amenidad, etc.
La conferencia programada entonces, se desarrollará sirviéndonos de unas 200 imágenes que ilustran la intensa biografía de la Luisa Valencia, cuya memoria aún sigue viva en el imaginario popular de Ávila y en la historiografía de España, y que todavía es habitual fuente de noticias por los más variados motivos. En cualquier caso, el palacio de Los Águila, será referencia permanente de su memoria,
Matiz | Domingo, 23 de Octubre de 2022 a las 19:19:46 horas
Era antifranquista porque era ferviente monárquica. Décadas después, Franco instauró la monarquía, aunque no con el rey que ella adoraba. Era clasista. Nada que ver con otros excepcionales aristócratas, críticos con su clase y con los privilegios de cuna.
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