Chuchi García

Así se orquestó la nueva imagen de la Diputación

Chuchi García Ver comentarios 3 Lunes, 15 de Octubre de 2018 Tiempo de lectura:

Desde la plaza del ayuntamiento de Gotarrendura, a lo largo de los paseos de Piedralaves y entre los pastos de las vacas que ven pasar el tren (despacito pero decidido) dirección Madrid se oía comentar lo anticuado de la imagen de la Excelentísima Diputación Provincial de Ávila.

[Img #90931]Y aquella era una opinión que no podía pasar inadvertida para los prohombres abulenses. Había que pasar a la acción y así se hizo.


Sabiéndose que el anuncio de la nueva imagen era inminente, un paciente de radioterapia (de los que te piden cerrar la puerta que se les escapa el cáncer) justo antes de darse una panzada de kilómetros para tratarse, guardaba con ilusión el cambio del escudo de la institución más necesaria de Ávila. Y cuando así ocurrió, decenas de conductores, pendientes del boletín radiofónico, pararon sus vehículos a la altura del peaje de la autopista para en un acto espontáneo salir al asfalto y abrazarse y festejar tan necesario evento.


Un comerciante de la capital, que ya por costumbre esperaba pacientemente si entraba o no algún cliente, se regocijaba al ver lo acertado de la nueva imagen en su móvil. Puede que la caja registradora apenas se hubiera abierto durante aquella mañana pero el corazón parecía escapársele del pecho. Se tuvo que servir un largo trago del mejunje amarillento y algo fétido que salía del grifo para guardar la calma.


Vecinos de la sierra pararon su guerra contra las minas a cielo abierto que amenazan sus pueblos. Se podría decir que el nuevo escudo, azul y estilizado, había traído la paz y por un momento anestesiado el miedo de perderlo todo por el lucro espurio de turbias empresas.


Incluso las miles de viviendas vacías que desde el estallido de la burbuja no habían sido jamás habitadas parecían acumular el candor de una nueva esperanza si alguien hubiera estado allí para verlo.


En el Torreón de los Guzmanes se atestiguaba la emoción que empapa los días que pasan a ser históricos y cambian la vida de la gente: dónde estabas aquel 11 de septiembre, cuando España ganó el mundial y cuando se presentó el nuevo logo de la Dipu; así de importante, ni una pizca menos ni una más.


El escudo de la provincia se divide en cuatro cuarteles, entado en punta de azur y en su centro un escusón de gules (así viene en la Wikipedia); como seis viñetas de un comic que en cada una se enmarcan sus partidos judiciales: Arenas de San Pedro con un castillo en llamas, Piedrahita con sus cornejas y sus árboles, Arévalo con un caballero y su caballo, Cebreros con una cebra pasante, El Barco de Ávila con un puente sobre el agua y la ciudad de Ávila con su rey niño asomando desde el ábside de la catedral.


De ahí la genialidad de la nueva imagen; perduraba el escudo con sus “viñetas” pero las viñetas se habían despoblado: ni castillos ni árboles ni cornejas ni caballeros ni cebras ni rey niño. El nuevo escudo era como una estantería de la casa en la que han entrado a robar. La brutal sinceridad para decirle al usuario del tren que jamás tardará menos de hora y tres cuartos en llegar a Madrid, que el peaje de la AP-6 perdurará para siempre dejándole los bolsillos como el escudo, al enfermo de cáncer que si quiere tratamiento se frote el imagotipo contra el tumor hasta que se le pase, a los jóvenes que suban al caballo y emigren, a los de los pueblos que ni cornejas les dejan. ¡Cerrad las escuelas, ampliad los cementerios, abandonad toda esperanza!

 

Durante demasiado tiempo malhechores de baja estofa han puesto en duda la utilidad de las diputaciones por ser foco de clientelismo y donde unos señores que se alzan como diputados provinciales y a los que nadie ha elegido se reparten pingues sueldos y hacen uso de sus arcas para beneficiar a sus ayuntamientos en perjuicio de otros y así mantener su caciquismo local.


Y sin embargo, a día de hoy, nadie ha agarrado la realidad abulense por las solapas para desnudarla públicamente y enseñar sus vergüenzas. Menos aún para hacer de ello una bandera que mostrar al mundo e imagen de una institución pública. La verdad por delante aunque nos duela.


¿Y ese color azul? se preguntaría alguno malpensado. Pero he aquí que tomó la palabra un médico a sueldo del Sacyl que explicó que en casos de orquitis gravísimas (que no es otra cosa que la inflamación de los testículos) en los que el escroto alcanza la tensión de la piel de la pandereta, el flujo sanguíneo queda afectado hasta que la zona adquiere la misma tonalidad de aquella imagen. Sin duda, un color con el que identificar a la excelentísima institución abulense.


Disculpen, pero a mí me duelen las manos de tanto aplaudir y así poder afirmar que los abulenses somos contingentes pero la Diputación es necesaria.

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