Mientras aún había coches subidos a las tapias y el lodo invadía buena parte de esa zona situada en una hondonada junto a la CL-505 -a dos kilómetros del casco urbano-, los vecinos de la zona no paraban de trabajar para sacar de sus casas todos los muebles y enseres que quedaron bajo el cieno, el lodo y la maleza que se acumuló en ese punto, debido al tapón que se produjo en el puente que discurre bajo esa vía destinado a que pase el agua del arroyo.

Uno de los afectados es Julio Gisbert que, junto a familiares y amigos, no paraba de limpiar una casa que es de su familia desde hace 62 años, ya que fue de su abuela. En la contigua, se construyeron otra encima del garaje y ahora llevaba un tiempo viviendo en ella.

El lunes vivió una situación que no esperaba al regresar de Las Navas del Marqués, donde había ido a comprar poco antes: “Fui a súper y cuando volví todo era una laguna”, comentaba mientras sujetaba varios cubos y evitaba que una de las excavadoras le alcanzara mientras retiraba el lodo acumulado en la parcela.

Una parcela cuya valla de piedra fue derribada por la fuerza del agua, que llegó a subir hasta una altura de unos cuatro metros, tal y como aún reflejaba la fachada exterior de los dos edificios.

Al segundo piso

Por ello, su familia, incluida su madre de 86 años, se tuvo que subir a la segunda planta, después de que el arroyo creciera hasta cubrir la totalidad de un primer piso que aparecía lleno de barro por todos los rincones. Por ello, poco a poco, y tras limpiar el suelo y algo de las paredes, fueron extrayendo los muebles y otros enseres de valor económico y sentimental para proceder a su limpieza.

Hasta una decena de personas permaneció en la segunda planta hasta que llegó la Guardia Civil y los bomberos, que finalmente pudieron sacar de allí a la familia y, sobre todo, a la anciana de 86 años con problemas de movilidad.

Gisbert achaca una parte de lo ocurrido a la falta de limpieza del arroyo  por parte de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT), a cuyos responsables pidió, además, la ampliación del túnel que quedó taponado por toda la maleza.

Atrapado en su coche

“Jamás había pasado algo así”, relataba Julio Gisbert, que sólo recuerda cómo hace “siete u ocho años la pista de tenis se anegó”. La misma pista de tenis cuya valla resultó crucial para que el valenciano de Onteniente, Juan Moreno, salvara la vida tras permanecer más de una hora dentro de su vehículo,

“He nacido por tercera vez”, relataba en un pequeño alto en su trabajo, mientras explicaba que, además volver a nacer este lunes, también lo hizo dos veces en octubre de 1957, ya que vino al mundo coincidiendo con la gran riada de Valencia que en aquella ocasión se cobró la vida de 81 personas.

"Nací en la riada del 57 en Valencia y mis padres me subieron al tejado también por una riada", ha señalado con emoción, al señalar que los que vivió el pasado lunes le trajo a la memoria a sus padres. Y es que cuando su madre dio a luz, nació dos veces: la natural y la vinculada al hecho de haber sobrevivido a aquella tragedia.

En esta ocasión, la tromba de agua que cayó en la zona, arrastró su coche haciéndolo subir en relativamente poco tiempo hasta una altura de unos cuatro metros; sin embargo, a diferencia del resto de vehículos, el suyo, un Renault Katjar de color rojo, permaneció milagrosamente quieto, gracias a que una de sus ruedas se enganchó con la parte superior de la valla de la pista de tenis.

Nerviosismo

Por eso, al ver que el vehículo no se movía, permaneció relativamente tranquilo dentro del habitáculo, mientras el resto de su familia contemplaba con nerviosismo la escena desde el segundo piso de la casa, ya que el primero se encontraba anegado.

Finalmente, los bomberos acudieron en su rescate "con una cuerda y haciendo cadena", lo que propició su salida del coche, cuando la profundidad del agua alcanzaba el medio metro.

Previamente, antes de que los bomberos llegaran, Juan Moreno llegó a pensar que si el agua le arrastraba, igual que al resto de coches, iba a tener "problemas"; sin embargo, como esa situación no se produjo, le dio tiempo a pensar en la posibilidad de que si llegaba el agua a la altura de un árbol cercano, se podría agarrar a sus ramas. VER FOTOS DE LA RIADA EN LAS NAVAS DEL MARQUÉS.