Del Sábado, 06 de Septiembre de 2025 al Miércoles, 10 de Septiembre de 2025
‘La dehesa abulense, tierra de señorío’ es el título del libro de Luis Bendala González (Huelva, 1947) que ha compartido con el público en el ciclo ‘El Episcopio presenta’, en lo que es una obra rigurosa y de fácil lectura que nos acerca a una parte de las historia de Ávila que hasta ahora permanecía casi “escondida” para el público.
A nadie se le escapa que la dehesa es un ecosistema propio de los países del sur de Europa, con especial peso en la Península Ibérica, originario del boscaje mediterráneo, convertido con el tiempo en un territorio que mezcla actividades agrícolas, ganaderas, forestales y cinegéticas, también lúdicas y turísticas, y que encierra una gran y rica biodiversidad. La provincia de Ávila presume entonces de tener numerosos espacios adehesados cuyos orígenes legendarios de tiempos de la repoblación y peculiares arquitecturas, características éstas que ahora nos presenta Luis Bendala, quien ejerció de informático y ahora lo hace como flamante titulado en historia.
Así, entre el centenar largo de dehesas abulenses que se cuentan, el libro se detiene en 29, mientras que el autor sigue trabajando sin descanso en el inventario del resto. Por el momento, a lo largo de 189 páginas con ilustraciones en color, se ocupa de las dehesas de Albornillos, Aldealgordo, Castellanillos, Castellanos de la Cañada, Castronuevo, El Cid, Duruelo de Riolamar, Flor de Rosa, El Fresnillo, Garcipedro, Garoza, La Gasca, Guterreños, Manzaneros, Mingoblanco, Muñopepe, Navares, Ovieco, Pajarilla del Berrocal, La Pavona, Pedrosillo, Revilla de la Cañada, Revilla de Codes, La Serna, Serracines, Serranos de la Torre, Sobrinos, Torneros de la Hoz, Torrecilla, Valdeprados y Zurraquín.
Conocimos a Luis Bendala hace dos años, cuando nos explicaba con entusiasmo a los Amigos del Museo la historia de la dehesa abulense de La Serna, la primera de su apasionante estudio. Para éste libro ha hablado con propietarios, ha recorrido las haciendas, ha intercambiado recuerdos con los últimos colonos o aparceros, ha visitado los pueblos y municipios, ha consultado los archivos públicos, ha buceado en la más variada bibliografía, y ha recabado valiosas informaciones que ahora comparte generosamente.
Con todo, según sus palabras “este trabajo de investigación tiene como principal propósito rellenar un hueco en la historiografía relativa a la provincia de Ávila”, aparte de conservar y poner en valor el legado de las dehesas “en pro de los verdaderos amantes del Arte y de la Historia”.
Titularidad
Y añade, “aún podemos contemplar algunas de aquellas dehesas en toda su pujanza, en algunos casos ornadas de viejas mansiones señoriales con siglos de historia en sus piedras que se mantienen en mejor o peor estado de conservación. Además, estudiando las variaciones en la titularidad de estas fincas y la tipología de los elementos arquitectónicos que en ellas se conservan, podemos inferir los cambios que se fueron produciendo en la estructura social y económica de la región a lo largo de un extenso período de tiempo que abarca unos novecientos años”.
Entre los aspectos que caracterizan el origen de las dehesas y sus señoríos cabe señalar que la mayoría proceden fueron concesiones reales a nobles en pago por los diversos servicios prestados a partir de la reconquista de Toledo por Alfonso VI en 1085, que facilitó la repoblación de la Extremadura abulense entonces prácticamente un desierto poblacional.
El mantenimiento de la estructura territorial de las dehesas ha llegado a nuestros días merced a la institución jurídica de los mayorazgos, que permitía mantener intacto el patrimonio familiar a lo largo de los siglos. También mediante su incorporación al patrimonio de la Iglesia e incluso de los municipios. No obstante, la decadencia económica de una parte de la nobleza a partir de las leyes de supresión de mayorazgos, así como de las leyes desamortizadoras del siglo XIX, permitió que numerosas dehesas fueron adquiridas por la emergente burguesía comercial e industrial.
Finalmente, apunta que “conviene incidir sobre el abandono y el olvido en que se encuentran algunos palacios, castillos e iglesias que aún perviven en las dehesas y que son verdaderas obras de arte”, sobre lo que añade que es muy importante dar a conocer estos monumentos, estudiarlos y, sobre todo, procurar su conservación, pues son patrimonio de todos.
Y concluye que “que uno de los propósitos fundamentales de este libro es ser un punto de partida para que otros historiadores cubran el amplio vacío existente” relativo al estudio de las dehesas abulenses.
Ana Gallego | Domingo, 19 de Diciembre de 2021 a las 18:22:40 horas
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