Ha recibido el premio de los ‘Valores de la trashumancia’ para destacar como su trabajo ha puesto en valor el papel de la mujer en esta práctica tan arraigada.

González ha asegurado que “la trashumancia de ahora no se parece en nada a la de antes” al recordar y comparar que “no es lo mismo ir con todo en los burros y apenas sin agua” a “llevar cervezas frescas en los todoterrenos”.

Con ovejas y cabras, “por lo que era más difícil que con vacas porque son más grandes”, y con su esposo y sus hijos ha hecho la trashumancia durante más de 20 años, viajando con grandes rebaños a Extremadura, y en otras ocasiones a puertos de León y Palencia, en unas “vivencias muy duras”.

“Yo ayudaba a llevar el ganado y luego regresaba para estar con los niños en el pueblo, pero las me las arreglaba para no dejar al marido solo cinco meses sólo”, ha relatado. Y aunque a veces le dijo a su marido que debían dejarlo, no lo hicieron: “tiene que gustar mucho” porque era “una vida muy dura”, ha confesado.