Bajo el título The Freak Cabaret Circus, varios artistas del festival demostraban sus habilidades con el mástil chino, la manipulación de objetos, malabares y equilibrios sobre el trapecio y las telas. Y después de cada actuación, los pequeños y no tan pequeños podían aproximarse a estas disciplinas para “valorar la dificultad de las técnicas” y el “esfuerzo que implica”.

Y por qué no, conocer una nueva pasión: “a veces, hay quien se anima y empieza a dedicarse a ello”, apuntaba Rafael López, malabarista y uno de los responsables del taller.

Malabares con pelotas, con mazas, con pañuelos, diábolos o aros, andar por encima de un cable, ponerse los zancos, subirse al monociclo o realizar equilibrios en una bola gigante son algunas de las disciplinas con las que han podido “jugar” los participantes. También había un espacio para los más atrevidos: “hemos preparado una zona de equilibrios con aéreos como el mástil chino, el trapecio o telas para que la gente que quiera probar y arriesgarse pueda hacerlo”.

La actividad ha reunido a familias enteras que han querido hacer “un primer contacto con los elementos del circo”. “Es muy divertido. Por medio del juego te presentan las técnicas. Nosotros trabajamos en la Escuela de Circo de Valladolid con niños desde los tres años y ves como van venciendo sus miedos y siempre algún padre o madre se anima, como aquí, a subirse a la bola y hacer equilibrios”, apunta.

El circo “es una herramienta educativa” es “un deporte alternativo, no competitivo, que promueve valores de superación, esfuerzo, trabajo personal… También digamos que practicándolo esperamos que los participantes del taller valoren más cuando van a ver un espectáculo de circo y ven la dificultad de las técnicas y todo lo que implica. Será un público que sabrá apreciar los ‘shows’”.

Para este malabarista, la directiva del festival “ha tomado un buen camino” al implicar la Asociación de Profesionales de Circo de Castilla y León con su gala CCLAP y al “tener más en cuenta las compañías de la región”.