“Hace un siglo, las instituciones del Estado tenían mucho más interés por la historia que las actuales”, ha dicho, para añadir: “así nos va a los españoles hoy”.
Junto a la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, ha realizado una ofrenda floral ante la tumba de Claudio Sánchez-Albornoz, en el claustro de la catedral de Ávila, en compañía de los familiares del político e historiador que presidió el Gobierno en el exilio entre 1962 y 1971.
Álvarez Cascos ha recordado que la Diputación Provincial de Asturias otorgó el 27 de julio de 1979 el título de hijo adoptivo de Asturias a Sánchez-Albornoz, por ser, entre otros méritos, autor de la obra ‘Los orígenes de la Nación Española. El Reino de Asturias’, que surgió con motivo de la conmemoración del XII centenario de esta efemérides y bajo el impulso de Ramón Menéndez Pidal. Él fue –ha recordado- el que le animó a presentarse al premio convocado por las Cortes de España con el tema ‘Covadonga. Instituciones del Reino de Asturias’.
Esto ha llevado a Álvarez Cascos ha afirmar que, “hace un siglo, las instituciones del Estado tenían mucho más interés por la historia que las actuales”, para añadir: “así nos va a los españoles hoy”.
Con esta ofrenda, la delegación asturiana ha querido recordar también a los historiadores asturianos “olvidados”, porque “la historia no es posible sin historiadores”.
“El Reino de Asturias cumplió una misión histórica en la forja de España y dejó una herencia espiritual, social y política que hoy, en estos tiempos de turbulencias independentistas, nos ampara solidariamente a todos los españoles, y todos al unísono estamos obligados a preservar”, ha afirmado en el transcurso de una ofrenda a la que ha asistido el alcalde de Ávila, José Luis Rivas; el deán de la Catedral, Fernando Gutiérrez; y familiares del medievalista: sus nietos Conchita, Teresa y Juan Galve Sánchez-Albornoz, Francisco Trullén y su bisnieto Francisco Trullén Galve.
Tras esta ofrenda floral, han depositado también flores en la tumba de quien fuera presidente del Gobierno entre 1976 y 1981, el abulense Adolfo Suárez, enterrado igualmente en el claustro de la catedral de Ávila.
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