Y vecinos del pueblo, de la comarca y de Ávila capital han acudido a la cita con la purificación de los caballos, que se celebra la noche antes de San Antón, y que el año pasado tuvo que ser suspendida. Las mascarillas contra la Covid-19 han servido también, en esta ocasión, para protegerse del humo.

La fiesta ha contado con alguna hoguera menos que en otras ocasiones, con una afluencia de público similar a la que se registra cuando no cae en viernes o sábado. Las hogueras surgidas de piornos y escobas, alimentadas con cubos de agua, se han levantado con fuerza, y por ellas han saltado los caballos en un rito purificador que se remonta al siglo XVIII, cuando una epidemia acabó con el ganado de la comarca.

Las novedades este año han consistido en colocar una cinta perimetral en las aceras de la calle de la Virgen para mejorar la seguridad y la inscripción previa de los caballos participantes, de la mano del Ayuntamiento y de la Asociación de Jinetes de San Bartolomé de Pinares (Adeluaca).

También ha cambiado el lugar de partida de la comitiva y de la bendición, antes junto al Ayuntamiento, y ahora en un espacio más abierto, junto a la iglesia. No ha habido el tradicional reparto de pastas y vino de pitarra, y las barbacoas que preparan sobre las brasas apenas se han celebrado.

“Lo que estás viendo aquí no lo vas a ver en ningún sitio de mundo”, ha asegurado un padre a su hija pequeña, que por vez primera observaba el espectáculo de los caballos ascender las adoquinadas calles de San Bartolomé de Pinares pasando entre piornos chispas, humo, llamas y fuego.