Así, Raphael, con su traje negro y corbata de lunares, luego en mangas de camisa, encantó a sus incondicionales, agradecido “de estar en Ávila años después”, como se encargó de recordar en un concierto que inició con sus clásicas ‘Mi gran noche’ y ‘Yo sigo siendo aquel’, que siguió con canciones de sus inicios: “aquella era una época blanca, inocente”, como ´Tú, Cupido’ o ‘Casi casi’, esa que dice “Pero ya contigo contigo me tengo que casar...”, o ‘Todas las chicas me gustan’.

Con la compañía de un pianista y una doble escalera que le aupaba en el escenario, luego avanzó en el tiempo con ‘Los hombres lloran también’, para pasar a presentar su último trabajo, titulado ‘El reencuentro’, también obra de Manuel Alejandro, con el que no trabajaba desde hace tres décadas, y que ahora le ha compuesto temas como ‘Enfadados’, ‘Sexo sentido’ o ‘Eso que llaman amor’.

Y después añadió salteó canciones de una y otra época, como el clásico ‘Qué sabe nadie’, con la que los espectadores se vieron en la gloria, como con ‘Como yo te amo’ y ‘Escándalo’, que fueron de lo más celebrado por un auditorio que llenaba más de las tres cuartas partes del aforo del Lienzo Norte en la tarde del domingo, y a que pudieron escuchar a veces la voz de Raphael sin micrófono.

Ese Raphael que gesticula y casi se mueve como antes, es más pausado en las canciones recientes, pero mantiene la esencia de aquel que sigue “siendo aquel” a pesar de las arrugas y los años.