Ante la Parroquia de la Sagrada Familia, el encuentro entre el Santísimo Cristo del Resucitado y Nuestra Señora del Buen Suceso, a la que se retira el pañuelo negro, sirve para una fiesta que desde primera hora de la mañana ya habían pregonado los miembros de la cofradía por las calles del barrio de la Cacharra.

Tras la misa, celebrada a las 11 horas, la procesión partió hacia el centro de la ciudad, para regresar a la ermita del Resucitado, en El Pradillo, sobre las 14 horas, mostrando el contraste del recogimiento penitencial de los últimos frente a los cohetes y la dulzaina.

La Virgen llegó protegida con un plástico ante algunas gotas que habían caído. Poco después comenzó a llover y prácticamente no cesó en toda la tarde, con lo que la romería quedó en agua de borrajas y no hubo típica subasta y, por supuesto, tampoco la degustación del hornazo, símbolo del regreso a la carne tras la Cuaresma.

En la Cofradía del Santísimo Cristo del Resucitado y Nuestra Señora del Buen Suceso, que data de finales del siglo XVII con una talla anónima del Cristo del siglo XVI, se da la circunstancia de que aglutina el fin de la Semana Santa y el comienzo del ciclo festivo de los barrios de la ciudad, que se alargará hasta octubre.

En este caso la fiesta tiene su origen en la construcción de la ermita sobre lo que antes fue un humilladero para caminantes.

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