La capilla del centro albergó, que depende de la Fundación Asociación de Misericordia, un acto de despedida el lunes con asistencia de residentes, familiares, trabajadores y decenas de personas vinculadas con las Hijas de la Caridad y la Casa de Misericordia.
“A veces nos damos cuenta de la importancia de las cosas cuando nos faltan”, manifestó el obispo, José María Gil Tamayo, para destacar que “hay mucho que agradecer”. La herencia que dejan “tiene que permanecer en el cuidado y en tanto bien comon ha hecho esta casa, con el ejemplo que ellas han dejado”,
“No se trata sólo de hacer las cosas bien, de pasar certificados de excelencia y de calidad. Es ese plus del amor cristiano lo que hace diferente el trato que han dispensado las hermanas. Esto tiene que continuar, y estoy seguro de que así será, porque hay gente de esta Casa que ha sentido y vivido su espíritu”, ha manifestado.
El obispo explicó que el adiós de las Hijas de la Caridad es debido a la falta de vocaciones, ya que “su congregación las necesita en otros lugares”, por eso pidió rezar porque aumenten, porque “no podemos ser sólo receptivos de ayuda”.
La presencia de las Hijas de la Caridad “hay que amarrarla, por su importancia”, ya que se encuentran en el Colegio Milagrosa-Las Nieves, en el Albergue de Transeúntes, y en la capilla de Adoración Perpetua al Santísimo, entre otros lugares.
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