Del Viernes, 26 de Septiembre de 2025 al Miércoles, 15 de Octubre de 2025
La ciudad amurallada de Ávila es la ciudad más alta del país con 1 182 metros, donde la antigua fortificación es su mayor atractivo turístico.
Ciudad Patrimonio de la Humanidad, junto a la muralla hay otros lugares representativos como la Catedral, el monasterio de Santo Tomás, la plaza del Mercado Chico y el convento de Santa Teresa.
Por otro lado, la gastronomía abulense se basa esencialmente en sus carnes autóctonas, conocidas como carne avileña, también destaca la carne de cerdo y sus legumbres, que son la base principal de platillos como el chuletón de Ávila o la monda de Mombeltrán. Estos platillos tienen como característica común su contenido calórico, ideal para afrontar los rigores de las bajas temperaturas.
Pero si hablamos de dulces, las yemas de Ávila son, sin ninguna duda, el dulce símbolo de la provincia. Son tan famosas que se pueden encontrar por toda la ciudad, y se han convertido en una especie de souvenir, ya que los turistas no pueden irse sin antes llevarlos a casa. Se trata de unas pequeñas bolitas de color naranja, hechas con yemas de huevo, azúcar y ralladura de limón.
En cuanto a su origen, este postre es igual de histórico que la provincia, pero se pierde un poco en la leyenda. Por una parte, se dice que las yemas son de origen árabe; otros dicen que fueron elaborados por monjas antes de la Reforma Carmelitana y que adquirieron popularidad durante la vida de santa Teresa de Jesús.
Según Santiago Hernández de eldulcehogar.es, la realidad es que las yemas nacieron en la pastelería más conocida de Ávila, La Dulce Avilesa, hoy denominada Flor de Castilla, y fue en 1860 que empezaron a ser comercializadas, ganando terreno hasta convertirse en el postre más importante de la ciudad. Además, su nombre se hizo oficial en 1920 siendo elegido “Yemas de santa Teresa”; en homenaje claro a la ilustrísima religiosa, escritora y santa patrona de la capital abulense.
Pero su popularidad no quedó ahí, ya que luego de algunos años ganó tanta popularidad que su elaboración no cubría la demanda, debido a que solo se fabricaban 100 cajas diarias, motivo por el cual se cree que otros reposteros no pudieran resistir la tentación, y la prepararon para luego comercializarlas, no sin antes cambiar el nombre a “Yemas de Ávila”.
Actualmente, esta delicia ya se pueden encontrar alrededor de España, en su receta original y con creativas variantes, como yemas cubiertas de chocolate, con ron o con almíbar. Todo ello muestra de la inevitable evolución de los gustos actuales. El mercado internacional tampoco se ha podido resistir a las yemas, y ya se puede disfrutar en países como Estados Unidos, Australia y Japón.
Ahora ya lo sabes, si pasas por Ávila no puedes irte sin antes probar las yemas, y si no, tienes la oportunidad de probarlo en cualquier momento. Sobran las dulces razones.
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