Del Viernes, 26 de Septiembre de 2025 al Domingo, 28 de Septiembre de 2025
Puro teatro
En Ávila, mis ojos,/dentro en Ávila./En Ávila del río,/mataron a mi amigo,/dentro en Ávila. (Villancico anónimo, siglo XV)
Cuando la ciudad se convierte en personaje de comedia, cuando sus monumentos históricos son el escenario natural de acontecimientos de recreaciones legendarias, cuando la muralla se teatraliza, cuando sus palacios, jardines y barrios antiguos son el decorado natural de entretenidas comedias, dramas heroicos o dramas imposibles, parece que los habitantes de tan noble territorio se transforman, por un instante, deseando descubrir la identidad cultural que tanto le une.
Y todo ocurre en asentadas programaciones que pasan por rondas de leyendas, mercados medievales y espectáculos escénicos y circenses.
Ávila fue el territorio elegido para representar ‘La Farsa de Ávila’ en 1465 donde quedó entronado el efímero rey que debió ser Alfonso XII, hermano de Isabel la Católica tristemente fallecido en la vecina localidad de Cardeñosa.
Con el nombre de ‘La Farsa de Ávila’ se denomina la ceremonia de destronamiento y destitución del rey de Castilla Enrique IV en favor de la proclamación de su hermano que reinó efímeramente con el nombre de Alfonso XII.
El suceso tuvo lugar en Ávila el 5 de junio de 1465, y la extravagante representación teatral, que es lo que se entiende por farsa con algo de verosimilitud, significó que la ciudad se convirtió en un soberbio escenario con el que ha pasado a la historia.
Ávila fue la ciudad tablado del primer auto de fe inquisitorial que promovió Fray Tomás de Torquemada en 1491, que luego pintó Berruguete con suma maestría y sobre cuyo proceso Lope de Vega escribió un siglo después la obra ‘El niño de la Guardia’.
Ávila fue el lugar escénico del descubrimiento del varón apostólico y primer obispo de Ávila ‘San Segundo’ sobre quien Lope de Vega escribió ‘La Comedia de San Segundo’, obra escenificada en 1594 dentro del programa teatral elaborado con motivo de la Traslación del santo y patrón de la ciudad, de la que el cronista Antonio de Cianca reseñó:
“Representado el auto del bienauenturado san Segundo públicamente a la ciudad en el patio del hospital de la Madalena de Áuila, donde se representan las comedias que en ella públicamente se hazen”.
Las calles y plazas Ávila han sido históricamente espacios teatrales abiertos al espectáculo callejero donde tenían lugar exhibiciones de comparsas, gigantones, tarascas y otros animales alegóricos
Sabemos que el 18 de diciembre de 1474, los moros con sus danzas de espadas y ‘momos’ o representaciones en el Mercado Grande actuaron en los festejos organizados con motivo de la proclamación en Ávila de los Reyes Católicos.
Ávila tiene tradición cómica y gusto por el teatro, y ello ha sido siempre una constante entre las aficiones de los abulenses, pues no en vano contó Ávila desde finales del siglo XVI con una casa de comedias: el patio del Hospital de la Magdalena, colindante por el norte con el Mercado Grande.
Fueron muchas las representaciones celebradas en la Magdalena hasta el cierre del teatro en 1801, contándose por centenares las funciones, danzas, títeres y volatines.
Desaparecida la casa de comedias de la Magdalena, el teatro que se representa en el Mercado Grande lo es entonces al aire libre, o en barracones instalados durante las fiestas y ferias.
Años después, el característico ambiente teatral de la plaza del Mercado Grande se propaga de nuevo gracias a las funciones que se realizan en el café Pepillo, inaugurado en 1873, y en el Coliseo Abulense, abierto en 1906 en la cercana calle Estrada.
Durante los siglos XIX y XX será la antigua iglesia de San Joaquín reformada luego como Teatro Principal el escenario de Ávila.
Ávila reivindica en 1881 el teatro en la figura de Pedro Calderón de la Barca, a quien homenajea en el segundo centenario de su muerte y puso su nombre al jardín del Rastro.
La celebración de la efeméride de Calderón se prolongó durante tres días con la construcción de un arco, el engalanamiento de calles, actividades culturales, una representación teatral, la inauguración de un busto del escritor, procesiones cívicas, funciones religiosas, actuaciones musicales y fuegos artificiales.
Ávila se vuelca en 1933 con el teatro en la figura de Eduardo Marquina por su obra ‘Teresa de Jesús’ y toman su nombre para una de sus calles, lo mismo que hizo después con otros dramaturgos como Jacinto Benavente en 1964 y José María Pemán en 1969, para acabar concediendo el Premio Nacional de las Letras Teresa de Ávila al autor teatral Fernando Arrabal en el año 2000.
La mayoría de los autores teatrales reseñados nominan hoy el callejero abulense, en el que también destacan otros literatos y escritores, como Garcilaso de la Vega, Cervantes, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Bécquer, Gabriel y Galán, Carlos Luís de Cuenca, Jorge Santayana o Enrique Larreta.
Y toda nuestra historia teatral, y la de autores como Eugenio de Tapia o Juan Sedeño, ha sido investigada, estudiada y contada por José Antonio Bernardo de Quirós en diversas publicaciones de sumo interés.
Ávila recuerda su historia legendaria en el teatro que se hace presente cada año en la ronda de las leyendas recreando antiguos pasajes de su época medieval más gloriosa. Toda la ciudad histórica sigue siendo un gran escenario estable y permanente.
Pero Ávila hoy no tiene corrales de comedias, ni uno de esos coquetos teatros de provincias, aunque dispone de otros espacios multifuncionales donde se hacen funciones de forma puntual y espectáculos diversos en fechas festivas.
Y los pueblos del alfoz abulense tampoco disfrutan de la magia teatral, una vez desaparecida también su práctica como entretenimiento que, antiguamente, promocionaban maestros, párrocos u otras personas que destacaban por ser más leídas.
Y es que desde que desaparecieron las compañías de cómicos que recorrían pueblos y aldeas, también la capital, las gentes del medio rural se quedaron huérfanas de tan emocionante actividad que quedó relegada a actuaciones esporádicas en época veraniega.
Entonces, y más ahora, son los actores amateurs y aficionados los que se ocupan de llenar un vacío que precisa especial dedicación por el gran interés que despierta entre un público ávido de atenciones artísticas.
Y entre las compañías abulenses actuales suenan los nombres de grupos de aficionados como Jufran, Nueva Escena, Escabel o Tercera Frontera, verdaderos herederos de aquellos cómicos de la legua que recorrían pueblos y ciudades repartiendo cultura.
Al mismo tiempo, los escolares abulenses encuentran el mejor ambiente teatral en el IES Isabel la Católica, el CEIP Santa Teresa y en el CRA Miguel Delibes de Mingorría, sin olvidar los certámenes de aficionados de El Barco de Ávila y de Arévalo, también de Candeleda, verdaderos yacimientos culturales.
Qué maravilloso ambiente festivo se respira en estas convocatorias, donde la genialidad de niños y jóvenes arropados por docentes, monitores, autores, padres y familiares, vecinos y público en general logran contagiar una especial querencia por el arte dramático con especial emoción.
Por todo, qué manera de disfrutar.
El teatro entretiene, educa, denuncia, proclama, enseña, recrea, contagia, alegra, entristece, medita, atrae, participa, expresa, decora, viste, engrandece y desinhibe.
Y el actor, probablemente, es mejor personaje que persona, porque en el actuar se aprende, se “modula”, no se improvisa.
Y los escolares, a veces, son mejores actores que estudiantes, me contaba un maestro de pueblo, porque encuentran en el teatro nuevas fórmulas de aprendizaje, nuevas inquietudes, nuevos esfuerzos, nuevos alicientes y nuevos valores siempre por descubrir.
Con todo, y apropósito de las nuevas programaciones en marcha durante abril y mayo de los centros educativos Isabel de Castilla y Santa Teresa en Ávila, y Miguel Delibes en Mingorría, apoyemos cualquier iniciativa en favor del viejo arte dramático que es parte de nuestra identidad cultural y expectativa de un futuro más alentador para las nuevas generaciones.
Benito | Sábado, 20 de Abril de 2013 a las 17:43:13 horas
Y este año se cargan La Ronda de las Leyendas!. (Que se vaya sabiendo).
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