Cerca de medio millar de asistentes han acudido al funeral después de que cientos de personas pasasen por la sala Berruguete, donde ha permanecido abierta la capilla ardiente desde la primera hora del jueves, tras su fallecimiento el miércoles.

Desde esa sala ha salido una comitiva al patio del monasterio para entrar en el templo, donde cerca de 50 sacerdotes -muchos de ellos dominicos- han concelebrado el funeral, que ha oficiado el obispo de Ávila, Jesús García Burillo. Entre los curas se encontraba Antonio Arroyo, párroco de Huérteles, pequeño pueblo de las Tierras Altas sorianas donde el padre Laya nació hace 70 años; además del prior provincial de la Provincia de Hispania de la orden de los Dominicos, Jesús Díaz Sariego.

García Burillo ha glosado su figura y ha recordado su biografía, para definirle como “un  buen fraile dominico” y “el predicador alegre”. Ha apuntado su labor parroquial y social, su relación con los medios de comunicación y con el vía crucis del Viernes Santo, donde estuvo muchos años en su organización.

Al término del funeral ha hablado un sobrino, quien ha querido destacar el “cariño” que Laya, desde que enfermó, había recibido durante los tres últimos años, de “oncólogos, de los dominicos y de los amigos” y, por extensión, “de todo Ávila”.

“Ha sido un sacerdote feliz”, ha concluido el sobrino. Rafael Laya ha sido despedido con una ovación.