En el acto estuvieron presentes varios alumnos suyos que lo fueron en los años finales de 1960 y hasta los últimos años de la década de los 70. En el evento también estuvo su mujer Carmen Martínez, además de otros familiares.
Durante la intervención realizada de Jesús Hedo en el salón de actos del instituto en el que ejerció su magisterio recordó en primer lugar a sus compañeros de claustro, la mayoría ya fallecidos. Luego, visiblemente emocionado, agradeció a los presentes el reencuentro producido. “Algo excepcional, que 50 años después de acuerden de uno”, dijo.
Jesús Hedo, catedrático de literatura española, nació en 1938 y desde muy joven se interesó por la lectura y el conocimiento de la lengua. Ejerció la docencia durante toda su vida laboral. Fue durante su etapa de docente en el Instituto de Bachillerato de Arévalo (Ávila) donde dejó “una huella imborrable en todos sus alumnos”, de los que, por su “diferente forma de enseñar, por su amor a las letras y por su bonhomía, no sólo se ganó el cariño y el respeto de ellos, sino que influyó definitivamente en la vida de estos”, muchos de los cuales siguieron el camino de lasletras y la docencia. Es, además, miembro de número de la Institución Gran Duque de Alba.
En su intervención habló de la Institución Libre de Enseñanza, recordó a su maestro Dámaso Alonso, recitó poemas de Antonio Machado, y constantemente, al hilo de las palabras y cuestiones que trató en su exposición, las encadenaba con frases y pensamientos de escritores españoles de todas las épocas, León Felipe, los hermanos Machado, San Juan de la Cruz, Nicolás Guillen, del poeta arevalense Nicasio Hernández Luquero, entre otros. “Humilde profesor de mi ignorancia”, se describía Hedo.
No eludió hablar de problemas de la actualidad, alabó la labor que realizaron en aquella época los institutos laborales en las zonas rurales, materiales escolares como la enciclopedia, afirmó que cada plan de estudios que se ha ido presentando por los diferentes gobiernos ha sido peor que el anterior, definiendo a la LOGSE de desastrosa, y se posicionó en contra del lenguaje inclusivo.
Además, el exprofesor tuvo unas palabras emocionadas en referencia a su estancia en Arévalo, a sus gentes y a sus paisajes y atardeceres, y también a su patrimonio arquitectónico, y califico la demolición del Palacio de Juan II, como “el mayor atentado al patrimonio cultural de la ciudad de Arévalo”.
El largo tiempo transcurrido, entre 45 y 50 años, no fue óbice para recordar muchas vivencias y simpáticas anécdotas, tanto por parte del profesor, como de varios de los alumnos que, aunque ya luciendo muchas canas, recordaban con gran exactitud de manera emocionada.
Terminó el “reencuentro” con un almuerzo en un restaurante de Arévalo, donde no faltó el tostón y finalizando dicho evento a avanzadas horas de la tarde no queriendo nadie dar por terminado el acto.
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