En una jornada primaveral, la plaza del Ayuntamiento se ha llenado más que nunca de vecinos y visitantes ansiosos por contemplar una de las tradiciones carnavaleras más singulares y particulares de la provincia.

Pero si el público ha llenado prácticamente esta ágora, la presencia de cucurrumachos también ha sido igualmente numerosa, con prácticamente un centenar de personas ataviadas de estos seres llamativos y horripilantes. Cada vez son más las mujeres y niños que se suman a esta tradición cada vez más arraigada.

Tras vestirse en los garajes y casas de la localidad, los cucurrumachos han hecho sonar los cencerros que portan en sus espaldas, mientras se dirigían en procesión junto a los siete ‘quintos nuevos’ (cuatro mujeres y tres hombres) hasta la plaza donde en la noche del sábado fue plantado el mayo en torno al cual ha girado este domingo la ceremonia nuevamente.

Mantas pingueras

Además del estruendo de los cencerros, estos seres ancestrales se caracterizan por su singular atuendo compuesto por las tradicionales mantas pingueras de la zona, los sacos y unas máscaras de madera adornadas con crines y colas de caballo, que contribuyen ha otorgarles una imagen aún más desasosegante. También han portado sacos de paja que han ido arrojando a quienes salían a su paso.

La ceremonia de la plaza en torno al gran tronco de chopo ha hecho que, al mismo tiempo que una mujer desde el Ayuntamiento ha ido recitando unas coplillas, los quintos han ido rodeando el mayo, dándolo vueltas hasta que ha llegado el momento en el que se ha recreado la muerte de la vaquilla, representada por uno de los ‘quintos nuevos’, que han vestido traje, dos pañuelos, sombrero negro, cintas, escarapelas y un bastón.

Los quintos de este año han recorrido por la mañana las casas de la localidad para pedir a los vecinos dinero y viandas para celebrar esta jornada festiva y tan especial para el pueblo. Según ha relatado desde el Ayuntamiento la mujer encargada de leer las coplas, han recogido, desde catorce botes de tomate a diez tabletas de chocolate, pasando por una bolsa de gusanitos, huevos, dos litronas, diez botellas de whisky, una de ron… así como 1.028,85 euros.

Ellos son los encargados de tomar el relevo para mantener una tradición que ha contado con el respaldo del presidente de la Diputación, Carlos García, que ha encabezado la representación de la institución provincial, junto al vicepresidente primero, Pedro Cabrero.