Los establecimientos de productos de alimentación han abierto con normalidad. Eso sí, salvo en los supermercados, los clientes han mantenido las distancias y, en algunos lugares, han permanecido a cierta distancia en la calle.

Si en los barrios y calles de pequeños comercios se aglutinaba la gente, en otros apenas si había vehículos estacionados, como en la plaza de Santa Ana. No había problema para aparcar, pero los agentes de la ORA trabajaban como un día normal (el sábado hasta las 14 horas). Los autobuses urbanos han circulado hasta las 16 horas.

Los comercios han colgado carteles anunciando el cierre con la frase “#yomequedoencasa”, algunos con un dibujo de sanitarios y la palabra “Gracias”.

En el Mercado Grande al mediodía, sin terrazas, se podía contar una treintena de personas en todo el recinto de la plaza, casi todos por separado, cada uno a su ritmo circulando y, a pesar de tanto espacio, se ha oído protestar a un hombre porque casi le pilla un chaval en bicicleta. A las 17 horas en el Mercado Grande sólo había tres personas.

Todos los centros públicos se encuentran cerrados “por seguridad”, pero sorprende que en el Torreón de los Guzmanes, sede de la Diputación, se haya aprovechado el pre-estado de alarma para hacer obras en el vestíbulo. En la puerta lo avisaban dos conos, junto a la advertencia que la exposición se encuentra cerrada.

En las iglesias se anunciaba por la mañana que sólo abrían a la hora en que celebran misa, por la tarde han sido cerradas todas.

La estampa habitual del lienzo norte de la muralla repleta de vehículos ha desaparecido, ya que sólo había alguno. En los Cuatro Postes una joven pareja se hacía fotos. Algún ciclista, algún corredor, y los dueños de los perros con sus mascotas. Los parques infantiles, clausurados.