También este sábado ha abierto la popularmente conocida como bodega de ‘El Arriero’, entre las cuestas del río Arevalillo y cerca del castillo.

En una localidad y en una comarca con numerosos ejemplos de mudéjar, de los que la ermita de La Lugareja es el más destacado, el centro dedicado a este arte cuenta con 700 metros cuadrados, formado por la reconstrucción de la antigua casa del poeta Nicasio Hernández Luquero en conexión con un edificio de nueva planta.

Tras dedicar un apartado al recuerdo a la vida y obra del poeta, explica cómo y de donde procede el modelo artístico del mudéjar con información sobre su presencia en Arévalo.

Según se destaca desde el Ayuntamiento, “el visitante deberá sentirse atraído por conocer las manifestaciones monumentales del mudéjar en la ciudad y las que pueden conocer en su entorno inmediato, a la vez que comprender por qué esta villa y esta zona se identifican con esta tipología artística”.

Por otra parte, la bodega conocida como de ‘El Arriero’ es medieval y data de los siglos XV-XVI, debiendo su nombre a un arriero que allí se alojaba cuando la bodega estuvo abandonada.

Aparte del misterioso arriero, fue el arevalense Marolo Perotas, su propietario más conocido, habiendo sido sus descendientes los que la cedieron al Ayuntamiento de Arévalo en 2015, para ser restaurada con sus pinturas murales.

En la bodega se pueden contemplar la nave de los arevalenses notables, cuyas tinajas fueron fabricadas en El Tiemblo y rotuladas por Pedro Donis, y la sala del ‘libatorio’, con pinturas al fresco con motivos relacionados con el vino, del mismo autor.