Del Viernes, 26 de Septiembre de 2025 al Miércoles, 15 de Octubre de 2025

Los primeros momentos de la Covid-19 desde una perspectiva rural
--- Alberto del Bosque González, de Horcajo de las Torres, es politólogo y miembro de Ágora-Ávila.
Discurría el viernes 13 de marzo de 2020 cuando la mayoría de los españoles observábamos en los medios de comunicación, ya fuera en nuestras casas o en lugares de ocio, el comunicado oficial del Presidente del Gobierno de la Nación, mediante el cual se ponía de manifiesto la puesta en marcha de uno de los 3 estados de excepcionalidad del artículo 116 de la Constitución.
No era otro que el Estado de Alarma. Esto suponía que entraría en vigor el día después con su publicación en el BOE, siendo la segunda vez que se utilizaba desde la transición. En este caso, y como todos ya sabemos, debido a la situación a la que nos estaba llevando la pandemia internacional por la Covid-19 (SARS-COV-2), considerada de tal forma por la OMS unos días antes.
Tras este momento tan exaltante, los ciudadanos de este país se preguntaban atónitos que significaría para ellos y sus familias el vivir bajo una situación tan alarmante. Las informaciones desde todos los medios llegaban en masa y de muy variadas opiniones, pero no con la claridad y concreción que la situación merecía.
El miedo y la preocupación se empezaban a apoderar de las personas más débiles en especial, y en general, de todos. En esos instantes y los venideros en los que España parecía tener un único salvador ante tal gravedad, aparecieron los 8131 municipios, con su “limitada” autonomía local y en su gran mayoría menores de 5000 habitantes (el 74,62%), para aportar un poco más de luz al final del “túnel” en el que no sabíamos que nos estábamos metiendo.
Por un lado, a nivel de sensibilidad y personal, todos somos conscientes de que cuando las cosas se ponen feas nos aferramos a aquello que tenemos más cerca y, por ende, que nos conoce más y mejor. Y por otro, porque la autonomía municipal es verdaderamente.
importante para el desarrollo diario, siendo el ayuntamiento la primera administración a la que acuden los ciudadanos para informarse y solventar sus problemas más comunes.
Esto último surgió como condicionante para que los entes locales del medio rural asistieran a sus vecinos diariamente, de forma que se los facilitara el acceso a la información, sirviendo de apoyo con la prestación de los medios de lucha contra el virus (gel desinfectante, mascarillas y productos de desinfección) y, a su vez, les sirviesen como conexión con las demás administraciones.
Durante los días más duros del confinamiento (especialmente abril del 2020), cuando nos apenaba la muerte de cientos de compatriotas, alentábamos a los sanitarios para que, de una forma casi inhumana, luchasen en esta gran batalla. En unos momentos en los que la libertad se condiciono a ir a trabajar, comprar o pasear a tu mascota, fue cuando esos tradicionales bandos locales y anuncios, informaban a la población de la situación en la que se encontraba en cada momento el municipio, se animaba a las personas y se clarificaban las medidas que se habían implantado desde las distintas administraciones.
Más pronto que tarde, los alcaldes y concejales se pusieron a trabajar para conseguir los bienes más preciados en ese momento, ya que su importancia era vital y había una lucha “encarnizada” en el mercado de las mascarillas y los geles. Aun así, gran parte de ellos consiguieron hacerse un hueco en ese tan descabellado negocio y realizar la compra urgente de todo lo necesario para sus vecinos, aunque eso conllevase utilizar parte de los créditos de las cuentas públicas que no iban destinados a ese tipo de compras. “Todo fuera por salvar vidas”.
Además, en un periodo breve de tiempo se crearon por toda España lo que yo denomino “grupos de voluntarios locales anti-covid”, que muchas veces surgían de entre asociaciones ya creadas o se creaban para tal efecto para combatir el coronavirus. Estos voluntarios ayudaron a higienizar los lugares con mayor afluencia de ciudadanos (ya fueran públicos o privados), confeccionaron mascarillas, llevaron alimentos a la población dependiente, etc.
Fueron también unos días en los que el clivaje urbano-rural se hizo muy latente. La forma de vida que se llevaba a cabo en tiempos de pandemia en el medio rural era ansiada por los habitantes de las grandes ciudades, aunque solo fuera por la simplicidad de darse un paseo por el campo. Por su parte, en el medio rural se miraba con desasosiego y preocupación lo que sufrían los compatriotas de la urbe. Llegaron a sufrirse momentos de tensión debido a las informaciones viles y nada elocuentes que ciertas personas difundían en torno a que la gente con vivienda en ambos sitios, ya que en las grandes poblaciones era donde el virus estaba ocasionando la mayor parte de los contagios y, a su vez, de las muertes, provocando una sensación de preocupación y miedo a que eso pudiera pasar en sus municipios.
No obstante, y, ante todas las inclemencias posibles, fuimos superando, aunque no fuera totalmente, uno de los momentos más complicados de nuestras vidas, en el cual todavía estamos inmersos. Pero, si una cosa hay que sacar en positivo de lo ocurrido, es la unión que en los pequeños núcleos de población facilita la lucha contra circunstancias adversas. El medio rural ha protagonizado uno de los ejemplos que deben quedar gravados en la historia de la lucha contra el virus por su solidaridad, responsabilidad y coordinación.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.50