Recurriendo a la etimología y al significado de esta palabra, Fidel es el equivalente a nuestra palabra castellana FIEL. Es según la RAE: “adjetivo: que guarda fe, o es constante en sus afectos, en el cumplimiento de sus obligaciones y no defrauda la confianza depositada en él. Hombre fiel, hombre que confía, hombre de quien te puedes fiar (su palabra es de ley), hombre de fe, de la FE (con mayúsculas)”. Como la balanza, fiel en sus decisiones, a veces difíciles y complicadas, sin inclinarse ni por unos ni por otros. ¡Miento, sí!: inclinándose en lo posible hacia el bien de todos.
Hombre de cultura sencilla, esa de niños de las posguerras que tuvieron que compaginar la escuela con el trabajo. Pero que él la amplió con las clases nocturnas de adultos o con su afición a la lectura y con la observación de cada detalle de su entorno.
Hombre que, aun sin estar casado, supo ser un padre para sus familiares menores. También un buen hermano, y hasta un ‘buen abuelo’ para los más pequeños.
Conocía palmo a palmo todo el término municipal: lo había recorrido desde niño, cuidando vacas, haciendo pozos para el riego, arando fincas, segando las mieses. Sabía una por una las setecientas fincas o parcelas del pueblo y cuáles son sus dueños. Pero más aún: en su afición por la arqueología, se pasaba los días festivos paseando, observando, buscando y encontrando en muchas ocasiones verdaderas joyas para la arqueología. Y lo podemos corroborar si visitamos el Museo Provincial: allí consta su nombre como donante de objetos, vasijas, monedas romanas antiguas, hallazgos arqueológicos, como la ermita visigoda de San Martín, o la villa romana de La Guirala, o los asentamientos del Neolítico en el Tomillar. Fidel era así: pequeño y grande, sencillo y humilde, pero, aun sin pretenderlo, importante.
Fidel, fue fiel a sí mismo, fiel a los amigos y a cuantos se cruzaron en su camino. Era fiel ‘en’ y ‘a’ sus convicciones tanto en su aspecto particular como en el social y colectivo, incluido el político y religioso. Si político es servir a la ciudad (polis) o pueblo, él fue un gran político por ser un gran servidor, en su caso desde el PP. Si religioso es estar ‘ligado’ a una creencia, a una fe en Dios, pero no de pacotilla sino haciéndolo vida, esta fe le llevó a vivir su compromiso en el Movimiento de Cursillos de Cristiandad o a colaborar activamente en la Frater; participando en actividades o peregrinaciones con enfermos, ayudando cuanto podía a aquellos que más lo necesitan.
Quedará para siempre en mi memoria, en nuestra memoria su figura pequeña paseando a todas horas, despacio, pausadamente, hablando con unos y con otros y recorriendo cada rincón, cada calle, cada plaza o cada parque.
Los más de 18 años transcurridos, ahora como alcalde, al servicio de su pueblo han ido agrandando su figura, su imagen, a semejanza del sol poniente, que, cuanto más se acerca a su fin, más prolonga las siluetas sombreadas. Así también Fidel ha ido, en su etapa final agrandando su labor, su empeño y su cuidado por su pueblo, pequeño sí: con sus labradores, amas de casa, pastores y otros ganaderos, obreros (unos en el PERZD y otros en distintos oficios), con mayoría de ancianos, pocos jóvenes, y aún menos niños. Todo en pequeño, pero grande en sus gentes y más grande en su mente y en su amor por él. Y por eso presumía de ‘su’ Bercial de Zapardiel, de su fiesta de San Blas, de la iglesia con su esbelta torre, que en breve lucirá iluminada (este proyecto, el último que él firmó y que él mismo podrá contemplar orgulloso desde su ‘altura’).
Murió con su pueblo en los labios, o mejor, en el corazón (sin darse cuenta, sin darnos cuenta). Esta última vez, sólo unos minutos antes de morir, hablábamos él y yo de arreglar los caminos rurales; ¿cuáles? Si fuera posible todos: el Sendero de Torralba, el de Las Majadas, Despeñaperros o el Camino del Villar, Las Carrávilas, La Lobona, El Guijar, Nava Nestosa, Los Valles, El Mochuelo… Y yo apenas supe qué camino sería el que había que arreglar entre tantos…
Amigo FIDEL, ahora ya sé, ahora ya sabemos todos cuál era ese camino; para que no tuviera baches, para que no tuviera estorbos, para ir más rápido y mejor, como lo viniste haciendo toda tu vida: estabas preparando, arreglando, ‘Tú camino hacia el cielo’. Fidel Rodríguez Martín falleció el 30 de septiembre.
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