El conflicto y el litigio por el protocolo que debían seguir con los reos y ajusticiados a la penal capital -acompañarlos en capilla y el posterior enterramiento- enfrentó a estas entidades penitenciales, que datan del siglo XVI.

Esta historia se ha recordado en un acto celebrado el martes en la ermita del Humilladero, sede de la Vera Cruz -que antes la tuvo en una capilla de San Francisco-, rememorando el de 1713, cuando alcanzaron un acuerdo en el que “no hubo mediación eclesiástica alguna”, a diferencia de lo ocurrido en 1546, cuando el litigio se solventó mediante un pleito ante la audiencia eclesiástica, ya que “ambas hermandades tenían derechos recogidos en sus estatutos”.

Han intervenido tanto el presidente del Patronato de la Santa Vera Cruz, Jesús Manuel Jiménez Durán, como el de La Magdalena, Ernesto José Gómez Ferreras, para después leer el documento firmado el 25 de junio de 1773, que ha sido firmado por los integrantes de las respectivas directivas.

Hace tres siglos firmaron, entre otros, Diego de Villalba y Diego de Hordas, notario público apostólico, por la Vera Cruz, y Manuel García González, procurador general del común de la ciudad de Ávila, y Francisco Criado, escribano de su majestad, por la de las Ánimas.

Ajusticiamiento
El acuerdo se rubricó horas antes de que a las 11 horas del día siguiente se produjera un ajusticiamiento en la horca en el Mercado Grande.

El pleito de 1546 se resolvió permitiendo que los miembros de esta entidad acudieran tanto al acompañamiento en las última horas de reo, como a su enterramiento, cuando el ajusticiado se hubiera encomendado al patronato, lo que solía hacerse en testamento.

Las condenas a muerte continuaron durante los siguientes siglos y, dado que podían pasar años sin que hubiera ajusticiamientos, en 1713 se reunieron para acordar el modo en que acompañarían al ajusticiado en sus últimas horas de vida y una vez muerto.

Según el acuerdo, siempre que el reo se encomendara a la Santa Vera Cruz, sus miembros le “acompañarían en capilla al reo en sus últimas horas y desde la cárcel lo conducirá hasta el suplicio”. Tras el ajusticiamiento, participarían los integrantes del patronato de las Ánimas, que serían quienes presidirían el cortejo fúnebre y se ocuparían de su enterramiento, mientras que la Santa Vera Cruz podría ejercer de acompañante siempre y cuando el reo así lo hubiera decidido.

Como recuerdo de aquello, ambos patronatos celebran desde 1993 la Procesión del Miserere, el Martes Santo por la noche, con el Cristo de los Ajusticiados, emblema de la Vera Cruz.

<