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Y dieron ruedas de prensa, que era una apuesta por el turismo cultural, que Ávila era pionera, y que “nosecuantos” mil visitantes contribuirían al desarrollo de la ciudad y que por fin empezaríamos a ver la luz, en una ciudad muerta. Siempre con el reloj en pretérito perpetuo, y a veces sin más esperanza que encontrar un buen epitafio para enterrarla definitivamente.
Y se aprobaron presupuestos; y el alcalde, el ministro, y el secretario de cultura se reunieron y el periódico local alababa la iniciativa y los americanos del “plan Marshall” llegaban con su leche en polvo a la ciudad. Y el alcalde como alcalde que era nos daba una explicación, y nosotros en fila prestos a recibirlos con alegría. De eso hace más de veinte años, como casi todo en Ávila.
Y en esos veinte años; cinco elecciones generales, cinco municipales y autonómicas, y en todas el Museo del Prado que ¡por fin! que ¡ya está ahí!, que ha sido culpa del Gobierno socialista que no ha dotado partidas, que Zapatero es el demonio. Pero aquí estamos nosotros para batirnos por Ávila, y ¡qué exigiremos!, y ¡qué exhortaremos! y ¡qué lucharemos! Y más fotografías y más frases, y más votos y ¡cómo no votarlos! Si además del Museo del Prado nos van a traer una terminal del Ave porque Díaz de Mera como alcalde que es, es muy amigo del ministro de Fomento, Alvarez Cascos. Así que la terminal del Ave ya está ahí, con su tren limpito, insonoro, inodoro, refulgente, con su ¡ding dong!, trayendo miles de pasajeros que vienen al Museo del Prado a 30 minutos de Madrid.
Algunos se mosqueaban, y decían que era inconcebible un retraso de más de veinte años con el mismo partido controlando las administraciones central, autonómica y local. Y qué mira a ver si no es una tomadura de pelo más, que somos muy pastueños y nos lo tragamos todo, desde una Universidad Católica con inmuebles expropiados sin indemnización a los abulenses hasta recalificaciones extrañas para financiarla.
¡Claro que!, al fin y al cabo somos como somos y la paciencia y resignación suple a la iniciativa, la rebeldía y la lucha por los derechos, que eso son cosas de ciudades y sociedades corrompidas, nada que ver con la reciedumbre con que los abulenses: aguantamos las sequías de hechos y las inundaciones de promesas.
Málaga y sus museos, incremento de más del trescientos por cien de visitantes, Bilbao y su Guggenheim, Madrid y su milla de museos, Cartagena y su museo arqueológico, Berlín y su isla de museos. No son ficciones, son realidades, ¿y por qué no Ávila? -pensábamos-.
El proyecto original del Prado era un proyecto concreto tangible, posible, de unas posibilidades enormes, era mucho más que una sala de exposiciones, era riqueza, cultura, patrimonio, medio ambiente, infraestructuras de alojamientos y restauración para la ciudad.
Todo ello nos hizo soñar, para luego adormecernos, y luego despertar para descubrir que la montaña parió un ratón, que en el cubilete de trileros no hay bolita, y que el billete era una estampita. Y la gestión de los fondos del Prado se convirtió en una ampliación del Museo de Ávila. Y la colección de pintura del siglo XIX del Prado se convirtió en una sala de 300 metros, y las expectativas por las que quieren que les votemos se convierten en las realidades por las cuales les juzgaremos.
Y, sin embargo, se felicitan y se abrazan, y nosotros viendo pasar la comitiva de americanos por el pueblo agitando banderitas, cantando “americanos, americanos, os recibimos con alegría”, que ya nos da igual el Prado que los americanos.
Y ellos inauguraran la sala con alguna placa, y lo mismo hasta vienen Letizia, su marido y el señor obispo, que eso adorna mucho, y al servicio estas cosas de obispos les gusta, así con su hisopo y todo, bendiciendo la nada más absoluta, celebrando lo inane, santificando la tomadura de pelo.
A cambio la sociedad se lo hará pagar cambiando el azul por el naranja, y entonces ellos se reirán todavía más, pues saben que, aquí en Ávila, azul o naranja es lo mismo, y que de la mezcla entre ambos lo que sale es el marrón oscuro, casi negro como el futuro.
P. Alvarez | Sábado, 21 de Abril de 2018 a las 15:04:00 horas
Totalmente de acuerdo con Vicente Gómez. No hay más que decir. Perfecta radiografía de cómo ha dejado el PP a Ávila tras toda una vida gobernando la ciudad.
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