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Retrato de Pérez Galdós. öleo de Sorolla. Casa-Museo Galdós de Las Palmas. 1863.Ahora, coincidiendo con la plena actualidad y vigencia de la obra de Galdós, nos acercamos a suextraordinaria figuraa través de la singularidad histórica de Ávila, lo cual nos permite trazar diversos puntos de encuentro, tanto literarios como vitales.
Ávila aparece entonces en el entorno galdosiano, formado por el propio escritor y otros creadores y amigos cercanos que se cruzaron en su fecunda existencia, comoescenarionovelesco o como fuente de inspiración mística, dramática, poéticao artística.
Y así, para redescubrir Ávila en Galdós, es preciso hacerlo buceando en sus obras y en los personajes legendarios de sus escritos, así como en las biografías de sus contemporáneos y amigos que contagiaron su querencia abulense.
El más significativo contacto de Galdós con Ávila lo encontramos en la carta petitoria de una calle para el escritor Enrique Rodríguez Larreta dirigida al alcalde y publicada en el periódico “El Liberal” del 3 de febrero de 1913 que dice:«Redactada por el maestro Galdós y dirigida al excelentísimo alcalde de Ávila, ha comenzado a circular por la Academia, el Ateneo y las redacciones un documento que todos los literatos españoles firman con entusiasmo, y que dice así:
«Los firmantes, escritores y artistas, animados por un espíritu de gratitud y de justicia hacia el insigne autor de ‘La Gloria de Don Ramiro’ y de reciprocidad hacia la América Latina, donde tantos homenajes se rinden a los hombres célebres de España, asócianse con el mayor entusiasmo a la solicitud dirigida a V. E. en ‘El Liberal’ por el ilustre escritor D. Enrique Gómez Carillo, relativa a que se dé una calle de Ávila el nombre de Enrique Rodríguez Larreta, quien con tanto amor ha celebrado y enaltecido los fastos de esa nobilísima ciudad. Madrid, 29 de enero de 1913.
Los primeros que firmaron esta petición que lleva ya, según parece, más de doscientos nombres, fueron los ilustres escritores Sres. Pérez Galdós, Miguel Moya, Alfredo Vicenti, Melquiades Álvarez, Ricardo León, Joaquín Dicenta y Tomás Romero [siguen RamónMª del Valle Inclán, Manuel Bueno, Manuel Machado y otros]. En breve el documento será entregado por uno de nuestros más eminentes literatos al alcalde de Ávila. No dudamos que la ciudad de Santa Teresa accederá gustosa al deseo tan justo como patriótico de los que quieren rendir este homenaje al autor de ‘La Gloria de Don Ramiro’».
Y coincide la reivindicación de Larreta en el callejero de Ávila con el acabado en París del cuadro de Zuloaga representando la modernidad y elegancia del escritor Larreta en contraste con la ciudad medieval, escribió Ramiro de Maeztu (“Nuevo Mundo”,23/01/1913). Del mismo cuadro, Unamuno resaltó la visión de Ávila que envuelve al personaje, al hombre y su alma, al tiempo que afirma que es un acierto que esta novela se sitúe en Ávila, ciudad de santos, caballeresca y monacal (“Por tierras de Portugal y España”, 1911).
Y añadimos,“La Gloria de don Ramiro” es la concreción modernista de los caminos abiertos hacia la belleza a partir de la nueva estética introducida por Galdós en su novela de 1891 “Ángel Guerra”, tal y como ha escrito Magdalena Aguinaga en un estudio comparativo de ambas obras (IV Congreso de Estudios Galdosianos, 1990).
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Larreta, por su parte, contestó a Galdós sobre la propuesta de dedicación de una calle, desde Parísy en el mismo periódico:
«Sr. D. Benito Pérez Galdós. Mi ilustre colega: He leído hace poco en un recorte de “El Liberal”, de Madrid, la transcripción de la solicitud enviada por usted y por otras muy renombradas personas, al Ayuntamiento de Ávila. ¡Dar mi nombre, mi humildísimo nombre, a una de las calles de la maravillosa ciudad de Castilla la Vieja! Pero chito, chitón, como dice la Gramática. No me toca a mí opinar en este caso. ¿Vosotros lo deseáis? Razones tendréis para ello. Hágase ahora la voluntad de Dios y del alcalde...
Dice el periódico que es usted, Sr. Galdós, quien ha redactado el memorial. A tanta honra lo tengo, que eso solo me bastará como recompensa a mis afanes de escritor. Por ventura, ¿puede alguien ostentar ejecutoria literaria más insigne? Ejecutoria escrita por el genial Galdós, por el fecundo y admirable artista cuya inspiración ofrece sin cesar nuevos lauros a su patria, que es también patria mía, pese a los hombres y a las leyes.Ruego a usted, Sr. Galdós, que acepte el testimonio de mi gratitud muy verdadera y exprese igual sentimiento al promotor de la idea, el brillante escritor Gómez Carrillo, y a los generosos firmantes de la solicitud.Su admirador y colega, Enrique Larreta». (“El Liberal”, 13/04/1913).
En cuanto a Enrique Gómez Carrillo, promotor de la misiva, diremos que fue un destacado escritor modernista y periodista guatemalteco afincado en París, amigo de Galdós quien le prologó su obra “Campos de batalla”.
Y fue Gómez Carrillo quien introdujo a Galdós en los círculos literarios de París en 1900 (“El Liberal”, 28/04//1914 y “Anales Galdosianos”, 1998), coincidiendo con el estreno de “Misericordia”y la celebración de la Exposición Universal en la que fue premiado el proyecto de Enrique Mª Repullés de la Basílica de santa Teresa de Alba de Tormes.
Aquí conoció al poeta y dramaturgo Óscar Wilde, así como a Catulle Mendès, autor éste del drama “La Vierge d'Avila: Sainte Thérèse” que fue protagonizado por la divina Sarah Bernhardt en su teatro parisino con gran escándalo en Ávila y España, de lo que ya escribimos años atrás.
Mientras tanto, en Ávila, no fue hasta el 17 de agosto de 1921,cuando la corporación municipal, después de largas reticencias y leer el libro, acordónombrarla calle Enrique Rodríguez Larreta a la que discurre por el Este del Mercado de Abastos hasta la calle Tomás Luis de Victoria.
Deteniéndonos en las novelas de Galdós, todas ellas exhibidas en la exposición, observamos que Ávila ocupa un lugarsignificativo en la novela “La familia de León Roch” (Impr. La Guirnalda, 1878), con la que el autor quiere simbolizar, a través del conflicto de sus personajes, los tópicos de la Castilla tradicional, sin que en este caso la ciudad rezume la emoción y sentimiento que pusieron en ello Unamuno, Azorín y Delibes.
Ávila ejemplifica entonces la metáfora de la lucha religiosa e intelectual que sufre España, representando aquí la sociedad inmóvil e intolerante frente a otra liberal y progresista, lo que se produce a través del temperamento de los protagonistas que se ven impregnados de la mentalidad topografía de los lugares donde nacieron y se educaron (vid. Mª José Sánchez, “Cuadernos abulenses”, nº 3, 1985).
En la novela, Ávila es paisaje y geografía y cita de la fantasía infantil del martirio mitificado por Santa Teresa de Jesús. Igualmente, la tierra abulense,atendiendo a aspectos sesgados de su fisionomía,se describe como pueblo adusto donde se edifica la piedad, páramo de pedregales de suelo desierto alejado de humana sociedad, y claro cielo estrellado que se visiona mejor que en ningún otro paraje del mundo.
Y en este paisaje de la estepa castellana, comenta Clarín sobre la obra de Galdós, no es de extrañar surgiera el misticismo teresiano, igual que los anacoretas encontraban en el desierto de Tebaida su lugar de oración y penitencia.
La figura de la santa abulense Teresa de Jesús vuelve de la mano de Clarín a su novela “La Regenta” (1884-1885), prologada por Galdós en 1901, donde se cita a El Tostado, ilustre hijo de Ávila, como ejemplo de sabiduría teológica, a la vez que se reseñan la lectura del “Libro de la vida” y la experiencia mística de la transverberación para explicar la compleja desconcertante religiosidad de la protagonista, escribe Fidel García (“La Nueva España”, 24/08/2015).
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“Ávila tierra de santos”, eso es Ávila, dijo Galdós al escritor Alberto Insúa a propósito de la novela de 1907 así titulada y ambientada en la ciudad más austera de Castilla, escribió el propio Insúa (“Memorias. Mi tiempo y yo”, 1952).
Por su parte, el poeta modernista Rubén Darío, cuya efigie luce la ciudad de Ávila con la mirada puesta hacia Navalsauz, el pueblo de su amada Francisca Sánchez, logró toda una hazaña entrevistando a Galdós, un gigante de la moderna literatura castellana, reconocido por su “vigor intelectual y poderosa mentalidad” dijo, al mismo tiempo que logró su colaboración para la revista“Mundial Magazine” que editaba en París, tal y como publica en los números de junio y julio de 1912, donde añade tambiénlos encuentros con Pío Baroja, Benavente y Joaquín Dicenta.
Finalmente,en el trance de expiación de Galdós, Amado Nervo, escritor modernista mexicano retratista literario de la ciudad amurallada y declarado gran admirador del novelista en sus crónicas, destacasusilencioso recogimiento en el lecho de muerte.
Entre los numerosos viajes de Galdós, Ávila, y dentro de, Ávila rural,Madrigal de las Altas Torres, la localidadaparece como uno de los pueblos más vetustos y sepulcrales que visita en sus correrías por España, dice el mismo en el prólogo al libro de su amigo José Mª Salaverría (“Vieja España. Impresión de Castilla”, 1907).
En dichas líneas, Galdós recoge otras maravillosas observaciones, aparte de “revelar España a los españoles”,anotó Azorín (“Paisaje de España visto por los españoles”, 1917), autor éste que luego fue el relator de Ávila en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua.
En este viaje, Galdós llega a Madrigal desde Medina del Campo pasando por Moraleja y Blasconuño de Matacabras, pueblos anclados en la tierra como en un mar, por campos morañegos de trigales salpicados de amapolas y atravesados por arroyuelos humildes, y por la vega que riega el rio Trabancos.
En el pueblo, donde crecen lozanas las tradiciones y las ortigas, Galdós destaca la iglesia y su majestuosa torre, la muralla de muros rotos y torres que formaban su cerca militar, el palacio del rey castellano Juan II y cuna de la grande Isabel y luego monasterio de Agustinas, el hospital monumental del siglo XIV y las ruinas del convento agustino extramuros.
Con los peculiares lugareños y los personajes madrigaleños, Galdós construye un relato entorno a los más relevantes, como Gabriel Espinosa, el pastelero “rey de Portugal” que sufrió un proceso y muerte de tintes románticos; el extraordinario polígrafo Alonso de Madrigal “El Tostado” educado en Arévalo, licenciado en Salamanca y obispo de Ávila; y la reina Isabel de Castilla, de la que resume sus éxitos admirables a pesar de sus desaciertos provocados por un hiperemia religiosa, y de quien había escrito años atrás:
«En la uña del dedo meñique de una mujer, Isabel la católica, había más potencia gobernante, más energía política, que en todos los poetas, economistas, oradores, periodistas, abogados y retóricos españoles del siglo XIX». (“Episodios Nacionales: El gran oriente”, 1876).
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Fijándonos ahora en los motivos de la exposición conmemorativa de la Biblioteca Nacional,llaman la atención las cualidades musicales y artísticas de Galdós, como demuestran el piano y partituras que tocaba, y los cuadros y dibujos que realizó.
Además, su interés por las artes plásticas se compruebaen los retratos que le hicieron afamados pintores y en las ilustraciones que iluminaron sus obras. Entre ellos destacamos el retrato que le hizoManuel García “Hispaleto” en 1880 para el Ateneo de Madrid,igual queel hijo del pintor, también llamado “Hispaleto”, pintó la basílica de San Vicente.
A este óleo sumamos los retratos que le hizo Sorolla, el primero en 1894, años antes de estampar la ciudad amurallada y sus tipos populares.También Vázquez Díaz,artista que supo reflejar el color abulense en sus cuadros, hizo en 1915 un dibujo en sanguina del rostro del novelista.
Como se muestra en la exposición,Galdóstambién fue retratado por afamados fotógrafos como Franzen, Calvache, Káulak, Alfonso, Marín, Campúa, etc., los mismos que fotografiaron la ciudad y gentes de Ávila, como recogimos en “Los Cuatro Postes de Ávila”, 2003 y en “La Muralla de Ávila”, 2005.
Y además de ser objeto de varias caricaturas y motivo en otros retratos pictóricos,Galdós fue esculpido en 1998 por el escultor abulense de Navaescurial Santiago de Santiago para la ciudad de Santander, en cuya quinta de San Quintín pasaba largas temporadas escribiendo, siendo aquí donde Azorín le hizo una delas últimas entrevistas (“La España”, 8/02/1920).
Esta escultura se suma a otros tantos monumentos y bustos de su figura existentes en Madrid y las Palmas que empezaron a proliferar desde el que realizó Victorio Macho en 1919.
Volviendo a las pinturas que se exhiben en la Biblioteca Nacional,figura entre ellas un paisaje que en 1889 regaló a Galdós el pintor Agustín Lhardy, quien fue amigo del torero Mazantini y fundador del famoso restaurante madrileño que inspiró la fotografía de Redondo de Zúñiga de un mendigo en Santo Tomás, en Ávila.
Igualmente, también se muestran varias de las ilustraciones de los “Episodios Nacionales”, para los que Galdós contó, entre otros, con Arturo y Enrique Mélida (pintor éste que fue del interior de San Vicente), José Luis Pellicer (autor de una litografía “Labradoras del Valle Amblés”), y Ángel Lizcano (pintor del mercaderes y tipos de Ávila).
Así mismo, sobre el aspecto artístico que tratamos, cabe añadir que Galdós fue crítico de arte de los periódicos de Buenos Aires “La Nación” (1865-1868) y “La Prensa” (1884-1890) prestando especial atención a las Exposiciones Nacionales que tenían lugar en Madrid, ha escrito Lieve Behiels (Actas XVI Congreso de Hispanistas, 2007).
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En sus artículos, Galdós se distancia de la pintura de historia frente a la pintura de género y defiende la pintura de Fortuny, un gran ejemplo de pintor contemporáneo, de quien se conservan varios dibujos del palacio del Marqués de las Navas, en Ávila. También reseña de la exposición de 1884 el buen trabajo de Pellicer y Arturo Mélida, ilustradores de los “Episodios Nacionales”.
En 1887 admira la energía de “La invasión de los bárbaros” de Ulpiano Checa, pintor de tipos de Ávila junto a la muralla, y la originalidad y poesía del “Entierro de Cristo” del joven Sorolla. Finalmente, en la exposición de 1888 muestra su preferencia por “La rendición de Granada” de Francisco Pradilla, cuadro éste en el que la figura y rostro del rey Boabdil es la cara del pintor nacido en Ávila Francisco García de la Cal.
Más aún, entre los amigos de Galdós sobresale el pintor Aureliano Beruete, quien le dedicó en 1894 una acuarela de la ciudad imaginaria Orbajosa donde transcurre la novela “Doña Perfecta”, la cual fue publicada en abril de 1896 en la revista “Apuntes” que dirigía Félix de la Torre, arquitecto modernista padre de Laura, futura mujer del pintor Caprotti. Con posterioridad, en 1909,
Beruete se asienta en Áviladonde realizará hasta veinte cuadros de la ciudad monumental. Igualmente, citamos al pintor Juan Comba, ilustrador del extraordinario de “La Ilustración Española y Americana” dedicado al centenario de Santa Teresa de 1882, y uno de los asistentes a la lectura familiar de Galdós de las galeradas de su discurso de ingreso en la Academia en 1897en casa del doctor Tolosa Latour.
La vida amorosa de Galdós,quien no llegó a casarse, es otro de los motivos expositivos, y por ellos sabemos de sus relaciones con Lorenza Cobián, una modelo depintores con la que tuvo a su única hija reconocida en 1891; con la escritora Emilia Pardo Bazán con la que mantuvouna larga y apasionada relación; con Concha Morell,una aspirante a actriz; y en su vejez con Teodosia Gandarias, una viuda culta.
Entre estas mujeres, Ávila encuentra acomodo en los textos de Pardo Bazán, quien se apoya en la santa de Ávila, Teresa de Jesús, en su reivindicación feminista defendiendo el acceso de la mujer a la Academia de la Lengua (“La España Moderna”, 01/02/1889), al tiempo que nombra a la ciudad como ‘Ávila de los Caballeros, Ávila de los ascetas y los santos, Ávila del éxtasis’(“La Quimera”, 1905). Año antes, Pardo Bazán, en sus crónicas sobre la exposición universal de París de 1900, recordó una vieja iglesia de Ávila, la lana de las merinas de Ávila, y los garbanzos de Villanueva deÁvila y de Árévalo (“El Imparcial, 4 y 5/0971900), lo mismo que la ciudad Ávila se cuela entre líneas en “Cuentos de amor” (1898) y en “Cuentos de navidad” (1902).
Qué contraste, o no, entre la vida realGaldós y el discurso amoroso de sus novelas donde traza el retrato del puritano español que sacrifica su felicidad para no verse abrasado por las pasiones, mientras que el amor no puede hacer frente a los convencionalismos y vicios del mundo, escribió Ana Mª Pérez en su tesis doctoral con apoyo en la obra del abulense de criazón George Santayana.
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Entre las numerosas amistades de Galdós destacamos,por su vinculación con Ávila,a José Zahonero de Robles (1853-1931), prolífico escritor abulense representativo del naturalismo, cuya figura ha sido reivindicada en los últimos años por José Antonio Bernaldo de Quirós (“Espéculo”, nº 22, 01/11/2002), y por Jesús Arribas y Mayda Anias editores del cuento “El borriquito de Mingorría” y de la novelaambientada en Ávila “El señor obispo”, (Ed. Caleandrín, 2013).
También resaltamos la figura de Félix de la Torre y Eguía (1867-1911), emparentado con la aristocracia abulense, pues era cuñado del Marqués de Benavites y su hija Laura se casó con el pintor italiano Guido Caprotti.
Destacó como editor y promotor artístico, arquitecto modernista e importante político republicano que fue de concejal de Madrid e intervino activamente en la campaña electoral de 1910 al lado de la Conjunción Republicano-Socialista con Pablo Iglesias y Pérez Galdós, siendo candidato a Cortes por la provincia de Ávila en el distrito de Barco-Piedrahita.
Igual que Galdós, posó en el mismo año de 1894 con su esposa Laura Hernández para el pintor Sorolla y su retrato cuelga hoy en el Museo Municipal Superunda-Caprotti de Ávila.
Y en su faceta editorial, Félix de la Torre publica en la revista “Apuntes” dibujos de Sorolla ilustrando textos del amigo común José Mª Pereda, e incluye varios capítulos de las novelas “Misericordia” y los “Episodios Nacionales” en la “Revista Moderna” que dirige.
Además, aparte de Clarín y Pardo Bazán, en la exposición figuran los nombres de Juan Ramón Jiménez y Luis Cernuda entre los numerosos escritores que certifican el legado literario de Galdós como parte del patrimonio de la literatura universal.
En Ávila, Juan Ramón acompaña a su mujer Zenobia Camprubí que trabaja en la decoracióndel Parador de Gredos, y en su recorrido por la meseta castellana transitada por Teresa de Jesús y Juan de Yepes escribe: “Echado yo en la tierra, enfrente / el infinito campo de Castilla”.
Por su parte, Cernuda nos dejó un inestimable recuerdo de su paso en 1932 por Ávila y por los pueblos del Alberche con las misiones pedagógicas divulgando cultura,donde fue retratado por José Val del Olmar.
Y aunque Galdós no era aficionado a los toros, sí habla de ellos en varias de sus obras afirmando: “El día que no haya toros, los españoles tendrán que inventarlos”.
Dándose la circunstancia de que fue testigo de boda de su ahijado el torero Rafael González (Machaquito), quien tomó la alternativa en 1900. En esa misma corrida actuó también el matador Luis Mazzantini, quien fue amante de Sarah Bernhardt, concejal de Madrid igual que Félix de la Torre, y futuro gobernador de Ávila, como ya contamos en otra ocasión (“Diario de Ávila”, 24/06/2019).
Por su parte, Machaquito se mostró como uno de los más afectados en el sepelio del novelista (“El Imparcial”, 5/01/1920).
Igualmente, las primeras actrices de los exitosos estrenos teatrales de sus obras se muestran junto a Galdós en la exposición, como es el caso de María Guerrero y Margarita Xirgu.
Sobre ellas, por nuestra parte,recordamos el retrato de María Guerrero ataviada con los hábitos de la santa de Ávila Teresa de Cepeda y Ahumada, personaje que interpretó en la obra teatral “La Alcaldesa de Pastrana” de Eduardo Marquina estrenada el 15 de mayo de 1911, estampa que utilizó como regalo íntimo dedicado a Margarita Xirgu poco tiempo antes de morir.
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Aficionado a la política, Galdós fue en 1886 diputado por Guayana (Puerto Rico) por el Partido Liberal de Sagasta, el ilustre vecino de la plaza del Mercado Grande de Ávila,cuyo retrato figura en la exposición y con quien comparte ideario político y cuyos méritos relata en sus “Episodios Nacionales”.
Igualmente, coincide con las teorías de la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos, de quien se exhibe un gran retrato, y de Bartolomé Cossío, quien se había graduado como bachiller en el Instituto de Ávila en 1871,defensores todos de la idea de un hombre nuevo producto de la educación y de una escuela nueva.
A principios del siglo XX, Galdós ingresó en el Partido Republicano, fue diputado a Cortes por la Conjunción Republicana Socialista en las legislaturas de 1907 y 1910, y diputado por Las Palmas en 1914, al tiempo que fue correligionario del arquitecto y candidato republicano en 1910 por la comarca de Barco-Piedrahita Félix de la Torre, con quien comparte estrado en los mítines.
Así, el 27 de marzo de 1910, Galdós llega a Valladolid en el tren mixto, el cual antes tuvo parada en la estación de Ávila, acompañado de Pablo Iglesias y algunos correligionarios a los que se unirá Félix de la Torre y Eguía [nuestro paisano de adopción retratado por Sorolla que se exhibe en el Museo Superunda-Caprotti], para celebrar un mitin en el frontón Fiesta Alegre organizado por el Casino Republicano (“La Correspondencia de España”, 27/03/1910).
Al mismo tiempo, ese mismo día, “La Correspondencia” anuncia que el ilustre pintor Sorolla se encuentra en Ávila visitando los más importantes monumentos que luego plasmará en luminosos lienzos, igual que los hicieron Regoyos, Echevarría, Zuloaga, Beruete, Chicharro, Rivera, Villegas, López Mezquita, Caprotti, Vázquez Díaz y tantos otros famosos pintores.
Volviendo al mitin de Galdós en Valladolid, leemos en la prensa que en sualocución rememora almalogrado y antiguo ministro republicanoManuel Ruiz Zorrilla, de quien recordamos que siendo Ministro de Fomento en el gobierno del general Serrano, del que también formaba parte Sagasta, decretó en 1869 la incautación del códice medieval la Biblia de Ávila de su catedral. Galdós termina su intervención enalteciendo a los diez mil asistentes al mitin con la proclama ¡Revivid, comuneros de Castilla!
Y del movimiento comunero traemos a colación la denominada Ley Perpetua de 1520 que ahora cumple quinientos años, redactada en Ávila por los procuradores castellanos como primer antecedente histórico del constitucionalismo español.
El fervor republicano de esta fiesta mitinera, en la cual estaba acreditada una comisión de 18 miembros de la localidad de Cebreros, prosiguió al día siguiente en el teatro donde se representaba su obra dramática “Casandra”. Al final de la actuación, Galdós salió a saludar repetidas veces siendo vitoreado al grito de libertad y República (El País, 28/03/1910).
Y sin salir de Valladolid, nos reencontramos con el poeta aquí nacido, José Zorrilla, a quien Galdós personifica en los Episodios Nacionales (“La estafeta romántica”, 1899), y que es autor del drama sobre Gabriel de Espinosa, el Pastelero de Madrigal de las Altas Torres (“Traidor, inconfeso y mártir”, 1849), así como de un hermoso poema dedicada a la ciudad e Ávila (“El Liberal”, 3/05/1892).
Para terminar, retomamos el hilo de la exposición que enseña manuscritos y primeras ediciones de todas las obras de Galdós, traducciones a varios idiomas y textos de crítica literaria y estudios galdosianos.
Y concluimos escuchando reveladores testimonios sobre la vigencia de la novela de Galdós por boca de célebres escritores actuales (Almudena Grandes, Elvira Lindo, Manuel Longares, Muñoz Molina, Care Santos y Andrés Trapiello), espacio que se completa con la cartelería de representaciones teatrales y películas realizadas a partir de las obras de Galdós (Marianela, Doña Perfecta, El abuelo o La duda, Tristana, Fortunata y Jacinta, y Tormento), títulos todos ellos de gran popularidad. Finalmente, y en atención a la fama y valía intelectual de Galdós, diremos que solo Arenas de San Pedro, en la provincia de Ávila, tiene una calle dedicada al insigne novelista.
![[Img #105655]](https://avilared.com/upload/images/02_2020/3637_galdos_madrigal.jpg)
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