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Las recopilaciones de folklore en el tercer milenio
Cuando, hoy en día, uno se acerca a un pueblo con el propósito de recopilar literatura folklórica, se encuentra con verdaderas dificultades para registrar versiones más o menos completas de romances tradicionales y cuentos maravillosos. Estos géneros, que en otro tiempo gozaron de gran arraigo dentro de la población rural, constituyen actualmente rarezas etnográficas.
No ocurre lo mismo con el cancionero, que al estar vinculado con determinadas festividades religiosas o profanas, aún se mantiene vivo en la memoria colectiva de los lugareños.
Resulta irónico que, disponiendo en la actualidad de los medios técnicos más avanzados para la compilación de materiales folklóricos (grabadoras digitales, cámaras de vídeo, MP4…), se nos esté extinguiendo a marchas forzadas una tradición antiquísima y venerable que urge recuperar con la mayor prontitud.
Mas no todos los géneros han sufrido un revés irreparable como consecuencia de los nuevos tiempos. Otros, por el contrario, han salido reforzados de su adaptación a los cambios de la sociedad contemporánea. Es el caso de las leyendas urbanas, los chistes, las supersticiones y los relatos de historia oral.
Las leyendas urbanas constituyen el repertorio oral mejor adaptado al ritmo frenético de la sociedad de hoy. Estos relatos narran con un estilo verosímil sucesos inverosímiles (apariciones, casas encantadas, crímenes horribles, autoestopistas fantasmas…), pues el narrador, aparte de gozar de un alto grado de credibilidad, sitúa los hechos en un tiempo reciente y en lugares bien conocidos por sus oyentes (hoteles, cementerios, carreteras, casas abandonadas, etc.). Los medios de difusión de las leyendas urbanas son de muy diversa índole: la voz, el cómic, la prensa, Internet…
Los chistes, herederos de los cuentos de anécdotas, actualmente se transmiten tanto por vía oral como a través de los medios de comunicación de masas. Por ellos desfilan personajes similares a los de los cuentos de listos, tontos, paletos, cornudos, etc. Como ejemplo veamos este chiste, grabado por mí el 20 de febrero de 2013 a Román Vicente Sánchez (Salamanca), y que guarda un evidente parentesco genético con la conocida anécdota de la casa donde nunca comen ni beben del Tratado Tercero del Lazarillo de Tormes:
En un funeral, la viuda llorando y un tontito al lao. Y decía la viuda:
-¡Pobrecito mío, ya te vas donde no hay vida ni esperanza, donde no hay teléfono, ni tabaco ni bebida ni dinero ni…, donde no hay nada de nada!
Y dice el tonto:
-¿A qué lo llevan a mi casa?
Otro grupo de textos etnográficos que ha resistido con bastante éxito el embate de los tiempos modernos (o postmodernos), es el de las supersticiones. Quizá la razón principal de su pervivencia sea el estar ligadas a un sentimiento universal tan arraigado en el alma humana como es el miedo. La siguiente creencia supersticiosa fue registrada por mí a María Jesús García Nieto (Salamanca) el 25 de enero de 2012:
Me pica la nariz: me persigue un viudo.
Por último, se encuentran los relatos de historia oral, género narrativo relegado hasta ahora fuera del ámbito universitario y académico, pero que, gracias a la ingente labor de compilación llevada a cabo en los últimos años por etnógrafos de la talla de José Manuel Pedrosa y Jesús Suárez López, entre otros, está empezando a ocupar el lugar que se merece dentro de los estudios de folklore.
Estos testimonios de vida aportan valiosos documentos de usos y costumbres cotidianos que, no por haber quedado ensombrecidos por el discurso oficial, dejan de interesar tanto a historiadores como a etnógrafos y antropólogos.
Lejos, pues, de asistir con pesimismo a la extinción de la literatura tradicional, nos encontramos ante unos géneros proteicos y maleables que, por una parte, hunden sus raíces en una tradición folklórica de acrisolada antigüedad; y que, por otra, han sabido adaptarse a las nuevas exigencias de la sociedad contemporánea.
Para un conocimiento más amplio del tema, vs. ‘José Manuel Pedrosa: La autoestopista fantasma y otras leyendas urbanas españolas’ (Madrid: Páginas de Espuma, 2004).
Elena | Jueves, 04 de Abril de 2013 a las 14:54:54 horas
Es un artículo muy interesante, con excelente estilo literario,¡Enhorabuena!. Explicas muy bien lo que ocurre en la actualidad con la manera de transmitir la literatura oral. Si podemos utilizar las nuevas tecnologías en pos de una mejor información para el lector, entonces ya tenemos una gran ventaja. Pero sin embargo, y como tú bien dices, es paradójico que en la era postmoderna haya dificultad para registrar el romancero tradicional o cuentos maravillosos. La historia de nuestros pueblos merece ser recogida y contada continuamente, para que no se pierda, lo mismo que ahora disponemos de bibliotecas que contienen la historia universal que nos antecede.
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