Este año, los encargados de hacerlo han sido Saúl -que ya la participó otro año-, Borja y los hermanos Sergio y Fran Serrano, que al llegar a la avenida de Madrid han tomado la venerada imagen de la virgen para bailarla durante los 300 metros que les separaban del arco del puente Adaja, cuya glorieta lleva el nombre de Nuestra Señora de las Vacas.

Han sido 20 minutos los que ha tardado la comitiva en completar esa pequeña parte del recorrido, mientras los cuatro mozos casaderos bailaban con emoción y orgullo la imagen por la que sienten tanta devoción.

Y todo ello, al ritmo del famoso pasodoble torero 'El gato montés', cuyos primeros acordes han comenzado a escucharse sobre las 13,05 horas, entre la devoción y el delirio de los vaqueros y de las cientos de personas que les acompañaban en un recorrido que había comenzado a las 9 de la mañana.

Desde la ermita de Las Vacas, la comitiva ha ido pasando por una veintena de monasterios, iglesias y ermitas que han hecho repicar sus campanas, al paso de la venerada imagen de la virgen.

Tras reponer fuerzas en el monasterio de La Encarnación y realizar las correspondientes visitas a los templos de San Martín y Santa María de la Cabeza, la procesión ha llegado a la avenida de Madrid, donde se ha producido el cambio de anderos.

Todos la esperan

Según el presidente de la Peña Mozos de las Vacas, Jorge Serrano, primo de Sergio y Fran, una jornada como la de este domingo está llena de emociones porque es “lo que todos esperan toda la vida”.

Cuando los sones del pasodoble han comenzado a escucharse, se ha desatado la locura entre los acompañantes, que han realizado una especie de cordón de seguridad en torno a la imagen y a sus portadores, para que pudieran moverse con relativa comodidad, entre los gritos y vivas de un público que culminaba cada estribillo con el clásico “¡olé!”.

De esta manera se ha vuelto a cumplir una tradición que ya lleva décadas y que cada vez reúne a más cantidad de espectadores, en una imagen singular y muy diferente a la conocida austeridad abulense, ya que en los 300 metros del recorrido, todo es bullicio, cánticos y "¡olés!" entre los asistentes.

Durante el trayecto, y mientras seguía sonando 'El gato montés', la imagen ha ido hacia adelante y hacia atrás al ritmo del conocido pasodoble, mientras la mayoría del público caminaba hacia atrás para no perder de vista la imagen de Nuestra Señora de las Vacas y de quienes la han portado.

Una vez finalizada es parte del singular trayecto, entre besos y abrazos, la procesión ha continuado su recorrido por una veintena de templos que han hecho sonar sus campanas, dirigiéndose hacia las iglesias de San Esteban y Mosén Rubí, para después descansar en la iglesia de San Juan. Después de comer, ha seguido desde allí hasta retornar a su ermita.