Será el lunes 9 de abril (18 horas) para "celebrar la fecundidad de la fe de la Virgen María y la fecundidad del amor de los padres", a la vez que "dar gracias a Dios por la vida y, de forma especial, a los padres porque ellos se han abierto a la existencia de un nuevo hijo".

En una carta que el domingo envío el obispo a sus fieles destaca el embarazo como “una época difícil, ciertamente, pero también es un tiempo maravilloso” y en ella expresa su deseo de que estas mujeres sientan “cercana la maternidad de la Iglesia que se pone a tu servicio y desea acompañarte, y la maternidad de la Virgen María de Sonsoles que está contigo especialmente en este momento vital”.

El prelado recuerda también las palabras del papa Francisco en su exhortación apostólica sobre la familia: “el amor siempre da vida, por eso, el amor conyugal no se agota dentro de la pareja. Los cónyuges, a la vez que os dais entre sí, os dais más allá de vosotros mismos al engendrar un hijo, que es reflejo viviente de vuestro amor, signo permanente de la unidad conyugal y síntesis inseparable del padre y de la madre”.

También en la carta explica cómo el proyecto de vida que supone engendrar a un hijo es continuar con el sueño y el amor de Dios: “Durante este tiempo, la madre acompaña el proyecto de Dios para que se produzca el milagro de una nueva vida”.

“La mujer embarazada -añade-, mientras se somete a los cuidados médicos, participa de ese proyecto de Dios soñando a su hijo. Toda mamá y todo papá sueñan a su hijo durante nueve meses. No es posible una familia sin soñar. Cuando en una familia se pierde la capacidad de soñar los chicos no crecen, el amor no crece, la vida se debilita y se apaga. Dentro de ese sueño, para un matrimonio cristiano, aparece necesariamente el bautismo, que los padres vais preparando con vuestra oración, entregando vuestro hijo a Jesús ya antes de su nacimiento”.