“Hemos podido sacar tres barcos pero los otros cinco no, ya que es muy difícil hacerlo porque las barcas están en muy mal estado”, ha explicado Gustavo Méndez, el impulsor de un dispositivo de limpieza que se ha convocado por segunda ocasión en un mes.

En un caso era un patinete de pedales “muy roto y que era peligroso remolcarlo”. Otra era una barca de madera “con todas las tripas rotas” y otras dos “con muchas vías de agua, que es imposible extraerlas”. Lo que sí han extraído de la arena han sido los restos de un coche que se introdujo en el agua hace tres décadas.

“A la zona donde están es muy difícil llegar y habría que hacerlo con un grupo electrógeno para sacarlo a cachos”, ha señalado.

Méndez ha reconocido que no les has salido todo como estaba previsto, pero ha destacado su satisfacción porque “entre una treintena de personas” se han eliminado del embalse casi 6.000 kilos de residuos, entre ellos plásticos, restos de fibras y piezas de coches, que hay que sumar a los cerca de 11.000 kilos del día de limpieza de noviembre.

Junto a otros de los participantes ha querido apuntar el motivo que les lleva a hacer estas tareas “manera desinteresada”. “Porque nos gusta el pantano o porque vivimos de él, porque no quiero que los clientes que vienen a utilizar las piraguas de mi negocio no naveguen entre mierda”, ha explicado.

No descartan afrontar la tarea de retirar las barcas que restan, si bien deberán plantearlo "con tiempo", dada la dificultad.

Quien impulsó esta limpieza, responsable del Albergue Sierra de Gredos y Turismo Activo Embalse del Burguillo, ha agradecido el apoyo a los voluntarios de Protección Civil de Navaluenga, que han participado recogiendo basuras; junto a Contenedores Lolo, que ha recogido los residuos recogidos; y a La Posada del Agua y el Restaurante El Descanso por apoyar la labor de quienes se sumaron al mensaje que publicó en Facebook y que desembocó en un operativo que "no había llegado a imaginar".