Las gallinas fueron halladas el lunes en una parcela excavada situada cerca del Centro de Usos Múltiples Carlos Sastre, y todo apunta que procedían de una explotación avícola, y habían sido abandonadas a su suerte para que muriesen.

Todas las aves fueron recogidas y trasladadas al refugio de la asociación, donde se las dio comida para que se recuperasen.

A través de los voluntarios, casi todas ellas han sido entregadas a personas que se han ofrecido “darles lo que se merecen”, como es “vivir en entornos naturales y no morir sufriendo en un barranco”, según la asociación.

Huellas ha indicado que la explotación de aves de corral está recogida en la normativa sobre cuidado, explotación, transporte, experimentación y sacrificio de la Ley 32/2007, que sanciona el abandono de los animales que se trasladan para su sacrificio, lo que parece que sucedió en este caso.

En lugar de derivar los animales a la Junta de Castilla y León, que hubiera ordenado el traslado de las gallinas a un matadero para ser sacrificadas, Huellas decidió entregarlas a personas interesadas en hacerse caro de ellas.