Del Viernes, 26 de Septiembre de 2025 al Miércoles, 15 de Octubre de 2025
Cuatro destacados nombres del mundo de la botánica, de la antropología y de la biología han mostrado su oposición a los expedientes mineros en el Valle del Corneja en un encuentro celebrado en Bonilla de la Sierra.
Se trata de Modesto Luceño, catedrático de botánica en la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla; Ramón Soria, escritor y antropólogo; Jorge Mongil, doctor, ingeniero de montes y profesor en la Universidad Católica de Ávila (UCAV), y Carlos Rodríguez, doctor en ciencias biológicas y gerente de la productora de contenidos medioambientales y de aventura Bicho Prods.
Todos ellos, liderados por Luis Trujillo, creador del grupo 'Citas de biodiversidad abulense' y organizador de las ponencias 'El valor ambiental del Valle del Corneja frente a las minas', pusieron en valor el viernes los elementos que pueden ayudar a detener la minería a cielo abierto en el valle. También colaboró con la organización la Plataforma No a la Mina en el Valle del Corneja, de la mano de Laura Serranos, con la colaboración del Ayuntamiento de Bonilla de la Sierra y la Diputación de Ávila.
Luceño avanzó que, si hiciera falta, desde el entorno de las universidades escribirían a la Unión Europea para “proteger” la flora "en caso de que la Junta de Castilla y León no tome medidas en primera instancia". Asimismo, puso de relieve en el ámbito de la flora, la importancia que tienen dos plantas en extinción. Por una parte la ‘Astragalus devesae’, de la que ya había conocimiento, estando localizada en solo dos lugares del mundo: Padiernos y Collado del Mirón.
En peligro de extinción
Por otra parte, hace unos días se encontró una segunda especie en peligro, la 'Silene marizii', de la que solo quedan tres especies. Según Luceño, la población en esta zona es numerosa, "convirtiéndola en la salvaguarda de la especie".
Ambas habitan en las inmediaciones del proyecto minero Polonia 1.152, en fase de permiso de investigación durante tres años por parte del geupo Cosentino. "La mina contribuiría a la extinción de las mismas y no valdría el argumento de que pueden trasplantarse a otros lugares porque se necesitan estudios previos profundos sobre cómo hacerlo", avisó.
El catedrático reconoció que los gestores de los proyectos mineros suelen temer que aparezcan elementos de este tipo, ya que pueden ser definitorios del valor que puede tener la flora de una determinada región.
Asimismo, se refirió al proyecto Polonia 1.152 como "una tomadura de pelo" al haberse llevado a cabo una extrapolación de ciertos mapas de vegetación que no están actualizados al definir la flora de estos pueblos.
En su intervención también advirtió que el tramo alto del río Corneja sería inviolable por la cantidad de especies raras que puede haber. Una mina a cielo abierto supondría un "atentado contra el equilibrio ecosistémico de la zona", sentenció.
El mundo acuático también podría ser un “aliado” contra la minería a cielo abierto ya que, tal y como descubrió Carlos Rodríguez, en la parte baja del río Corneja, aunque el agua escasea en algunas estaciones, habita un pez conocido como bermejuela. "En las cuencas del Corneja las bermejuelas son completamente diferentes del resto del mundo, un punto de singularidad total", argumentó.
Rodríguez también reconoció que por muchas medidas que se pongan en la minería a cielo abierto, un río siempre va a ser el receptor de cualquier impacto que pueda producirse a corto, medio y largo plazo, por lo que el peligro importante que se corre es importante.
Trabajos de restauración
Por su parte, Jorge Mongil reivindicó los trabajos de restauración hidrológico-forestales que se han llevado a cabo en algunos de los pueblos afectados por los proyectos mineros Sonsoles 1.138 y Madueña 1.149, que la empresa Transportes, Excavaciones y Hormigones Sonsoles SL quiere llevar a cabo. Trabajos llevados a cabo desde el año 2006 que han recuperado la masa forestal y el suelo perdido, algo que la minería destruiría de nuevo.
Finalmente, Ramón Soria puso de manifiesto todos los argumentos con los que se intenta vender los beneficios de una mina a cielo abierto y que a su juico son “más propios de épocas pasadas que de la actual, pero los ciudadanos disponen de la información suficiente para saber cuáles son los perjuicios de las mismas”.
También subrayó que los movimientos sociales son los que pueden parar este tipo de proyectos y que la decisión final de su implantación no deberían tomarla los políticos, sino los habitantes de la comarca en la que se quieren llevar a cabo los mismos.
mariaT | Martes, 10 de Mayo de 2022 a las 11:35:24 horas
Pedrololo, como dices que quieres vivir de la tierra sin explotarla??? toda la vida de dios se ha vivido de lo mal llamado "explotar la tierra", yo diría aprovechamiento de recursos. No seamos cínicos, el movil, la tablet o el ordenador con el que lees esto viene de la tierra, de países en los que no hay ningún control minero. Aquí, afortunadamente una explotación minera lleva muchos estudios y controles antes, durante y después de su aprovechamiento. Estos pueblos necesitan un empujón o van a morir y la mina se lo va a dar. SI a la mina y si al avance.
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