Una llamada alertó el 14 de febrero que animales carroñeros estaban devorando los cadáveres de cinco vacas adultas y cuatro terneros en una explotación ganadera, según se observó en una primera inspección, a raíz de la que se inició la investigación para localizar al propietario del ganado y de la explotación.
Tras dar con el dueño, en una segunda inspección del terreno, junto con dos veterinarios de la Junta, se descubrió otra vaca y otros seis terneros que podían llevar muertos una semana.
El resto de reses de la explotación presentaban "claros síntomas de desnutrición", por lo que una vez recibido el informe de los veterinarios, la Guardia Civil investigó al titular de la explotación ganadera por "abandonar a los animales con riesgo para su vida o integridad".
Según los agentes, los animales presentaban un "estado caquéctico -desnutrición extrema-", lo que, unido a las condiciones meteorológicas adversas provocó la muerte de todos ellos.
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