El fragor de los trabajos han convertido la zona en un laberinto de vallas que a veces permiten el paso y a veces no: “no pasen por aquí, es peligroso”, he ha dicho un operario a dos personas que habían entrado por un pasillo de vallas, cerrando el paso tras haberlo franqueado otro peatón.

Mientras tanto (11,45 horas del martes), un camión con material aparcaba ante el arco del Alcázar y los peatones tenían que cederse el paso en uno u otro sentido porque apenas había espacio para transitar entre el vehículo y el vallado que rodea los trabajos de restauración de la muralla.

Ni hay elementos de seguridad: en ninguna obra se permite que un peatón pase junto a un camión en marcha, aquí el trasiego de los viandantes era continuo.

Las obras para cambiar el pavimento en esta zona de la calle San Segundo comenzaron el jueves anunciando durante un mes un desvío señalizado del tráfico, de tal forma que al llegar al Mercado Grande los vehículos debían desviarse a la izquierda, subiendo al pavimento para dejar espacio a las obras.

La previsión no aguantó un día: el viernes por la mañana se anunció que se cortaba el tráfico desde las 15 horas sin fecha para terminar las obras. No se conoce que la oposición se haya pronunciado por unas obras caracterizadas por la improvisación.