Tras la polémica en torno a su figura tras conocerse que fue condenada como cómplice de asesinato hace más de tres décadas, Baeza espera que los abulenses no tengan “prejuicios” cuando voten, según ha dicho en la plaza de San Nicolás, donde el partido morado ha iniciado un recorrido que llevará a los miembros de su candidatura por todos los barrios de la ciudad para incluir las propuestas de los vecinos en su programa electoral.

En esta primera mesa se encontraba una Pilar Baeza tranquila y más relajada que hace apenas dos meses, cuando salió a la luz su condena a 30 años de cárcel, de los cuales cumplió siete. En varias ocasiones ha expresado su “ilusión” por encabezar esta candidatura “heterogénea”, cuyos integrantes proceden de diferentes ámbitos.

“Claro que tengo ilusión. Es que no puede ser de otra manera. Si no se hacen las cosas así, las posibilidades de conseguirlo, cada vez serían menores”, ha argumentado, consciente de que no puede gustar “a todo el mundo”.

Preguntada por la posible influencia que los hechos conocidos a principios de marzo pueden tener en los resultados de la candidatura que encabeza, ha apuntado que "eso dependerá de los prejuicios de cada uno". “Yo me considero una persona del siglo XXI”, ha sostenido, para concluir expresando un deseo: “Espero que los abulenses sean abulenses del siglo XXI”.

Momentos difíciles

"Lo que pase por la cabeza de los demás... Nosotros vamos con toda la legitimidad para adelante", ha argumentado la candidata a la alcaldía de Podemos, un partido que hace cuatro años no presentó lista al Ayuntamiento de la capital.

Después de admitir que hace dos meses pasó momentos "difíciles", Pilar Baeza se ha mostrado convencida de “Seguir adelante toda la campaña”.

"Sé que hay gente que me apoyará y gente que no, eso forma parte de la democracia; pero eso no me va a quitar la ilusión", ha explicado, antes de subrayar el apoyo de "toda la candidatura", así como de su propio partido, de sus clientes y de vecinos que ha acudido a su trabajo para mostrarle su respaldo.

"Con eso me quedo. Lo demás forma parte de este juego", ha dicho, antes de admitir que "no es grato" desde el punto de vista personal, las pintadas que aparecieron en las paredes de su negocio.

"No es grato, pero forma parte de la democracia. La libertad de expresión yo la entiendo de otra manera", ha sostenido, para después sindicar: "Siempre me guía que mi libertad de expresión termina donde empieza la de los demás".

"Las pintadas entiendo que no forman parte de esa libertad, bajo mi criterio", ha indicado, antes de indicar que no va a preocuparse de ese asunto porque "hay que quitar etiquetas y prejuicios". Por ello, ha concluido: "No podemos meternos en un armario. Todos somos personas. Nos corre sangre por las venas”, ha concluido.