Jesús María Sanchidrián en la conferencia de 'Los parlamentos del concejil'.
Un recorrido por los avileños, animales de labor
Jesús Mª Sanchidrián
‘Avileños. El trato de los animales de labor’ es el título de la conferencia que impartimos en El Barco de Ávila dentro del programa ‘Los parlamentos del concejil, que cada año organiza la agrupación socialista de la localidad y que ya va por la décima edición, habiéndose suspendido la del año pasado por el Covid.
Ruth Burdiel, responsable de la organización, fue la encargada de presentar el acto que también contó con la presencia del alcalde Víctor Morugij, y del cronista Antonino González Canalejo.
La conferencia, que tuvo lugar en el Espacio Cultural heredado de la antigua Caja de Ávila, consistió en un relato a través de las actividades agropecuarias de los últimos campesinos abulenses que todavía mantenían vivas las viejas tradiciones del laboreo de la tierra y la recolección, lo que hacían con la valiosa ayuda de los animales. Y todo visualizado en imágenes quietas que ya son memoria del tiempo donde burros, mulas, caballos, vacas y toros, en una singular relación con el hombre, se empeñan en una permanente conquista de la tierra.
En este itinerario expositivo realizado con la ayuda de un centenar de fotografías en blanco y negro tomadas durante los últimos quince años, se repasó detalladamente la historia del campesinado abulense contada a través de testimonios vivos de sus verdaderos protagonistas, los hombres y mujeres, ancianos y zagales que aparecen en perfecta comunión entre el medio y la cultura rural. Así, al valor documental y estético de las estampas que ha servido de soporte a la conferencia, se suma su valor humano, ya que en la mayoría de los casos detrás de las imágenes están las personas en ellas retratadas, identificadas por sus nombres y apellidos, dando fe del mantenimiento del vínculo entre la tierra, el trabajo y los animales. No obstante, desde la última vez en que tuvimos oportunidad de presentar este patrimonio inmaterial de la etnografía abulense, lo que hicimos en el Museo de Ávila en noviembre de 2019, ha habido que lamentar que muchos de los personajes retratados ya ha fallecido, varios por el Covid, lo mismo que algunos de los campos y paisajes representados entonces de los pueblos de las sierras de las Yemas y de la Paramera, actualmente han quedado arrasados por el fuego Navalacruz ocurrido el fin de semana pasado.
El cotejo de las imágenes tomadas en el siglo XXI con otras similares de tiempos pasado guardadas en los álbumes familiares y con las viejas herramientas tradicionales del trabajo rural, que pueden verse en muchas de las casas de nuestros pueblos, resulta ilustrativo de cómo el peso de la tradición cultural sigue vivo en nuestra provincia, cumpliendo aún un destacado papel económico. Efectivamente, la realización de las antiguas faenas agrícolas de la misma forma que se hacían hace cientos de años constituye un testimonio vivo que todavía hoy puede contemplarse en algunas zonas de la provincia abulense. Yeguas, caballos, mulas, burros, vacas y bueyes son los animales de los se sirvió históricamente el campesino para explotar los campos y los bosques, y con ellos honró a los santos patrones y compuso actuaciones festivas y de divertimento. De ello son también fiel testimonio los numerosos aperos de labranza que se conservan en las casas, corrales, pajares y paneras de los pueblos abulenses,
Entre el hombre y el animal se forma entonces un todo, en orden a extraer de la tierra el mayor rendimiento, donde se utilizan los servicios del ganado en paridad con los de los miembros de la propia familia del labrador. El trato de los animales modela un determinado tipo de mentalidad, implica la creación de una especial clase de arquitectura y servicios, y da lugar al desarrollo de una serie de actividades artesanas. Los pequeños agricultores y ganaderos que mantienen hoy día burros, mulas o yuntas de vacas lo hacen por puro romanticismo, sin un especial interés material o económico, y ello porque no han llegado a integrarse en el proceso de mecanización del campo por la pequeñez del terreno que cultivan.
Prueba de este arraigamiento a la tierra se ofrece en la contemplación de esas vacas negras que tiran de un carro o un arado guiadas por un hombre ajeno al devenir cotidiano de la modernidad, como esas mulas que extraen la madera de los montes. Y comprobamos que el empleo de yuntas de vacas, o de burros y caballerías, incluso, en el desarrollo de las tareas agrícolas, las cuales todavía emplean algunos labradores de la provincia de Ávila, constituye una actividad tan identificadora de lo que fue el medio rural no hace muchos años, que no hemos podido por menos que ofrecer su vivo testimonio gráfico en reconocimiento al trabajo con el que agricultores y ganaderos siempre han contribuido a la formación de la historia de los pueblos. También debemos resaltar las celebraciones festivas y exhibiciones agropecuarias en las que se representan las antiguas faenas agrícolas de siega y trilla, tal y como hemos visto en varios pueblos abulenses. Del disfrute de hombres y animales en actividades no productivas de ocio y diversión, donde se mezclan habilidades y fuerza con lucimiento, son buena muestra las imágenes que representan carreras de cintas, concursos de arada, participación en espectáculos taurinos, y la exhibición en encierros campestres.
Finalmente, con la realización de la actividad se persigue promocionar y divulgar los valores culturales de la actividad humana a través de la imagen actualizada de la misma, y al mismo tiempo testimoniar al día de hoy los viejos usos y costumbres derivados del trabajo del campo. Con todo, se espera contribuir a la difusión y conocimiento de los fondos museísticos del Museo representativos de la cultura popular.
Como cierre del acto, tuvo lugar un momento musical a cargo de Clara Álvarez Camarero que interpretó varias canciones populares dedicadas a los hombres del campo a los que se rinde este merecido homenaje por mantener vivos los valores etnográficos que se ha podido contemplar a lo largo de la conferencia.
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