El fósil viviente, que es la expresión utilizada para calificar especies no extintas que son muy parecidas a especies identificadas solo a través de fósiles, acumula 250 millones de años y sin apenas evolucionar morfológicamente. Se llama Triops Cancriformis, un crustáceo branquiópodo de hasta siete centímetros con tres ojos, uno de ellos menos desarrollado, y con un caparazón que le cubre desde la cabeza hasta la parte anterior del cuerpo.

Alumno de la Facultad de Ciencias Agrarias y Ambientales, García del Dedo explica que el Trips Cancriformis vive en pequeñas charcas de aguas dulces temporales y en lagunas permanentes, habitualmente de agua dulce. 

Animales omnívoro, tienen reproducción bisexual y las hembras son hermafroditas. Los huevos de estos animales son muy resistentes pudiendo soportar temperaturas de hasta 80ºC, aguantar la deshidratación y pasar a través del intestino de aves y reptiles sin sufrir ningún daño. 

Según el estudiante, “la llegada de Triops Cancriformis, especie que vive por gran parte de Europa,  a El Oso puede haberse producido por la gran cantidad de aves que pasan por sus lagunas en la migración, transportando los huevos en el interior del sistema digestivo”.

La población de Triops cancriformis detectada en El Oso constituye “de gran interés, ya que sería una de las poblaciones conocidas más occidentales en toda su área de distribución”.

El profesor Luis Delgado Sánchez, del Departamento de Botánica y Fisiología Vegetal, junto con varios profesores zoólogos del Departamento de Biología Animal, Ecología, Parasitología, Edafología y Química Agraria de la USAL, han avalado el hallazgo.

El docente confirma que los ejemplares pertenecen a la especie Trips Cancriformis, descartando que no se tratase de ejemplares de Lepidurus, género próximo a Triops, y del que se han encontrado citas en Segovia.