Del Viernes, 26 de Septiembre de 2025 al Miércoles, 15 de Octubre de 2025
Ávila en el paraíso de Sorolla

Ávila ha acogido durante el primer trimestre de este año el paraíso fotográfico del pintor Joaquín Sorolla (1863-1923), y con tal motivo nos acercamos a su figura que queremos reencontrar en la ciudad.
La exposición es un álbum intimista y familiar, y también muestrario de su trabajo artístico. Un expositor de espacios creativos, tanto de estudio como de escenarios naturales que ahora recuperamos.
Y en este trashojado de imágenes descubrimos la ciudad de Ávila, si no de forma gráfica sí entre los recuerdos del largo peregrinaje del pintor plasmando viejas estampas de su historia monumental y antiguas costumbres y atavíos de sus gentes; en el epistolario donde Ávila aparece como fuente de inspiración o motivo de felicitación, o como imagen de postal añorada; en las lecturas librescas compartidas de nuestra historia abulense; en el trato con interlocutores amantes de esta tierra y su tradición; en los retratos del pintor de personajes de raigambre o herencia familiar abulense, de los que testimonian su querencia en hermosos cuadros y textos literarios; y en los retratistas que también fotografiaron Ávila.
Ávila ha sido tiempo atrás escaparate en imágenes del universo de Sorolla en la exposición que mostrada en el Observatorio Activo “Ávila 1.131” de la mano de la Fundación Tatiana de Guzmán El Bueno y el Museo Sorolla, de la que es comisario el académico fotohistoriador Publio López Mondéjar y coordinadora Lucía Laín.
El paraíso de Sorolla exhibido está formado entonces por instantáneas secuenciales de toda una vida en la que el pintor se presenta quieto, enamorado de su esposa Clotilde, alegre padre de familia, con una mirada penetrante hacia la cámara, pensativo y taciturno, desfilando con elegancia entre caballetes,frenético viajero por España y América, maestro de disciplinados alumnos, sentado frente al lienzo, y la mayoría de las veces luciendo un traje que en ocasiones cubre con una bata blanca.
Las posturas y poses que adopta el artista, los personajes, modelos y tipos que retrata, los paisajesy la atmosfera que pinta, son los motivos atrapados en el tiempo por afamados fotógrafos y guardados en cartones estampados con una pátina sepia derivada del blanco y negro. Son fotos de juventud, de familia, en el estudio, de amigos y clientes, a plena luz, de madurez y de los últimos días del propio Sorolla.
En los distintos capítulos vitales de Sorolla se cuelan textos de Blasco Ibáñez[“su existencia fue tranquila y laboriosa, como lo fue la de los frailes pintores”], Azorín [“Sorolla, pintor sereno y dueño de sí”], Juan Ramón Jiménez[“el cuadro parece un sueño”] y Cecilio Pla [su actividad era extraordinaria, nos asustaba a todos”].
Entre los personajes retratados vemos al dramaturgo Jacinto Benavente, autor del drama “La Malquerida” basada en una historia ocurrida en un pueblo al sur de Gredos, y al comisario regio de turismo Benigno de la Vega Inclán, a los que se suman los fotógrafos artífices de las fotografías(Franzen, López de María ‘Campúa’, Diego González Ragel, Ramón Mª Marín, Antonio Cánovas “Kaulak”, Alfonso Sánchez, etc.) todos ellos encabezados por Antonio García, suegro de Sorolla, y retratistas también que lo fueron de la ciudad de Ávila.
Finalmente, entre los que acompañan al pintor en la singular escenografía de su oficio vemosamigos, artistas, tertulianos, discípulos, escritores, magnates, campesinos, bañistas y viandantes.
Una vez transitado por el viaje en el tiempo de Sorolla a través de su particular álbum ahora expuesto, del que se han seleccionado un centenar de imágenes, incluidas también las recogidas en el catálogo, de una colección de más seis mil fotografías, recuperamos los puntos de encuentro de Ávila con el artista, un pintor de proyección internacional que puso a la ciudad y sus gentes en el cosmos pictórico de la historia del arte.
Lo que hacemos buceando en su rico epistolario con Aureliano Beruete, Eduardo Chicharro, Laura Hernández, Güido Caprotty, Enrique Mª Repullés, etc.; en los retratos que hizo de personajes que tuvieron especial asiento en Ávila, como Félix de la Torre y su esposa, el futuro Duque de Parcent y su familia,el arquitecto Repullés o el Duque de Alba, por ejemplo; en los cuadros que pintó de la ciudad y sus gentes, la cualvisitó en 1910, 1912 y 1913; y en las fotografías antiguas de la población conservadas en la colección atesorada por el pintor.
En este viaje que realizamos desde Ávila por el paraíso de Sorolla,de quien obviamos su biografía por ser de sobra conociday cuya fama le precede, descubrimos que la plasticidad de la ciudad le llega de la mano de Eduardo Chicharro y Agüera, aventajado discípulo suyo y pintor consagrado.
Efectivamente, en esta época de 1908-1909, Sorolla visita el taller de Chicharro,pintor abulense de adopción que ejercía de profesor y guía artístico presentando la ciudad como modelo pictórico para sus alumnos, y cuyo espíritu y alma castellana traslada a su estudio madrileño de la calle Ayala, y dondeel pintor Diego Rivera trabajaba sin descanso.
De este encuentro,la hija de Rivera recuerda: “Sorolla estudió sus cuadros con detenimiento, y complacido pidió le mostraran otros lienzos. Después de revisar la obra [que incluía seis vistas de Ávila]con buen ojo crítico, el comentario de don Joaquín sorprendió al propio Rivera: -Usted tiene en esos dedos una fábrica de billetes. Su pintura es excelente; sin duda tendrá un gran éxito en la profesión” (Guadalupe Rivera Marín, Diego el rojo, 1997).
Paradójicamente, en 1934, superada la influencia española y en plena euforia muralista, los enemigos políticos de Diego Rivera, viejos correligionarios del Partido Comunista, le llamaron en tono burlesco y despreciativo “El Sorolla Mexicano”, “El Sorolla Azteca” y “El Sorolla Tlaxcalteca”. El insulto venía por viejas rencillas políticas y la acusación de aburguesamiento por algunas de las composiciones folclóricas y pintorescas de sus murales.
Paseando ahora por el imaginario y biblioteca de Sorolla, encontramos la ciudad histórica de Ávila, la de tiempos de Felipe II, entre las lecturas del pintor, y todo gracias al ejemplar que el 15 de mayo de 1909 le envía Federico de Sousa, militar y yerno del pintor José Jiménez Aranda que le había retratado en 1901, diciéndole:
“Por este correo remito a V. el libro ‘La gloria de Don Ramiro, que el Sr. Larreta dedica a V. por si en la travesía [viaje de vuelta de sus exposiciones en Nueva York, Buffalo y Boston] quiere hojearlo”. En el libro figura la siguiente dedicatoria: "Al gran artista Joaquín Sorolla,/ su admirador entusiasta/ E. R. Larreta”.
Por fin, en 1910 Sorolla decide visitar Ávila, y la primera impresión que le produce la ciudad, según dejó escrito el 26 de marzo de 1910, denota una sorprendente atracción por la dureza de esta tierra:
“Yo no sé lo que me ocurre con la luz de Ávila y el frío mezclados, que sin sentirme mal, hay algo que te quita el deseo de pintar a gusto, será la triste pobreza de esta naturaleza. No lo sé, pero al mismo tiempo atrae la severidad… Me fastidia lo castellano, es demasiado bárbaro”.
Desde aquíenvía una postal de Ávila a su amigo el ingeniero e ilustrador Pedro Gil Moreno, quien le contesta el 4 de abril envidiando la hermosura de la ciudad nevada. Igualmente, escribe sendas cartas a su esposa Clotilde y a su amigo el pintor Aureliano Beruete.
Y de Beruete, Sorolla recuerda la misiva del 30 de mayo de 1909 dondeaquél le decía que “ha tomado una casa en Ávila para trabajar cómodamente en agosto y parte de septiembre”, donde coincide con los pintores Chicharro y Villegas, según cuenta en otra carta del 15 de agosto siguiente,señalando que trabaja cuanto puede en los alrededores, con vistas a la ciudad y sus murallas, en medio de un paisaje “árido y gris, con los amarillos del campo agostado y de los rastrojos. Es tremendo armonizar todo esto, pero es la naturaleza, la verdad, y es siempre hermoso”.
A pesar de todo, o mejor dicho por todo, Sorolla pinta la luminosidad del cielo abulense y el dorado radiante de sus piedras que reflejan el puente sobre el Adaja, las arquivoltas del pórtico meridional de la basílica de San Vicente, la fachada norte de la catedral, y la portada del palacio de los Dávila.
Son cuatro cuadros de 104x82 cms de rápida elaboración realizados durante los días del 25 al 28 de marzo en la ruta que le llevará a Burgos, donde una nevada le hará regresar a Madrid.Es posible que en este viaje, Sorolla tuviera intención de ir a Salamanca desde Ávila, como reseña el arquitecto Enrique Mª Repullés, restaurador de los monumentos abulenses (Muralla, San Vicente, Mosén Rubí, etc.) y también autor del estudio y mansión palaciega que Sorolla va a construir en Madrid.
Entonces, Repullés que se afincaba en Ávila durante largas temporadas y de quien Sorolla acaba de pintar un retrato de medio cuerpo, escribe el 23 de marzo a Unamuno para presentarle al pintor en su inminente visita a Salamanca, al mismo tiempo, en otra carta del 4 de abril le pregunta “¿Qué tal Ávila? Tengo ganas de verle para que me cuente sus impresiones”.
De la estancia de Sorolla en Ávila dio cuenta el periódico “La Correspondencia de España” del domingo 27 de marzo de 1910: “Se encuentra en esta capital el ilustre pintor Sorolla. Ha visitado los más importantes monumentos, de los que ha hecho un cumplido elogio. Amigos y admiradores dedican a Sorolla delicadas atenciones”.
Igualmente, el diario valenciano “Pueblo” del martes 29 de marzo informa que “el pintor Joaquín Sorolla ha visitado la Basílica de San Vicente, tomando apuntes para un cuadro”.
Y a la vez que Sorolla recorre las calles de Ávila, el tren mixto que para en la estación abulense lleva entre sus ilustres pasajeros al socialista Pablo Iglesias y al escritor Benito Pérez Galdós, a los cuales se une en el siguiente tren el republicano Félix de la Torre, quienes darán un mitin electoral en Valladolid (“La Correspondencia”, 27/03/1910).
Sobre estos personajes se da la circunstancia de que Galdós y Félix de la Torre con su esposa habían sido retratados por Sorolla en 1894.
Meses antes de la segunda visita de Sorolla a Ávila, el 5 de enero de 1912, muere el pintor Aureliano Beruete, y su amigo Sorolla abre su casa y estudio madrileño para una magna exposición de su obra con 666 cuadros, antes de que se dispersaran entre museos, clientes y coleccionistas.
La exposición fue inaugurada por los reyes y la misma permaneció abierta del 17 al 16 de abril, y allí están algunos de los cuadros de Ávilaque había pintado Beruete en 1909, sobre los que Emilia Pardo Bazán escribe:
“Viajero incansable por España, y sobre todo Ávila, que retrató en su panorama austero, en sus huertas, en sus murallas rudas y dramáticas, en su agostadas eras, en su traza castellana cerrada, firme, con vistas al cielo”(La Ilustración Artística, 29/04/1912).
Pocos días después de clausurar la exposición de Beruete, Sorolla viaja a Ávila acompañado de su amigo el pintor sueco Anders Zorn, y así lo cuenta a su esposa el 11 de mayo de 1912:
“Tres botellas de champagne nos bebimos de Madrid a Ávila. Zorn es una cuba insaciable, al final ya no podía entender lo que decía, él quería marearme y no lo consiguió, pues a pesar de que bebí más de lo que tengo por costumbre, le pude engañar y él fue el que quedo en el wagon medio pipo, ¡qué lástima de hombre!”.
En Ávila permanece hasta el día 20, tiempo suficiente para pintar los cuadros “Tipos de Ávila”, “Vista general” y “Murallas de Ávila”, así como los estudios preparatorios para su obra “Castilla. La fiesta del pan”, trabajos que en este último caso completó con tipos y figuras que aparecían en las fotografías de Laurent (“Sorolla y la Hispanic Society”, 1998).
Igualmente, toma nota de la fuente del Pradillo adquiriendo varias postales de la misma, una de las cuales se la envía el 13 de mayo de 1912 a su amigo el ingeniero y artista grabador Pedro Gil Moreno de Mora. A su vez, Sorolla recibe una postal del Mercado Grande remitida el día 21 de mayo por Luis María de Silva y Carvajal (Conde de la Unión emparentado con los linajes abulenses de Parcent y Abrantes) quien espera acompañarle en Ávila para almorzar si todavía sigue allí.
En este viaje, Sorolla debió interesarse por la adquisición de obras y antigüedades para su mecenas americano Archer M. Huntington, de ahí que el aparejador de Ávila, Victor Gil Jiménez, le escribiera el 31 de mayo de 1912 diciéndole:
“Cumpliendo con su encargo que V. me hizo me informé del precio de la portada Renacimiento que V. vio en la calle de los Caños [donde están las casas-palacio del duque de Parcent y de Pedro del Águila). Ayer contestó el dueño el cual pide 2.500 ptas. y dejar además la puerta en condiciones de hacer servicio. Según dice, esa cantidad se la ofrecieron ya en otra ocasión. Respecto al escudo, lo he visto y es muy bonito y seguramente también gustará a V. Pienso hacer una fotografía que enviaré a V. y estoy esperando que haga buen tiempo, porque ahora está nublado y hay menos luz. El dueño no ha querido darme precio hasta tanto que V. lo vea, pero me figuro que no se va a exceder. En cuanto al dueño del toro, me ha preguntado si había alguna noticia del señor americano.Ya me dirá V. lo que decida la portada”.
A este respecto, desconocemos el resultado si dichas gestiones llegaron a buen fin.
Desde Ávila, Sorolla se traslada a Salamanca donde pinta hermosas escenas de tipos populares con indumentaria charra, lo que es fotografiado por Venancio Combau (“Nuevo Mundo”,13/06/1912) tal y como ahora se enseña en la exposición abierta en Ávila.
Un años después, del 15 de mayo de 1913 es la datación de una vista general que pinta Sorolla desde los Cuatro Postes que refleja la parte norte del paisaje que desde aquí se divisa, mientras que la última visita de Sorolla a Ávila se produce en noviembre de 1913, lo que recoge en una carta a su esposa Clotilde el día 4, donde cuenta que ha ido a ver la fuente del Pradillo y que al día siguiente comenzará a pintarla. De esta fuente, Sorolla ya había tomado apuntes el año anterior para el cuadro “La fiesta del pan” y de la misma había adquirido varias postales editadas en Ávila por Lucas Martín.
Por otro lado, en Ávila descubrimos que la pintura rompedora de Joaquín Sorolla se ocupa de nuestros personajes célebres con los que creamos relaciones de paisanaje compartiendo espacios e identidades comunes.
Entre ellos, actualmente se exhiben en el palacio de Superunda, que adquirió el pintor Guido Caprotti (1887-1966) y que ahora es museo municipal, dos grandes retratos de cuerpo entero, uno de Félix de la Torre y otro de su esposa Laura Hernández Acuña pintados en 1894 y cedidos por Ana Isabel Aizpurúa de Caprotti. Félix de la Torre entró a formar parte de la singular historia abulense en 1894 al emparentar con Bernardino Melgar cuando contrajo matrimonio con Laura Hernández, hermana de la esposa del marqués de Benavites, dueño del palacio renacentista construido por el regidor Juan de Henao.
Y más aún, su memoria toma asiento en Ávila cuando en 1920 su hija Laura de la Torre (1895-1988) se casó con el pintorGüido Caprotty y ambos se afincaron en 1930 en el palacio de los Superunda o del regidor Ochoa Aguirre. Antes, Félix de la Torre había luchado ardientemente en Ávila por obtener el escaño de diputado a Cortes Generales por el distrito de Barco-Piedrahita que perdió escandalosamente frente a Jorge Silvela (“El País”, 28/05/1910).
Más aún. Sorolla realizó unos ocho cuadros de la familia de la Torre (1 retrato de Félix de la Torre, 1 de su esposa y 2 de sus hijos; 2 retratos de Silverio de la Torre y 1 de su esposa; y 1 busto de Manuel de la Torre), además de colaborar en la revista “Apuntes” que regentan Félix y Silverio de la Torre con 6 ilustraciones insertadas en otras tantas entregas de la novela “Las brujas” de José Mª Pereda (“Apuntes”, 22/03/ y 10/05/1986).
La cercanía de Sorolla con la familia De la Torre, se observa en la carta de su Laura Hernández de la Torre del 10 de marzo de 1914 pidiéndole recibir a la Srta. O`Neill, estudiante estadounidense que está interesada en conocerle y estudiar con él, carta que finaliza diciendo: “Recuerdos a Clotilde así como a sus hijas y creo que aunque hace mucho que no nos vemos me acuerdo mucho de Vd. y siento verdadera satisfacción cuando oigo o leo que Sorolla es una de las glorias de España, Su afectísima amiga”.
Güido Caprotty, por su parte, mantiene también esta amistad familiar con Sorolla, tal como prueban las felicitaciones y muestras de admiración que le remite en cartas fechadas el 5 de junio y 24 de diciembre de 1918, así como en la postal de la basílica de San Vicente enviada el 15 de agosto de 1919.
Otro cuadro de Sorolla con personajes de linaje abulense es el que hizo en 1905 a la familia del duque de Parcent cuando tenía diez años, dueño y patrono que lo fue en Ávila del palacio y la fundación de Mosén Rubí. La pintura de Sorolla fue concebida como un díptico, donde en una parte se representaba a Estanislao Granzow y en la otra a la esposa con su hijo. La pintura se titula la “Familia Granzow”, formada por Estanislao Granzow, su esposa, María del Pilar de la Cerda y Seco, y Casimiro, el hijo de ambos.
Años después, el niño del retrato, Casimiro Florencio Granzow de la Cerda, se reencuentra con Sorolla en Alicante, de cuyo momento le dedica una fotografía fechada el 14 de diciembre con la leyenda: “A mi querido amigo D. Joaquín Sorolla, en testimonio de sincera amistad y profunda admiración”.
Casimiro F. Granzow heredó en 1927 por vía materna el título de II Duque de Parcent y fue encargado de asuntos culturales en Varsovia durante 1939-1946, escribiendo entonces “El drama de Varsovia”, donde cuenta su experiencia durante la segunda guerra mundial en un clima de terror y persecución nazi y soviética y su colaboración en la salvación de numerosos judíos.
Le sucedió su hijo Fernando (1922-2014), III Duque de Parcent, quien fue un entusiasta miembro de la Asociación de Amigos del Museo de Ávila hasta su fallecimiento el 18 de enero de 2014, siguiendo en ello su apoyo al museo abulense al igual que lo hiciera el I Duque de Parcent, activo participante en su fundación en 1911.
Otro hecho sobre la cercanía de Sorolla con la familia Parcent es el producido el 17 de mayo de 1918, cuando los duques, Don Fernando de la Cerda y Carvajal y Dña. Trinidad von Scholtz,recibieron a los artistas franceses en su palacio de la calle madrileña de San Bernardo, en la que los ilustres asistentes admiraron soberbios tapices, grandes mesas, viejos arcones, candelabros labrados, porcelanas chinas y japonesas, tablas de pintores primitivos, lienzos de grandes maestros, obras de Murillo, El Greco y Coello y de pintores de la antigua Escuela española, y el retrato de la duquesa hecho por Raimundo de Madrazo.
Y a esta recepción asistió Sorolla, produciéndose el siguiente diálogo:«-Duquesa, dijo Sorolla a la de Parcent; los artistas debían venir con frecuencia a esta casa. Siempre tenemos cosas que aprender.- Pues abierta está -contestó rápidamente la dama; - con ello me darán una alegría».
Deteniéndonos en retratos que hizo Sorolla que nos recuerdan las antiguas querencias por Ávila a través de sus obras de los personajes que pinta,observamos los del pintor Martín Rico Ortega, acuarelista en las Navas del Marqués;Aureliano Beruete, excelente paisajista del entorno amurallado; Muñoz Degrain, también pintor en Ávila; y Carlos Lezcano, buen retratista de las murallas.
A estos artistas se sumanlos retratos de los escritores Benito Pérez Galdós, viajero en Madrigal de las Altas Torres; Emilia Pardo Bazán,admiradora del paisaje abulense de Beruete; Unamuno, cantor frente a Ávila; Baroja, aventurero por el Valle del Tiétar y Gredos con “La dama errante”; Azorín, cronista de Ávila en su ingreso en la Real Academia; y Juan Ramón Jiménez, quien recorre la meseta castellana transitada por Teresa de Jesús y Juan de Yepes.
Y así mismo,destacamos los retratos del XVII Duque de Alba, Jacobo Fitz-Jamez Stuart y Falcó, heredero del linaje de Piedrahita;del pedagogo e historiadorManuel Bartolomé Cossio, bachiller en Ávila y luego principal representante de la Institución Libre de Enseñanza; del arqueólogo José Ramón Mélida, prologuista del Estudio Histórico de Ávila (1896) de Enrique Ballesteros einaugurador de Museo Provincial en 1911;del arquitecto Repullés, restaurador de los monumentos abulenses;del político y académicoBenigno de la Vega Inclán, promotor del parador de Gredos; y del médico Gregorio Marañón, prologuista del libro del marqués de Aledo “Ávila, notas de arte”.
También en el rico epistolario de Sorolla de su casa-museo encontramos los nombres del pintor Regoyos, quien le anuncia le hará llegar su libro “España Negra” (1899),donde se da una visión dramática y de hermosa tristeza de España, de sus gentes y de sus costumbres, y se incluye un grabado de Ávila; del pintor Hernández Nájera, autor del cuadro “el cordel de las merinas” por los campos de Ávila; del pintor José Villegas que de cuya estancia buscando escenarios nos informa Beruete en 1909; del pintor López Mezquita, que dejó pintorescas imágenes de tipos de Ávila; del pintor Antonio Muñoz Degrain, quien le felicita desde Ávila por la boda de su hija celebrada el 7 de septiembre de 1914; del pintor Daniel Vázquez Díaz, ilustrador cubista de Ávila; del paisajista Winthuysen, diseñador del jardín de San Segundo en Ávila del Marqués de Santo Domingo, quien le agradece sus atenciones por medio de Juan Ramón Jiménez en carta de 1918; y de Mariano Foronda, hijo del cronista de Ávila, que quiere reproducir un cuadro suyo que posee.
Finalmente, en el valioso álbum formado por Sorolla,catalogado por Mª Luisa Menéndez y Roberto Díaz, Ávila figura en la fotografía de Laurent de 1878 tomada del grupo de danzantes asistente a la boda de Alfonso XIII; en la foto de Ángel Redondo de Zúñiga del nuevo mercado de abastos de Ávila proyectado por Repullés en 1898 con dedicatoria del propio arquitecto; en el caserío de Arenas de san Pedro fotografiado por Diego G. Ragel en 1911que también lo hizo de Ávila; y en las postales del Mercado Grande, de la basílica de san Vicente y de un campesino a caballo camino de Ávila. Y con todo, ha quedado así construida la ciudad de Ávila en el imaginario paraíso de Sorolla.
Maria Luisa Bermudez Meneses | Domingo, 11 de Abril de 2021 a las 22:40:03 horas
He sentido mucho perderme esta exposición. Tengo mucha familia en Ávila y mi vida está muy ligada a esa ciudad. Desearía saber como puedo hacerme con un catálogo de la misma
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