“Un regalo del Señor” es una ordenación sacerdotal, según la ha definido al recibir como presbítero al joven de 27 años Álvaro José Sánchez Sáinz-Pardo.
La celebración contó el domingo por la tarde en la Catedral con un grupo muy numeroso de sacerdotes de toda la diócesis, concelebrando el obispo emérito de Ávila, Jesús García Burillo, y el emérito de Salamanca, Carlos López, con la presencia de numerosos jóvenes amigos del nuevo cura.
El obispo le ha pedido ser “un buen pastor y servidor de los demás, especialmente de los más necesitados”. Al término de la celebración, el joven recibía su nombramiento como vicario parroquial en la parroquia de San José Obrero de la capital.
“Al recibir los ministerios -ha expresado el obispo en la homilía-, primero de diácono y ahora de sacerdote, te entregas como servidor de los demás, como servidor de Dios. Cuando vivimos el sacerdocio desde esa condición de servicio al pueblo de Dios, cuando tomamos conciencia de que somos unos pobres instrumentos que el Señor ha escogido en nuestra barca para llegar a una multitud, cuando tomamos conciencia de nuestra indignidad, también nosotros como Simón Pedro podemos decir apártate de mí, Señor, que soy un pecador”.
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Encargo
“No somos más que nadie, pero sí tenemos el encargo de Jesús. Sí tenemos, y hemos sido llamados, a un ministerio y a un servicio que nos sobrepasa”, ha manifestado.
Gil Tamayo ha recordado el camino vocacional del nuevo sacerdote, desde su crecimiento y desarrollo en medio de una familia cristiana, “en un colegio donde ha sido ofrecida la apuesta vocacional”, y después en un itinerario de vida cristiana marcada por el encuentro en la JMJ de Madrid, en la Pastoral Juvenil y también como miembro de la JOC. “El Señor te ha ido marcando tu camino y destino. Te ha ido llevando para que seas generoso y también tú le prestes al Señor tu barca para que desde ella llegue a las multitudes”, le ha dicho. “Ahora, en un ejercicio de humildad, y después en toda tu vida sacerdotal, experimentarás que la gracia te sobrepasa, que eres un pobre instrumento”, ha añadido.
En este punto, el obispo ha pedido orar por las vocaciones e invitando a otros a seguir este camino de vida y fe. Recordaba a Álvaro José cómo había sido llamado “con mediaciones”. “Porque –ha dicho- porque ha habido gente que con su testimonio y con su valentía de la palabra, te ha propuesto el camino del seguimiento de Jesús”.
“Nosotros también necesitamos llamar a otros compañeros para que se unan a nosotros en la misión del anuncio del Evangelio. La vocación no es una propiedad privada. Debe ser compartida en el testimonio coherente de la propia vida. La vocación ha de ser proclamada, y ahora más que nunca, en nuestra diócesis como una emergencia vocacional”, ha manifestado.
Gil Tamayo se ha dirigido a los jóvenes presentes en la Catedral: “a que si en vuestro corazón escucháis la llamada del Señor, no la calléis. Cristo os necesita. Os necesita para perdonar, para repartir su cuerpo y su sangre, para orar por el pueblo de Dios, para confortar a los enfermos, para anunciar el Evangelio, para ayudar a los más pobres, para abrazar la realidad herida, para la misión tan necesaria en nuestro mundo secularizado que huye de Dios y que necesita voceros de Cristo”.
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