Del Miércoles, 24 de Septiembre de 2025 al Sábado, 27 de Septiembre de 2025

Fracasa otra vez, fracasa mejor
Este nuevo año 2022 en el que nos aventuramos trae consigo una gran mochila de esperanza para muchas personas, pero también muchas incertidumbres. Es en una de estas donde he considerado detenerme para esta última primera colaboración del año, concretamente voy a hablarles de la educación en España.
La nueva ley educativa (LOMLOE) empezará a aplicarse para el nuevo curso que comenzará en el próximo septiembre, e indudablemente son muchas las esperanzas puestas en este nuevo intento por dar sentido a un sistema educativo que lleva décadas vagando a la deriva en función de donde le lleva la marea política y que mientras tanto sigue socavando el futuro de muchas generaciones. ¿Conseguirá la LOMLOE revertir la tasa de fracaso educativo y abandono escolar en España?, ¿Será la clave para homogeneizar la educación en todo el territorio español?, ¿Supondrá el revulsivo para potenciar la formación profesional y enfocar a los jóvenes a formarse en sectores estratégicos para el nuevo empleo de la era digital?, etc.
Como pueden ver son muchas las preguntas a las que la sociedad espera dar respuesta pronto, pero creo que estas no llegarán tan rápido como esperamos. Lo que sí es cierto, es que esta nueva ley no cuenta con el consenso ni con el apoyo necesarios para ser la base sólida sobre la que asentar la educación de los jóvenes españoles para las próximas décadas, y es por ello que probablemente la mejora educativa seguirá siendo la eterna esperanza de los ciudadanos españoles con cada año nuevo.
Una vez planteado este sombrío panorama, quiero compartir con ustedes algunos aspectos esperanzadores que he encontrado a través de mi corta pero intensa experiencia como profesor. Aspectos en los que me gustaría proponerles su participación ya que tanto las familias como los profesores jugamos un papel muy importante en la educación de los jóvenes.
Soy de aquellos que piensa que la sociedad debe ir por delante de su clase política y por ello, no acepto el quedarme de brazos cruzados mientras veo pasar por las aulas, generaciones y generaciones de jóvenes con iniciativas, ilusiones y capacidades para alcanzar el éxito en aquello que se propongan en su vida, pero que no encuentran en la educación (ni en sus casas ni en las aulas) la guía que deberían para seguir el camino correcto que se dibuja en estos tiempos que corren.
Toda la comunidad educativa tiene que trabajar con el objetivo claro de volver a convertir a los profesores y padres en referentes para los jóvenes. Esta tarea de liderazgo no es sencilla, ya que tenemos enfrente una gran competencia con las redes sociales, los influencers y los streamers, entre otros.
En muchas ocasiones estamos cayendo en el error de pensar que para conseguir captar la atención del alumnado debemos convertir las clases en meros espacios de entretenimiento y diversión, pero pienso que el camino es totalmente el opuesto. Tenemos que liderar el proceso de enseñanza introduciéndonos en su “burbuja digital” para que establezcan una relación de confianza y atención hacia nosotros.
Una vez alcanzados esos objetivos, tenemos que hacerles ver la necesidad de estar bien organizados dentro de ese mundo digital para que se den cuenta del tiempo que invierten en ello. También tenemos que trabajar con ellos la capacidad de que identifiquen por si mismos lo problemas de atención y de personalidad derivados de este mundo.
Pienso, que las líneas maestras que debemos seguir pasan por educar en la espera paciente para que aprendan a no tener todo de forma inmediata y así confrontar la inmediatez del mundo digital, y sobre todo se me antoja fundamental educar en el fracaso. “Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better”. Los lectores más ávidos en la lengua anglosajona entenderán bien esta cita del dramaturgo irlandés Samuel Beckett, que viene a decir que “Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”.
Inmersa en esa frase se encuentra la esencia de la tan mencionada “cultura del esfuerzo”, que bajo mi punto de vista es la clave junto con las líneas maestras mencionadas anteriormente, para conseguir que los jóvenes que pasan por las aulas puedan afrontar su vida adulta con garantías de éxito.
Si no conseguimos liderar, organizar y entrenar estos aspectos en casa y en la escuela, no habrá contenidos curriculares ni leyes educativas que consigan salvar del fracaso a nuestros jóvenes y lo que más me duele es pensar que ese fracaso provocará que las ilusiones, sueños y capacidades que he visto entre los alumnos se irán diluyendo poco a poco hasta desaparecer.
Empezaba este artículo de opinión hablando de esperanzas e incertidumbres y quiero terminarlo hablando de certezas. La certeza de que como sociedad podemos trabajar en la misma dirección para conseguir que la educación en España recupere la relevancia de tiempos atrás y afronte el futuro que llama a las puertas de este próximo año 2022 con la garantía de que nuestros jóvenes alcancen los objetivos educativos que surgen en esta era digital mientras mantienen vivos los valores que siempre nos han caracterizado como sociedad.
Nihil | Martes, 11 de Enero de 2022 a las 22:18:05 horas
Totalmente de acuerdo contigo. Sigue así. Por mi edad soy del plan anterior a la EGB y veo con tristeza que ahora "parece" que a poca gente le interesan los jóvenes y la enseñanza.
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