En un momento de polémica por la nueva tasa para los vecinos de la capital, desde el Consorcio Zona Norte, que gestiona el centro, se ha destacado que la cifra de reciclado se encuentra “por encima de la media, del 34,5 por ciento”, según el gerente, Manuel Sanz, quien ha insistido en la “legalidad” de la medida, “de acuerdo al informe del secretario de la Diputación”.

“Los porcentajes-niveles de reciclado que marca Ecoembes, la entidad sin ánimo de lucro que gestiona los residuos, se encuentran por encima de los requerimientos” en una planta manual, como es ésta”, ha explicado.

Entre los 5.540.000 euros de inversión, Sanz ha destacado que se encuentra la creación de una segunda línea de pretratamiento (dos millones de euros) y una planta de tratamiento de lixiviados (580.000), que evitará el traslado de los lixiviados a Cantabria, como se hace ahora. Junto a ello se invertirá en una instalación de biometanización (628.000), compostaje (110.000), maquinaria móvil (un millón), depósito de rechazos (932.000), en servicios generales (196.000) y trituración de voluminosos (29.100).

Las inversiones se encuentran previstas en los 12 años de gestión que tiene por delante la empresa Urbaser, pero la mayoría de ellas se abordarán en los primeros ejercicios del período.

El gerente y el director de la planta, Carlos Román, han acompañado a los periodistas en una visita guiada por las instalaciones, que comienzan en la báscula por la que pasan todos los camiones -a la entrada y a la salida- en un continuo trasiego, llegados desde toda la provincia salvo el Valle del Tiétar, que cuenta con un centro propio.

Proceso de selección
Tras la playa de descarga, en la que se vierte el contenido de los camiones, la primera selección (‘triaje primario’) se hace en una criba rotativa, como un tambor gigante de lavadora, que divide los elementos mayores y menores de 80 milímetros. Estos últimos son enviados a la zona de biometanización.

Los mayores llegan a una cinta transportadora (triaje secundario) donde manualmente varios operarios separan los brick, los plásticos PET -botellas y otros envases, por ejemplo- y el plástico de alta densidad (PEAD) -como envases de productos de limpieza-. Un potente imán quitará los metales de en medio antes de que los restos queden dispuestos para la zona de “rechazo”, que terminará en el vertedero.

Los residuos orgánicos de menos de 80 milímetros que se colaron por los agujeros del gran tambor tienen destino a la zona de biometanización. Allí, en una proporción de 2.000 kilos de restos y 10.000 litros de agua se someten a fermentación anaeróbica en los llamados digestores.

El biogás que se produce se quema para generar electricidad, que sirve de autoconsumo, aportando el sobrante a la red. Separada la parte orgánica del agua, un proceso aeróbico lo convertirá en compost.

Menos basura
La crisis también se ha dejado notar en el Centro de Tratamiento de Residuos, donde el número de toneladas tratadas en 2012 fue de 59.000, lo que supone un 13 por ciento menos a las 68.000 del año 2009.  Desde el comienzo del funcionamiento de la planta se han tratado 750.000 toneladas de residuos.

En el recorrido llama la atención observar los grandes fardos hechos de botes de lejía, suavizante y detergente, los de cartón, los de bolsas de plástico, o los de botes de cerveza y refrescos, de diez kilos de peso en un solo unos centímetros de grosor.