Unas 2.000 personas salieron desde las 20,50 horas del lunes, cuando se dio la primera orden de desalojo, hasta las 22 horas. Después, el bullicio de un concurrido día de verano en El Hoyo se había tornado en calles desiertas y casas cerradas. Solo efectivos de la Guardia Civil vigilan la entrada por la carretera de Valdemaqueda y la entrada en la carretera CL-505, y voluntarios de Protección Civil espera que algún rezagado se suba al autobús de la evacuación.

Mientras tanto, a 22 kilómetros por carretera, en Las Navas del Marqués, han sido alojados más de 300 hoyancos, que han pasado la noche en los polideportivos y en el instituto, donde han sido atendidos por voluntarios de Protección Civil.

Allí, Inocencia esperaba “con muchos nervios” y “rezando” para que “no pase nada a nadie” a que los servicios de extinción hicieran su trabajo y apagaran el fuego, que se acercaba a sus hogares. “Es un susto de miedo, hemos estado toda la tarde nerviosos mirando al cielo que estaba rojo”, apunta.

La evacuación, según ha señalado Paco, vecino de El Hoyo, ha sido “muy organizada” y en “poco tiempo” los vecinos han podido salir fuera del pueblo camino de Las Navas. Y aunque ahí estaban a salvo, era inevitable pensar en lo que estaba pasando en su localidad: “Nos están sirviendo muy bien, pero estamos tristes de todo lo que está pasando”, decía Inocencia.

Cada uno salía con lo puesto y acompañado de sus seres queridos, como en el caso de Silvia, que fue evacuada con toda su familia: su pareja, sus hijos, los suegros y sus dos perros: “hemos cogido lo más esencial que somos nosotros mismos”.

Junto a ellos, miembros de Protección Civil velaban por su seguridad, pero también los propios vecinos de Las Navas del Marqués, que se acercaron al polideportivo de la localidad, donde se había instalado el albergue provisional para animar y acompañar a los hoyancos en una noche complicada.