Los futuros policías han tenido que realizar dos pruebas físicas de alto rendimiento, separadas por 20 días entre ellas: la primera consistió en una carrera de 10.000 metros y la segunda en nadar una distancia de 1.500 metros.

Ambas actividades deportivas se llevaron a cabo en las instalaciones del centro, tras lo que efectuaron ocho analíticas de sangre y ocho deposiciones urinarias por cada voluntario.

Las pruebas médicas tienen el objetivo de conocer cuál es el impacto renal, en personas sanas, tras someterlas a actividades deportivas de un considerable esfuerzo físico y extrapolar sus resultados a otro tipo de pacientes.

El trabajo, financiado por la Consejería de Sanidad y con la colaboración de la Dirección General de Deportes, corre a cargo de investigadores del Servicio de Nefrología y Análisis Clínicos del Hospital Clínico de Valladolid, del Centro Regional de Medicina Deportiva y del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL).

Esta experiencia ha abierto la posibilidad de futuras colaboraciones médicas entre ambas entidades.