El agua del Adaja, a su paso por la capital, ha adquirido un color negruzco desde la madrugada del miércoles, horas después de la fuerte tormenta que cayó sobre la sierra de la Paramera, justo un mes después del día que comenzó el grave incendio que quemó 22.000 hectáreas. El caudal del Adaja alimenta las reservas del embalse de Fuentes Claras.

Desde Aqualia, la empresa que gestiona el abastecimiento de Ávila, se asegura que la ceniza y los arrastres que lleva el agua procedente de la sierra no tendrán efectos sobre el que llega a los grifos. Su responsable, Jaime Lobato, envia un “mensaje de tranquilidad”, ya que “se mantienen a punto todos los procesos de la estación de tratamiento de agua potable”.

En la actualidad, la capital se abastece de los embalses de Serones y Becerril y no se utiliza el agua de Fuentes Clarasn ni de las captaciones del Adaja. El incendio sí afectó a una pequeña superficie de la cuenca alta del embalse de Becerril.

Según el responsable de Aqualia, “se mantienen a punto todos los procesos de la Estación de Tratamiento de Agua Potable”. Lobato asegura calidad del suministro “llevando a cabo el estricto control analítico que se viene realizando y que incluye más de 6.000 parámetros relacionados con el agua potable al cabo del año”.