La vida son etapas. Etapas que se inician, perduran y se mantienen, y otras que, por distintos factores, terminan saliendo mal y tarde o temprano se ven abocadas a concluir. Desafortunadamente, la pandemia ha echado el telón a muchas etapas de forma prematura. Especialmente a aquellas que tenían relación con proyectos personales o empresariales.
Han sido unos meses duros, en los que ha tocado adaptarse a las consecuencias provocadas por la Covid-19 y sus restricciones, la economía se paró en seco y mucha gente de la noche a la mañana se vio o bien en un proceso de ERTE, o bien sin trabajo, o bien en una situación que les impedía mantener su ritmo de vida habitual debido al descenso considerable de los ingresos.
Llegaron entonces los problemas en forma de deudas. Muchos tocaron fondo y cayeron en un estado de insolvencia del que no sabían cómo salir. Buscaron el método, se documentaron y dieron con una opción legal que les permitía cancelar la totalidad de sus deudas y poder empezar de cero. Suena irreal, ¿verdad? Pues su nombre es la Ley de la Segunda Oportunidad y este es el funcionamiento del mecanismo que está ayudando a tantas personas a sobreponerse a la maltrecha situación económica que la pandemia les ha generado.
¿Qué hay que hacer para acceder a esta ley?
Para poder acceder a los beneficios de esta ley hay que cumplir una serie de requisitos. Si bien esto puede sonar tedioso y complejo, no se preocupen, puesto que las condiciones son verdaderamente laxas y no suponen un gran obstáculo ya que están al alcance de cualquier persona de a pie que por distintas razones se haya visto en la bancarrota y necesite salir de ahí.
De esta manera, cada solicitante deberá inicialmente contar con una deuda inferior a los cinco millones de euros. Asimismo, tendrá que probar que la deuda contraída se alcanzó desde la ‘buena fe’ y para ello habrá de acreditar que no cuenta con delitos contra la Administración, ya sea la Seguridad Social o la Hacienda Pública, y que tampoco tiene antecedentes penales por delitos socioeconómicos.
Esto de la ‘buena fe’ es un principio general del derecho que trata de probar la honradez del solicitante en distintos procedimientos legales, y para acreditarla en este caso se asegura de que el deudor no cuente con prácticas de dudosa ética o legalidad en su historial económico. Básicamente, este mecanismo va dirigido al deudor que haya llegado al punto de la insolvencia debido a circunstancias totalmente sobrevenidas acordes a un cambio espontáneo e impredecible del mercado o de su propia vida.
¿A qué perfil de persona le puede resultar interesante?
Desde el despacho Abogados para tus deudas, especializado en este mecanismo, revelan que esta ley resulta especialmente interesante para “aquellos autónomos cuyos proyectos de emprendimiento en su día fracasaron y cayeron sobreendeudados”. Sin olvidar tampoco “a todos aquellos particulares (personas físicas no empresarias y familias) que se encuentran en una situación de insolvencia y tienen dificultades de pago en sus préstamos personales, hipoteca, tarjetas o minicréditos…”.
Todos ellos, eso sí, tienen un denominador común, que no es otro que el objetivo que persiguen. Tal y como reconocen desde el despacho este es “poder emprender nuevos caminos y proyectos desde cero sin estar permanentemente atados a una deuda que nunca podrán satisfacer”.
Un salvavidas en tiempos de Covid-19
“Desde que se iniciara la pandemia en marzo de 2020, se triplicaron tanto las entradas de casos como las llamadas y los formularios rellenados por deudores que solicitaban información”, relatan desde el bufete. Unas estadísticas que revelan el sentir de muchos solicitantes “que encuentran en esta ley su única vía de escape”.
Además, desde Abogados para tus deudas ponen en valor “lo que esta situación está contribuyendo a dar visibilidad a la Ley de la Segunda Oportunidad, una ley que es muy desconocida, pero que ofrece unos resultados reales a todo aquel deudor que se acoge a ella".