Del Martes, 30 de Septiembre de 2025 al Sábado, 04 de Octubre de 2025
San Segundo de Ávila es la fiesta patronal que cada dos de mayo reúne a los abulenses en una celebración memorable, para cuyo disfrute se ofrece un abanico de actividades religiosas y lúdicas que incentivan la cofradía, el cabildo y el ayuntamiento.
Entre ellas, es llamativa la procesión del santo amenizada por la banda de música precedida por el grupo de baile Urdimbre y seguidas de las autoridades civiles, eclesiásticas y militares, concejo y cabildo, gigantes y cabezudos. Igualmente, son reseñables las grandes colas de fieles que hacen sus esperanzadoras peticiones al santo tocando su sepultura con un pañuelo bajo la escultura de su última morada, aunque este año de postpandemia se ha suspendido esta tradición.
Además, San Segundo de Ávila es otras muchas cosas en la tradición cultural de la ciudad. Es leyenda, es fervor religioso, es patronazgo de la ciudad, es figura santa y episcopal, es líder de obispos y regidores, es ermita de acogida, es recuerdo comunero, es relato de historiadores, es crónica de viajeros, es inspiración literaria, es tradición festiva, es manifestación de antiguos ritos, es música popular de dulzaina y otros ritmos castellanos, es sonido de banda en el desfile de romería, es danza de pasacalles, es advocación piadosa, es espíritu cofrade, es arquitectura monumental, es teatro de ronda, es emoción poética, es veneración ciudadana, es paisaje natural, es imagen de panorama, es postal de recuerdo, es música celestial, es procesión callejera, es pregón de bienvenida, es cabeza del barrio artesano extramuros del puente, es humilladero de peregrinos en su crucero, es almendra garrapiñada de Mingorría y Riofrío, es luz de fuegos artificiales, es agua del río Adaja en el que se baña, es escultura marmórea renacentista, es recreación de pintores y artistas y es pañuelo de los deseos.
San Segundo de Ávila, su ermita, es expresión del arte románico. Construida antes de estar dedicada al santo, con piedra caleña ocre (rubia) y granito gris entre 1130 y 1160, ha sufrido grandes transformaciones a lo largo de los siglos. De la construcción original destacan la cabecera triabsidal, los muros de carga y la portada meridional. Esta hermosa portada tiene arquivoltas de medio punto decoradas con baquetones y rosetas. A cada lado, dos columnas con capiteles decorados con figuras humanas, animales y vegetales.
San Segundo de Ávila, su ermita, se asienta junto al hallazgo de un ara votiva de época romana hallado en un peldaño de la ermita, compartiendo así elementos pétreos de entonces con la vieja muralla.
San Segundo de Ávila tiene casa propia en su ‘renacer’ desde 1519 en la antigua ermita extramuros que hoy toma su mismo nombre, bautizada de nuevo sobre los apellidos que se mantienen de Sebastián y Lucía, sus primitivos titulares.
San Segundo de Ávila es el santo patrón de la ciudad que lo adoptó como hijo predilecto y fue considerado fundador del territorio episcopal abulense, iniciando con ello una tradición identitaria arraigada en la memoria colectiva de sus habitantes desde hace cinco siglos.
San Segundo de Ávila ya era conocido dignatario de Ávila, entes de su “invención”, desde el siglo XIII, según los libros capitulares y el altar esculpido que se exhibe en la catedral.
San Segundo de Ávila es el símbolo y mito legendario del mártir y varón apostólico evangelizador ungido por San Pedro y San Pablo y discípulo de Santiago, quien, según la tradición, es despertado de su descanso eterno a orillas del río Adaja en un lugar de santidad.
San Segundo de Ávila tuvo antes un humilladero como lugar de ofrenda penitencial para los viajeros que entraban en la ciudad, y al sustituirse la titularidad ermitaña de San Sebastián el consistorio representado por el corregidor D. Rodrigo Dávila, contrató en 1566 al maestro de cantería Francisco de Arellano para construir otro en su honor llamado de “La puente del Adaja”, el cual luego será nombrado como el de “Los Cuatro Postes”.
San Segundo de Ávila es la imagen escultórica de Juan de Juni realizada por encargo de María de Mendoza en 1572, «relicario de un sepulcro blanco con un obispo frío rezando eternamente, oculto entre sombras», que se exhibe en la “evocadora ermita románica” levantada extramuros de Ávila en la que se fijó García Lorca en su visita en 1916: «Ávila es la ciudad más castellana y más augusta de toda la meseta colosal… Nunca se siente un ruido fuerte, únicamente el aire pone en sus encrucijadas modulaciones violentas las noches de invierno».
San Segundo de Ávila no tiene más hagiografía propia que la que nos dejó la tradición martirológica antigua y la que contó con todo lujo de detalles Antonio de Cianca sobre la hazaña de su descubrimiento en suelo abulense en 1519 y su posterior traslación a la catedral en 1594, y la reivindicación de su abulensismo que hizo el arcediano de la Catedral Emilio Sánchez Martín en 1931.
San Segundo de Ávila, en su alojamiento catedralicio, tiene desde 1615 una suntuosa capilla trazada por el arquitecto herreriano Francisco de Mora, al tiempo que diseñaba el convento carmelita de San José dedicado a Santa Teresa. El nuevo emplazamiento será enriquecido con frescos historiados de la vida del Santo realizados por Francisco de Llamas y un retablo de José Benito de Churriguera.
San Segundo de Ávila es el personaje al que Ávila le debe parte de su historia, la que surge de la religiosidad popular acumulada durante siglos, la que consagraron clérigos y eclesiásticos en celebraciones sucesivas, la que narra la tradición legendaria, la que contaron sabios escribanos del renacimiento y el barroco, la que transmitieron antiguos cronistas (Ayora, 1519; Ariz, 1607; Gil González Dávila, 1630; y Fernández Valencia, 1676), y la que descubrieron las nuevas generaciones de historiadores.
San Segundo de Ávila, ciertamente, ocupa un lugar preeminente en la construcción de la ciudad sobre la se han escrito ilustrados títulos de historia antigua como “Historia de la vida, invención, milagros y traslación de S. Segundo, primero Obispo de Ávila”, por Antonio de Cianca” (Antonio de Cianca, 1595); “La azucena del Adaja” (José Moreno Guijarro de Uzabal, 1866); y “El P. Villada y la venida de San Segundo a Ávila” (Emilio Sánchez Martín, 1931).
San Segundo de Ávila es la figura central de las últimas investigaciones que trazan la realidad histórica y social abulense en “Un santo para una ciudad” (María Cátedra, 1997); “El cáliz de San Segundo de la Catedral de Ávila” (Emilio Rodríguez Almeida, 1997); “Historia, literatura y fiesta en torno a San Segundo” (Jesús Arribas, 2002); “Simbología femenina producción de contextos culturales. El caso de la Santa Barbada” (Mª Ángeles Valencia, 2004); “La invención de la Iglesia de San Segundo” (Félix A. Ferrer García) y “La imagen de Ávila en la Edad Moderna II”, en Historia de Ávila (Carmelo Luis López, 2017).
San Segundo de Ávila sigue sumando a su historiografía otros trabajos monográficos y artículos científicos que continúan abundando en los mismos planteamientos de las publicaciones citadas, además de los que tratan sobre arte y arquitectura. San Segundo de Ávila sirvió de modelo en 1859, a través de la monumentalidad de su ermita, a los alumnos de la Escuela Superior de Arquitectura dependiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, quienes inventariaron los “Monumentos Arquitectónicos de España”, siendo dibujada nuestra ermita por Francisco Aznar y García y grabada por E. Lémus.
San Segundo de Ávila es la ermita declarada monumento histórico-artístico en 1923, conjuntamente con San Andrés, Santo Domingo y el Palacio de Núñez Vela, y también patrimonio mundial declarada en 1985 junto a la ciudad antigua y otras iglesias extramuros.
San Segundo de Ávila es motivo de panegíricos y pregones historiados que aclaman los fieles con entusiasmo en la apertura de la festividad anual. Ahí están los últimos discursos de José Belmonte, abogado e investigador; de David Jiménez, prior del convento de la Santa; de José Antonio Calvo, doctor en Historia Medieval y sacerdote; de Jesús Arribas, escritor, historiador y editor; de María Ángeles Valencia García, antropóloga; de Creaciones Fruchel, a tres voces de Juan Carlos García, Santiago Herrero y José Manuel Velayos; de Juan Carlos Redondo García, quien fue archivero y bibliotecario diocesano; de Maximiliano Fernández, Director de la Institución Gran Duque de Alba; de Auxi Rueda, responsable de Comunicación del Obispado de Ávila; de Iván Hernández Blázquez, prestigioso cocinero; y de Juan Parra Cáceres, científico investigador biólogo del covid, quien intervendrá este año.
San Segundo de Ávila encuentra su segunda casa en la catedral en 1594 a la que se trasladan sus restos, dado que la ermita donde reposaba hasta la “invención” era una zona molesta por el ruido del agua y los batanes, por el mal olor de las tenerías, y por la cercanía de la casa de la mancebía que cita Antonio de Cianca: «con achaque de yr a hacer oración, y tener velas en la dicha ermita, muchos hombres y mugeres de mal biuir se van allí a tener pláticas y tratos deshonestos».
San Segundo de Ávila fue uno de los motivos festivos más sorprendentes por las celebraciones organizadas en su honor en 1594 y 1614 durante la traslación de sus restos a la Catedral, cuando hubo corridas de toros, juegos de cañas, representaciones teatrales, música, danzas, conciertos corales, engalanamiento de calles con cuadros y tapices y colocación de altares. Y hoy todavía mantiene la aureola de las fiestas patronales.
San Segundo de Ávila, en la celebración del traslado de sus restos a la catedral en 1594 y la publicación de su biografía por Cianca en 1595, se ve arropado por una población de trece mil habitantes, donde se contaban unos 660 eclesiásticos, 160 clérigos regulares, 8 parroquias, 9 hospitales y 18 ermitas, y otros 180 frailes y 335 monjas que vivían en 7 conventos masculinos y otros tantos femeninos.
San Segundo de Ávila, igual que en el siglo XVI, sigue siendo escenario de la música popular y tradicional castellana, donde hacen las delicias grupos como Cigarra, Trebejo, Tierra de Castilla Folk, Mayalde, Nuevo Mester de Juglaría, Manantial Folk, La Bazanca, Divertimento Folk. Aparte de grupos abulenses de dulzaina y tamboril, y danzantes como Urdimbre y Avento San Nicolás.
San Segundo de Ávila es también santo de devoción del pueblo de Abla (Almería) donde se reivindicó hace cuatrocientos años como santo propio, no de Ávila, y donde se proclamó patrono segundo de la localidad por esas connotaciones epigráficas.
San Segundo de Ávila se exhibe y procesiona como San Segundo obispo y mártir en la localidad granadina de Chite, una pedanía del municipio de Lecrín donde es su patrón.
San Segundo de Ávila repite su nombre de pila en otros santos de localidades italianas donde nuevos mártires se llaman San Seccondod´Asti(s. II) y San Seccondo de Ventimiglia (s. IV).
San Segundo de Ávila tiene calle en Ávila, y en Candeleda, también en Bullas (Murcia), y en Lagartera (Toledo), y así figura en el índice onomástico de sus viejos callejeros, y en anuncios de los portales inmobiliarios y otros comerciales de estos municipios.
San Segundo de Ávila es el nombre que tomaron prestados numerosos abulenses nacidos el 2 de mayo, lo mismo que Sansegundo es el apellido que adoptaron otros tantos que fueron herederos de su imantada presencia en esta tierra.
San Segundo de Ávila es protagonista teatrero en la comedia que lleva su nombre, escrita por Lope de Vega y estrenada en Ávila en 1594 y 1614, compartiendo su larga producción cómica dedicada a lugares y personajes abulenses con títulos como “Santa Teresa de Jesús”, “El vaquero de la Moraña”, “El niño inocente de la Guardia” y “El Marqués de las Navas”.
San Segundo de Ávila se reencuentra con Lope de Vega, su biógrafo comediante, cuando éste solicita ser nombrado capellán de la capilla catedralicia erigida por su mentor el obispo Fr. Jerónimo Manrique de Lara, lo que intenta en varias ocasiones desde 1615 hasta que finalmente lo consigue.
San Segundo de Ávila repite protagonismo en la obra dramática “El Primer Templo de España y de San Segundo obispo de Ábila” escrita por Don Rodrigo Herrera en 1641.
San Segundo de Ávila es el santo que se disputaron la cofradía, el concejo y el cabildo catedralicio, confluyendo ahora todos con el común de la ciudad en las celebraciones festivas en su honor.
San Segundo de Ávila se descubre en la letra del Cancionero de Palacio del siglo XV: «En Ávila, mis ojos/ dentro de Ávila. / En Ávila del río», y a los pies de la ermita en lenta corriente río pasa el río Adaja.
San Segundo de Ávila reunía la ciudad de las tres culturas en su entorno del arrabal del río Adaja. Así, junto a los cristianos mayoritarios, los judíos mantenían las artesanías textiles y los mudéjares trabajaban en la construcción.
San Segundo de Ávila fue comunero en 1520 al tiempo de su descubrimiento de la mano de sus devotos cofrades más comprometidos que poblaban el barrio de San Esteban y el burgo o barrio del puente formado por tintoreros, curtidores y tunidores que participaron en la Santa Junta.
San Segundo de Ávila bien podía ser también patrón de los molineros, pues en el agua que baña la orilla donde se levanta la ermita han bebido los molinos y batanes de la zona llamados de El Puente, de La Losa, de El Batán, de El Yzquierdo, de El Reoyo, y de El Cubo.
San Segundo de Ávila tenía entre su feligresía a los ganaderos que abrevaban sus animales en el río que circunda la ermita por el oeste cuando se daban cita en la feria de San Julián (finales de junio), y a las lavanderas que acudían al río cargadas de ropas que frotar y aclarar, y a los bañistas que aquí se aseaban.
San Segundo de Ávila vivió en su entorno fluvial el atisbo industrial de la ciudad. Fue en el siglo XVIII cuando aquí se construyó la Real Fábrica de tejidos de algodón estampados de Ávila”, luego dedicada a manufacturas de lana y más tarde de lino, después transformada en la fábrica de harinas que ardió en 1984, hasta que fue demolida en 1996.
San Segundo de Ávila se hizo monástico cuando su ermita fue convento de jesuitas y carmelitas, y también hospitalario de peregrinos en construcciones anexas.
San Segundo de Ávila comparte en la catedral su “tesoro” lapidario de un ajuar propio de un antiguo guerrero de la fe compuesto por un anillo, una patena, un cáliz y una mitra como escribió Rodríguez Almeida.
San Segundo de Ávila se hizo leyenda junto a Santa Paula Barbada a quien acoge en su ermita. De ella se cuenta que era una joven de Cardeñosa que cuando se acercaba a la ciudad por la calzadilla romana que sale junto a Los Cuatro Postes allá por el año 1060, un buen día, al verse perseguida por un caballero, se refugió en la cercana ermita de San Lorenzo y le pidió a Dios le diese alguna fealdad para no ser conocida y descubierta, y al momento se le cubrió la cara de pelo, lo que le salvó de su malvado pretendiente.
San Segundo de Ávila fue la inspiración de la escritora Emilia Pardo Bazán cuando visita sosegadamente la ciudad atraída, esta vez, por la figura femenina de Santa Paula, la barbada de Cardeñosa, que se honra en su ermita:
«En Ávila sólo hay la dificultad de no saber qué santa se elige. Santa Teresa, con su gran nombre, llena los ámbitos de la ciudad... Esta vez recorriendo sola las callejuelas y las singulares plazas que con su sombra protege un convento o una iglesia, se me ha ocurrido pensar en las santas olvidadas, casi desconocidas, que no fueron literatas, ni fundadoras, ni mártires siquiera... Y dediqué las horas disponibles a evocar el recuerdo de la obscura Santa Barbada, que debe este nombre a un singular prodigio. Meatrajo Santa Barbada como atrae un bello retablo o una curiosa efigie encontrados en un lugar donde nadie contempla ni admira; en algún poblacho por el cual no cruzan arqueólogos, ni siquiera viajeros. Esto no significa que Santa Barbada carezca enteramente de devotos en Ávila misma» (La Ilustración Artística, 6/10/1902).
San Segundo de Ávila esculpido a finales del siglo XVI preside el retablo mayor de su ermita. Le arropan en el banco o predela ocho santos pintados por Sansón Florentino: San Antonio de Padua, San Bartolomé, San Antonio Abad, San Pedro, San Pablo, San Gregorio, San Francisco de Asís y San Bernardino. Completan el retablo seis tablas del siglo XVI con las imágenes de San Miguel, Santiago y cuatro obispos desconocidos. Y además, las esculturas de Santa Lucía, anterior titular del templo, y San Blas, ambos protectores de la vista y de la garganta, respectivamente.
San Segundo de Ávila, líder carismático de la evangelización de la ciudad, se rodea aquí también de las tallas de San Sebastián, primera advocación de la ermita, de Santa Águeda, protectora de los pechos, y de Santa Apolonia, patrona de los dentistas
San Segundo de Ávila se suma a las numerosas ermitas de su entorno donde estaban San Mateo en el cerro de su nombre, San Leonardo en el camino de este pueblo, San Julián a los pies de los Cuatro Postes, San Lorenzo en los aledaños de lo que fue mercado de ganados, San Bartolomé que hoy es Santa María de la Cabeza, y San Lázaro junto al puente sobre el Adaja. Todo lo dibujó hacia 1570 Anton van den Wyngaerde (Antonio de las Viñas), cartógrafo y topógrafo de la corte de Felipe II.
San Segundo de Ávila, su ermita, es parte de la ciudad que envuelve al escritor Enrique Larreta retratada por Zuloaga, donde, según Unamuno, la ciudad «envuelve al personaje, al hombre, su alma, porque, ¿qué es el alma de un hombre sin su visión de lo que le rodea y sostiene? Y al fondo, Ávila, la de los caballeros y la de Santa Teresa, la ciudad amurallada que evoca a Jerusalén, a la ciudad de Dios, pero también a la ciudad de los hombres».
San Segundo de Ávila tiene en la campana de su ermita un zumbido somnoliento que tañe a la puesta del sol entre oscuros peñascos, escribe Enrique Larreta en su libro “La Gloria de Don Ramiro”.
San Segundo de Ávila, su ermita, es motivo de inspiración pictórica del paisaje abulense que dibuja la panorámica de la ciudad y engrandece su espíritu de leyenda.
San Segundo de Ávila prestó su ermita a la vista de la ciudad amurallada que describe el pintor Aureliano Beruete cuando en 1909 contempla el paisaje «árido y gris, con los amarillos del campo agostado y de los rastrojos. Es tremendo armonizar todo esto, pero es la naturaleza, la verdad, y es siempre hermoso».
San Segundo de Ávila se cuela en el paisaje abulense de Sorolla cuando en 1910 pinta su ermita en la antesala de las murallas: «Yo no sé lo que me ocurre con la luz de Ávila y el frío mezclados, que sin sentirme mal, hay algo que te quita el deseo de pintar a gusto, será la triste pobreza de esta naturaleza. No lo sé, pero al mismo tiempo atrae la severidad… Me fastidia lo castellano, es demasiado bárbaro».
San Segundo de Ávila tiene en el color de su ermita pintada por Juan Echevarría el siguiente sentimiento:
«Todo me habla [en Ávila] de espíritu y procuraré no enturbiar éste, prescindiendo en lo posible de lo pintoresco y de las armonías brillantes de color, es decir, que tiendo a una emoción más concentrada y pura».
San Segundo de Ávila, su ermita, es también el fondo oculto que se intuye en el retrato de Azorín hecho por el “místico” Juan de Echevarría, representante del “fauvismo español”, que tomó asiento en el monasterio de Santo Tomás: «La obra está sólidamente construida; al fondo aparece Ávila con sus murallas; la tonalidad es severa».
San Segundo de Ávila, su ermita, situada a los pies de la muralla,está presente en la escenografía que sirve de telón de fondo en las estación de penitencia del Cristo de la Sangre que pintó Ignacio Zuloaga y de los dramas flagelantes de Darió de Regoyos.También en el camino que tomó Santa Teresa para ir a tierra de moros y que retrató Guido Caprotti en procesión.
San Segundo de Ávila, su ermita, es figurante de las obras artísticas del profesor municipal de dibujoBernardino Sánchez, así como de los pintores López Mezquita, Castro Gil, Soria Aedo, Emilio Ibañez, Sánchez Merino, Adelina Labrador, Pablo Sansegundo, Antonio Piedrahíta, Ricardo Sánchez, Armando Ríos, etc., además de otros muchos que anualmente participan en el concurso de pintura rápida de Ávila y eligen este paisaje emblemático.
San Segundo de Ávila, su ermita, es el apéndice de la ciudad amurallada silueteada en viejas estampas dijo Azorín:
«¿Hacia dónde caerá la catedral de esta ciudad que desconocemos? ¿Habrá una vieja ermita junto al río, como la de San Segundo en Ávila?”. ¿No habéis visto esas fotografías de ciudades españolas que en 1870 tomó Laurent? Una de esas vistas panorámicas es la de nuestra ciudad; se ve una extensión de tejadillos, esquinas, calles, torrecillas, solanas, cúpulas; sobre la multitud de edificaciones heteróclitas, descuella airosa la catedral. Allí donde está la catedral, donde se hallan sepultados guerreros y teólogos, dos mil años antes un romano acaso recitara unos versos de Virgilio: Yo, desviándome, les hablaba sin poder detener las lágrimas que me venían a los ojos: 'Vivid dichosos, que ya vuestra fortuna se acabó; mas a nosotros unos hados malos nos traspasan a otros peores'».
San Segundo de Ávila es parada de excursionistas que admiran su esbeltez románica y la escultura del santo esculpida por Juan de Juni en el siglo XVI. Reseñable fue la visita de la aristocrática Sociedad Española de Excursiones guiada por el arquitecto del modernismo abulense Isidro Benito Domínguez.
En su relato, el arquitecto diocesano cuenta que la comitiva no se fija en la arrogante muralla, pasa por alto la catedral fortificada, no contempla la encantadora basílica de San Vicente, tampoco admira el gallardo templo de San Pedro, prescinde de la espaciosa iglesia de Santo Tomás, no describe la linda capilla de Mosén Rubí, ni la casa, convertida en templo, donde nació Santa Teresa, pues su intención se encaminó a la pobre y retirada ermita de San Segundo, cuna gloriosa de la cristiana fe de Ávila, que guarda la majestuosa escultura pontifical del santo patrono (BSEE, 4/1898).
San Segundo de Ávila es fuente del álbum monumental de la ciudad que hicieron Manuel Gómez Moreno y Ricardo de Orueta conformando el catálogo de Bienes de Interés Cultural de sus arquitecturas aprincipios del siglo XX.
San Segundo de Ávila es el centro de la imagen panorámica de la ciudad retratada por los pioneros de la fotografía (Clifford y Laurent) seguidos en infinidad de ocasiones por afamados fotógrafos, convirtiéndose también en estampa postal de coleccionistas con democratización de la imagen, como reflejamos en “Los Cuatro Postes de Ávila: 100 años de fotografía e imagen” (Ayuntamiento de Ávila, 2003).
San Segundo de Ávila, finalmente, hoy es la fiesta de Ávila.
Arseniato | Miércoles, 04 de Mayo de 2022 a las 08:14:04 horas
¡Menuda torre de Babel hemos levantado sobre un infundio!
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