“Como cajera de supermercado me gustaría guardar el anonimato por posibles represalias de los clientes, pero me gustaría decir que la gran mayoría de personas respetan las normas de confinamiento, pero otras muchas no lo hacen, y van a comprar todos los días para cuatro mierdas.

Y además se turnan con sus parejas y llega uno cada día, además de que también vienen a nuestros trabajos a faltarnos al respeto después de que nos hayan impuesto ciertas normas, tanto nuestros jefes como la Policía, pero se creen superiores por el hecho de ser clientes.

Hoy mismo, les cuento un ejemplo, vino la Policía Nacional a decirnos que no dejemos a la gente poner las compras en la cinta hasta que el anterior cliente no haya terminado de recoger las bolsas. Pues bien, hay una señora que se turna con el marido para hacer cada día uno la compra y venir todos los días y poder así salir de casa.

Mi compañera le ha dicho que no pusiera la compra en la cinta hasta que no terminase el otro cliente, pero ella de muy malas formas le ha dicho que ella no tiene porque hacer eso cuando no hay ningún papel donde lo ponga. Además, después de que mi compañera le haya metido toda la compra en las bolsas, de muy malas formas se ha quejado porque nadie le había dicho que metiese nada y le ha hecho sacarlo.

A otro señor le hemos dicho que no tiene que venir todos los días a comprar, y su respuesta ha sido que él va a venir todos los días a comprar porque le da la gana y nadie le manda lo tiene que hacer.

También hay parejas que vienen cada uno en un coche y hacen la compra individualmente en un carro, y se van preguntado la lista de la compra. Es una vergüenza que haya gente así. Y encima tenemos que aguantar estos gestos cuando nuestro nivel de trabajo y estrés está al máximo. 

Y también quiero decir que nosotras estamos expuestos desde el principio, pero no se han tomado medidas hasta después de una semana. Entiendo que hay que priorizar, pero no se nos ha hecho ninguna prueba después del nivel de exposición al que hemos estado y al que exponemos al cliente. Nos sentimos desamparados y asustados, y cada día vamos a trabajar con la mejor de nuestras sonrisas y todas las ganas para poder ayudar a los demás. ¿Quién nos ayuda a nosotras?”