Con él negociamos, hace más de 42 años, por encargo del entonces secretario general del PSOE de  Ávila, Eduardo Cabezas Ávila, la integración en el PSOE con cuantos militantes del PSP abulense lo quisieran, tras el pacto al que habían llegado a nivel nacional José Bono por el PSP y Alfonso Guerra por el PSOE,  rubricado en mayo de aquel año. 

Si no me falla la memoria, en esa reunión del final de la primavera, quedaron claros los términos en los que se materializaba la integración, haciendo especial hincapié en que los integrados conservarían su antigüedad de militancia, poniendo de relieve lo que en aquellos tiempos significaba la pertenencia a un partido político de la democracia recién llegada. Queríamos ser ya militantes con solera, comprometidos y entregados, aunque hiciera apenas un año que aquello era posible. 

Poco tiempo después, se celebraría un congreso provincial en El Tiemblo donde Rafael Ruiz Requena sería elegido como secretario general, en una Comisión Ejecutiva Provincial que por primera vez integraba a todos los socialistas abulenses, que nacía con unas ganas enormes de trabajar por nuestra provincia y extenderse por unos municipios deseosos de tener contacto con los representantes de un viejo partido que todos reconocían porque muchos lo habían ya votado en las elecciones generales de 1977, donde resultó elegido senador por nuestra provincia José Federico de Carvajal y Pérez. 

Recuerdo el trabajo de Rafael en aquella Comisión Ejecutiva Provincial, de la que formé parte como secretario de Política Municipal, porque en la vieja Casa del Pueblo de la calle San Juan Bosco de Ávila, tomada por los compañeros de la UGT el año anterior, enseguida nos pusimos manos a la obra, preparando las elecciones generales y municipales que se celebrarían en 1979, sorprendiéndonos Rafael a todos con la edición de un dazibao, al mejor estilo maoísta, que resumía, en la entrada de la Casa del Pueblo, las noticias de interés, los pensamientos más relevantes o las acciones más importantes en las que trabajaba la CEP y el PSOE a nivel estatal. 

Tras la celebración del XXVIII Congreso ordinario del PSOE en Madrid, en mayo de 1979, y del posterior extraordinario de septiembre de ese mismo año, Rafael fue elegido miembro del Comité Federal del Partido y a partir de ahí su militancia le llevó a servir en diferentes cargos orgánicos y políticos, tanto a nivel local como provincial o de candidato en las primeras convocatorias de elecciones generales, incidiendo siempre su labor en pro de la cultura, del diálogo y del entendimiento con la sociedad que él tan bien conocía. 

Todo ello lo conjugó con su dedicación, como licenciado en Derecho, a la Administración General del Estado en Ávila, como secretario de la Dirección Provincial de Educación,  desde la que atendió a tantas generaciones de enseñantes de la capital y la provincia, continuando en 1983, en la entonces recién creada Administración autonómica en Valladolid, como secretario general de la Consejería de Fomento, durante el Gobierno de Demetrio Madrid y luego en otras áreas de la misma, donde se jubiló felizmente pasados los años. 

Ahora, cuando la ultraderecha regresa al panorama político de nuestro país, a veces de forma tan obscena e intimidatoria, quiero recordar una anécdota que compartí con Rafael el 23 de febrero de 1981, sobre las 19 horas, en la Casa del Pueblo antes aludida,  donde coincidimos varios miembros de la CEP, seriamente preocupados por el intento de golpe de Estado que acababa de provocar Tejero. 

Espontáneamente tres o cuatro miembros de la ejecutiva nos acercamos a informarnos de lo que sucedía y a sacar la documentación más comprometedora para nuestros afiliados. Alguien habló de irnos en grupo a algún lugar, pero fue Rafael quien, con el mejor criterio, opinó que lo más sensato era desperdigarse para no caer todos juntos si se daba el caso. 

Después, cuando supe el lugar donde él había estado esperando la solución del fallido intento, la Peña Flamenca Don Antonio Chacón, de la que Rafael fue fundador e impulsor como buen granadino aficionado al flamenco, no pude por menos que coincidir con su acierto tan andaluz, como a él siempre le gustaba ser. Pero lo que nunca me dijo fue donde escondió las fichas de los militantes con sus datos y direcciones que, de haber prosperado el golpe, hubiera sido una pista fatal para los que allí figuraban.  Solo me dijo un dato: bajo tierra. 

En 2016, presidiendo la Gestora Provincial del PSOE abulense, Rafael me envió una carta solicitando la baja del partido por cuestiones personales y así lo tramité. Días después, en el jardín del Recreo, donde tantos ratos socialistas habíamos compartido, volvimos a cruzarnos, nos dimos un abrazo y continuamos charlando amigablemente, como siempre habíamos hecho, de la vida, de las circunstancias y de tantas cuestiones como quedaban por arreglar en este mundo. Seguía siendo el socialista que siempre había sido, tan entrañable y tan cierto, tan fiel a sus ideas y, tras su jubilación, con una especial dedicación a la literatura.

Hoy, con el corazón lamentando su injusta pérdida, quiero enviar a su esposa y a toda su familia, a sus amigos, a sus compañeros, mi pésame más sentido y emocionado. Descansa en paz, compañero Rafael. Tu ejemplo siempre estará con nosotros.