Yo tengo una hija que va a cumplir nueve años, no habría aceptado esta defensa si no creyera en la inocencia de mi cliente”, ha comenzado su intervención el letrado para defender a su cliente, alegando que tiene “una vida familiar y laboral normal”, y lamentar que “parece sucio utilizar” con una “finalidad espúrea” el hecho de que hombre, de 52 años, tenga una hija con la hija de su esposa.

El abogado ha advertido que la sentencia puede “arruinar la vida” al acusado, y acto seguido ha querido sacar punta al testimonio de la niña, de 9 años y de siete cuando ocurrieron los hechos, y llamado la atención sobre la “memoria selectiva” de la pequeña.

La vista oral, celebrada en dos sesiones la semana pasada y este miércoles en la Audiencia Provincial de Ávila, ha enjuiciado al acusado de abusar sexualmente a la niña en la Nochevieja de 2016, cuando se encontraba en una casa de campo de El Tiemblo junto a otras dos pequeñas, una de ellas hija del hombre.

La niña “ni siquiera grita” cuando sufre la agresión, es “asombroso”, ha echado de menos el defensor, quien también ha lamentado las “lagunas en el testimonio” de la pequeña, que pudo contar “cosas creíbles que pueden no ser verdad”.

También ha considerado “lógico” que hubiera transferencia del ADN del padre a la ropa de la niña, si la pequeña usó la ropa de la amiga porque se mojó en la piscina helada de la casa en la que estaban, y ha criticado que no se recogieran todas las prendas de la niña para ser analizadas.

Contradicciones

Así las cosas, con “contradicciones importantes”, ha pedido la absolución para su cliente, “una persona que “no pertenece al ámbito delictivo”. Y es que “cualquiera puede ser susceptible de una denuncia”.

La sesión empezó con la intervención de la psicóloga clínica que dio su punto de vista sobre el informe forense elaborado sobre la afectada. Después, el fiscal ha explicado que mantenía su exigencia de cuatro años de prisión porque “existen pruebas periciales y testificales que lo acreditan”.

Y ha asegurado que el testimonio de niña, que declaró el primer día por videoconferencia, fue “libre” y con una “declaración verosímil”, a lo que añadió la presencia del ADN en la ropa de la pequeña, por la saliva, aparte de que resultó “afectada psicológicamente”. La niña se lo contó a su padre cuando acudió a buscarla, y luego con más detalle a su madre.

Por su parte, el abogado de la acusación particular exigió una pena de seis años de prisión, la máxima para este delito, y 70.000 euros de indemnización. Y ha subrayado que el acusado actuó con “ánimo libidinoso” cuando entró en la habitación donde dormían tres niñas, y ayudado con una linterna accedió a la vulva de la pequeña, que chupó.

La niña, “presa del miedo” y “paralizada”, se hizo la dormida, ya que el acusado actuó con “prevalimiento”, “sin consentimiento” y con una “relación de superioridad”, pero no ha dado muestra de “ningún tipo de arrepentimiento ni disculpa”.

La exploración ginecológica, a credibilidad de la menor, su “serenidad y aplomo” aporta “seriedad” a los hechos, ha señalado el letrado, quien ha destacado lo afirmado por los expertos respecto a que los niños “no mienten” ni fabulan sobre abusos sexuales”.